LA ESCENA
IBEROAMERICANA. COLOMBIA
EL TEATRO EN COLOMBIA DESPUES DE 1940
Carlos José Reyes
El teatro en Colombia, después de 1940, da algunos
pasos importantes para establecer una continuidad y consolidar la
obra de una serie de autores, como no lo había hecho en las
décadas anteriores. Si bien el Siglo XIX y los primeros años
del Siglo XX presentan una nutrida lista de autores y obras, estas
se dan de un modo esporádico y sin contar con grupos ni salas
que permitieran ir formando un público estable para el teatro.
Para comprender el surgimiento y desarrollo del moderno
teatro colombiano es necesario acudir a varias instancias que jugaron
un papel decisivo en tal eclosión, como fueron las primeras
escuelas teatrales, los festivales de teatro, nacionales e internacionales,
pero en primera instancia, en un orden cronológico, la implantación
en Colombia de la radio y la televisión, que ayudaron a garantizar
un status más profesional a la actividad escénica.
Aunque ya habían aparecido algunas esporádicas
emisoras, como la HJN, que hacía parte de los servicios de
la Biblioteca Nacional entre 1932 y 1934, la radio cultural se consolidó
con la Radiodifusora Nacional de Colombia, durante el gobierno del
presidente Eduardo Santos, en 1940. Esta emisora tuvo una gran importancia
para el surgimiento de nuevos autores teatrales, que encontraban
en ella un medio para hacer conocer sus obras, concebidas por completo
dentro del género dramático. Al mismo tiempo, y para
poder contar con el elenco que estas obras requerían, surgieron
directores y animadores teatrales que emprendieron la tarea de formar
actores, que pudieran alternar las funciones en vivo con el radioteatro.
En este aspecto fue determinante la tarea pedagógica llevada
a cabo por Bernardo Romero Lozano, quien había iniciado sus
tareas artísticas en el Conservatorio de Música, pero
luego se dedicó de lleno al arte escénico, tanto en
la dramaturgia como en la actuación y dirección, convirtiéndose
en un notable maestro de los primeros actores de la radio y la televisión.
Entre los autores que dieron a conocer sus creaciones
a través de la radio, podemos mencionar al poeta, dramaturgo
y académico Gerardo Valencia, autor de las obras "Chonta",
"El hada imprecisa", "Cuento de miedo",
etc; José Enrique Gaviria, quien hacía parte del grupo
de "Los Nuevos"; Rafael Guizado, autor de "Verano",
"Brazos caídos", pieza de tema social, "Squerzo"
y "El hombre de las cerillas", concebida como una fantasía
para radio.
LOS PRIMEROS PROMOTORES
En estas primeras décadas del Siglo XX, se encuentran
varios directores y dramaturgos que habían iniciado sus actividades
años atrás, pero que en la década de los años
40 se hallaban en pleno apogeo y constituían la plana mayor
de las artes escénicas en el país. Los más
importantes, por su continuidad y el impacto logrado frente al público
de aquellos años eran Luis Enrique Osorio, que había
estrenado su primera obra en 1917 y por los días a los que
nos referimos había creado su propio grupo teatral, la Compañía
Bogotana de Comedias, con la cual estrenó la mayor parte
de sus obras, así como la de otros autores afines a su concepción
de un teatro nacional y popular; Antonio Alvarez Lleras, odontólogo
de profesión, quien poco a poco fue dedicando la mayor arte
de su tiempo a la escritura de dramas y comedias, así como
a la creación de su propia compañía, llamada
Renacimiento, con la cual estrenó la mayor parte de sus obras.
Emilio Campos, "Campitos", autor de sainetes y revistas
de sátira política, cuyo humor caricaturesco vino
a influir sobre muchos autores y obras posteriores, y Víctor
Mallarino, declamador, actor, director de escena, comediógrafo
y promotor cultural, quien dirigiera durante varios años
la Escuela Nacional de Arte Dramático, en la cual se formaron
muchos de los actores y directores que hicieron parte más
tarde de la escena nacional.
Este grupo de autores y directores un tanto improvisados,
que seguían los lineamientos de un teatro de corte costumbrista
y de comedia de situaciones cotidianas, con una marcada influencia
de los dramaturgos españoles de la época, iba a consolidar,
sin embargo, una continuidad en la actividad escénica y a
formar un amplio público, especialmente en el Teatro Municipal
y en algunas salas de marcada audiencia popular que combinaban las
funciones de teatro vivo con la proyección de películas,
como era el caso del Teatro Faenza, que aún existe en la
calle 22, el teatro Atenas, el San Jorge, el Caldas, el Lux, el
Mogador y otras salas ubicadas en distintos puntos de la ciudad,
y que contaban con un adecuado escenario para las representaciones
escénicas.
LOS TEATROS
Es de destacar la divergencia o estratificación,
si se quiere, de las principales salas teatrales de la ciudad, en
cuanto al tipo de obras o espectáculos que se representaban
en ellas. De una parte estaba el Teatro Colón, decano de
los teatros santafereños. Había sido creado como Coliseo
de Comedias, a fines de la colonia, por un antiguo oficial de las
milicias virreinales, don Josef Tomás Ramírez, en
el año de 1791, y demolido alrededor de 1890, en el mismo
lugar fue construido durante el gobierno del Presidente Rafael Nuñez,
como uno de los actos conmemorativos del IV Centenario del Descubrimiento
de América, razón por la cual fue bautizado con el
nombre de Teatro de Cristóbal Colón. Este teatro,
concebido con las reglas ortodoxas de los llamados "Teatros
a la Italiana" se dedicaba a las más notables actividades
culturales y en ciertas ocasiones políticas, desde un punto
de vista selectivo y elitista. Allí se presentaban las compañías
de ópera o las compañías itinerantes, la mayor
parte españolas, pero también algunas argentinas,
mexicanas o francesas que se atrevían a incluir en sus giras
por Suramérica a esta ciudad andina y monacal. El teatro
Colón tenía por aquellos días y hasta varias
décadas más tarde un reglamento riguroso no sólo
en cuanto al carácter selectivo de los espectáculos
que allí se presentaban, sino también en relación
con el público que asistía a ellos, reservándose
el derecho de admisión de acuerdo con el atuendo y la presentación
de quienes aspiraban a entrar a la sala. Se exigía un vestido
adecuado y camisa con corbata para los caballeros, así como
traje con falda para las damas. Cualquier desorden o descuido en
la presentación era un motivo para impedir el ingreso de
determinadas personas.
Al respecto tengo una curiosa anécdota personal
de una presentación en el Colón, en el año
de 1968. Ese año había montado, con un grupo de teatro
universitario, una versión escénica de "Los
funerales de la mama Grande y otros cuentos sobre Macondo",
de Gabriel García Márquez. La obra había sido
estrenada en el Teatro Tolima, de Ibagué, pero en esta oportunidad
iba a ser estrenada en el Teatro Colón, dentro del Festival
Nacional de Teatro de aquel año. Como algo realmente excepcional,
por aquellos días García Márquez se encontraba
en la ciudad, y de un modo sui generis nos había cedido los
derechos de autor para esta representación. El incidente
se produjo cuando el autor llegó frente a las puertas del
teatro, y los porteros no lo dejaron entrar por no tener corbata.
Después de algunos primeros intercambios de palabras, me
llamaron a la portería, y Gabo dijo que si la corbata era
obligatoria, él no entraba a la sala. Nosotros, por nuestra
parte, dijimos que si no dejaban entrar al autor, suspendíamos
la presentación de la obra. En este tenso diálogo
nos hallábamos cuando la secretaria general del Colón
apareció con una solución muy sencilla: en el guardarropa
tenían algunas corbatas para prestarlas a los espectadores
decentes que llegaran sin ellas. Sin embargo, García Márquez
no aceptó aquella propuesta "por una cuestión
de principios" y ofreció, en cambio, una solución
macondiana: regalarle corbatas nuevas a todos los espectadores que
se encontraban en la sala. Como a aquella hora no había tiempo
de ir a comprar tal cantidad de corbatas, la secretaria ofreció
otra solución que finalmente fue aceptada por nuestro autor:
entrar sigilosamente cuando se hubieran apagado las luces de la
sala, para que nadie lo viera. Entonces fue llevado a un palco,
al lado del balcón presidencial, en forma clandestina. Sin
embargo, al final de la función, alguien delató su
presencia y llamó la atención del público,
de tal modo que todas las miradas se volvieron hacia él,
quien de un modo orgulloso, en medio de los aplausos, mostraba su
camisa abierta, indicando que no llevaba corbata.
El posterior desarrollo de los festivales universitarios,
y una cierta democratización en las costumbres, así
como el cambio de las modas, lograron que se modificara aquella
etiqueta y que los espectadores pudieran ingresar a la sala con
la sólo exigencia de contar con su respectiva boleta, sin
importar la forma como pudieran estar vestidos.
Frente a tales exigencias y carácter de la programación,
el teatro colombiano, que aún no era considerado en términos
selectivos, tenía su sede principal en el Teatro Municipal.
Este teatro, también concebido como un "Teatro a la
Italiana", había sido inaugurado en el año de
1889, gracias a la acción decidida de la Sociedad Filantrópica
de Socorros mutuos de Bogotá. Una de las primeras obras en
ser presentadas en el Municipal fue el "Don Juan Tenorio",
de José Zorrilla, así como la ópera de Giuseppe
Verdi "El Trovador".
A lo largo del Siglo XX se fue definiendo cada vez más
el perfil del Teatro Municipal. En la década de los años
40, mientras en Europa se libraba la terrible 2ª Guerra Mundial,
en América Latina y en Colombia las diferencias ideológicas
y partidarias se iban haciendo más notorias, con sus lógicas
repercusiones en la actividad cultural. Mientras el Colón
era un teatro elitista, el Municipal se vinculó con las corrientes
más populares del partido liberal. Allí tuvo lugar
en 1929 una importante conferencia de Alfonso López Pumarejo,
que contribuyó a crear las condiciones para que este partido
volviera a tomar las riendas del poder, dando fin a más de
cuarenta años de hegemonía conservadora. También
allí tuvieron lugar los llamados "Viernes culturales",
organizados por Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo
popular que sería asesinado unos años más tarde,
al medio día del viernes 9 de abril de 1948, produciendo
un impacto que cambió no sólo la fisonomía
y la vida de la capital, sino también el curso de la historia
del país.
Pero en estos años, entre 1940 y 1948, el Teatro
Municipal tenía un carácter amplio y abría
sus puertas a la dramaturgia nacional del momento. Allí se
presentaron las obras de Luis Enrique Osorio, Antonio Alvarez Lleras,
Marino Lemos, Campitos, Ramón Rosales y otros autores nacionales.
Tanto Osorio como Campitos lograron una amplia audiencia, por su
carácter de sátira y comedia que lograba una fácil
identificación con el público.
Emilio Campos, "Campitos", nacido en Chaparral
en 1906, era un hombre de la bohemia, propietario de un bar al que
había bautizado con el nombre de Stalingrado, por los días
de la guerra. Cuando le preguntaron si tenía alguna connotación
ideológica, Campitos respondió: "Noo... le puse
el nombre de Stalingrado para que mis amigos no se lo tomen".
La gracia personal de Campitos se destacaba sobre todo en la facilidad
que tenía para imitar voces y actitudes de los personajes
más destacados del momento. Por eso decidió organizar
una especie de revista musical de sátira política,
un poco al modo de Aristófanes en la Atenas clásica,
para burlarse de los políticos en boga. Para ello usaba grandes
máscaras de carnaval, con la imagen de los notables aludidos,
y él encarnaba a los personajes principales usando sus grandes
dotes imitativas.
En 1950 presentó Campitos Presidente, y más
tarde "Los tres reyes vagos", "Cristóbal
Colón en la facultad de medicina", "Qui´hubo
de la alternación, mi señora Anunciación",
"Marcelino vino y... ¡Pum!", "La punta del
este" y "Los hijos de Anarkos".
De Campitos queda para el teatro colombiano el sentido
del humor, la caricatura, la sátira a los conflictos y personajes
políticos del momento, lo cual viene a ser su mayor mérito
a la vez que su mayor limitación, por las concesiones complacientes
y comerciales que hizo para ganarse el favor del público.
Una mayor complejidad dramatúrgica se encuentra
en el teatro de Luis Enrique Osorio, el autor más prolífico
del teatro colombiano en la primera mitad del Siglo XX. Osorio nació
en Bogotá el 27 de marzo de 1896 y murió en la misma
ciudad el 22 de agosto de 1966. Novelista, comediógrafo,
periodista durante muchos años, Osorio fue a la vez un importante
promotor de un teatro nacional y popular. Logró formar un
público para el teatro, y a la vez, integrar un elenco profesional,
muchos de cuyos actores hicieron parte de los primeros repartos
de la televisión colombiana. Osorio fundó la primera
Compañía Dramática Nacional, así como
la Compañía Bogotana de Comedias. Su comedia de enredos
y crítica social logró captar algunas situaciones
y personajes prototípicos de la vida colombiana y bogotana.
Quizás el más conocido y destacado sea "El doctor
Manzanillo", ejemplo característico del oportunismo
en la fauna política, de donde se desprenden las denominaciones
de Manzanillo o "manzanillismo" para esta clase de personaje
y actitud.
Entre sus más de cuarenta obras, y aparte de "El
doctor Manzanillo" y "Manzanillo en el poder"
se destacan comedias como "El rajá de Pasturacha",
"El zar de precios", "La imperfecta casada",
"Ahí sos, camisón rosao", "Adentro
los de corrosca", "El loco de moda", "Préstame
tu marido", "Al son que me toquen bailo" o "Ciudad
alegre y coreográfica", su primera obra, estrenada
en 1917.
El Teatro Municipal fue el escenario predilecto de Osorio;
allí formó su público y estrenó la mayor
parte de sus obras. El carácter popular y el ideario liberal
de sus comedias lo acercó a ese mismo público que
aplaudía los discursos vehementes de los "Viernes culturales"
organizados por Jorge Eliécer Gaitán. Al terminar
el período de la llamada "República Liberal",
con la división de este partido entre las candidaturas del
doctor Gaitán y el doctor Gabriel Turbay, y el triunfo en
las elecciones de 1946 del doctor Mariano Ospina Pérez, candidato
del partido conservador, la situación cambió de un
modo radical.
Gaitán fue nombrado jefe único del liberalismo,
y en tal calidad, inició un movimiento "por la reconquista
del poder". Organizó grandes marchas, para protestar
por la persecución contra algunos dirigentes populares y
los primeros brotes de violencia que se presentaban en algunas regiones
del país. La fricción entre los dos partidos tradicionales,
el liberal y el conservador, había cobrado un nuevo auge,
y por lo tanto, nuevas víctimas de parte y parte.
El ambiente estaba caldeado con ocasión de la
organización de la Conferencia Panamericana, que dio origen
a la OEA. Precisamente el dirigente liberal no había sido
invitado a ella, causando un notable malestar entre las filas de
su partido. La tragedia sobrevino cuando al mediodía del
viernes 9 de abril de 1948, Gaitán fue asesinado a quemarropa
frente al edificio donde tenía su oficina, en la carrera
7ª, a unos pocos metros de la Avenida Jiménez.
A partir de ese instante la vida nacional cambió
por completo. La muerte de Gaitán fue el fogonazo para el
gran incendio. Muchas edificaciones del centro de la ciudad, que
representaban centros de poder político o religioso, fueron
pasto de las llamas. El clásico tranvía bogotano,
que recorría la antigua Ralle Real o carrera 7ª, fue
totalmente aniquilado. Cada uno de estos vehículos fue incendiado,
en medio del furor popular. En dos o tres días de violencia
y saqueos quedaron centenares de muertos en las calles. La ciudad
bucólica y pintoresca de la Gruta Simbólica y los
poetas centenarios había desaparecido para siempre.
También la cultura, la narrativa y el teatro sufrieron
el impacto de la oleada de violencia causada por el llamado "Bogotazo".
En los propios títulos de las comedias de Luis Enrique Osorio
se observa el reflejo de aquellos días oscuros: "Toque
de queda", "El rancho ardiendo", "Nube de
abril", "Bombas a domicilio" o "Pájaros
grises" son testimonio de la violencia de aquellos días.
Con la muerte de Gaitán se inició la época
de la llamada "Violencia en Colombia", y que a grandes
rasgos, se extendió entre los años de 1948 y 1954,
cuando el gobierno del general Rojas Pinilla firmó la paz
con las guerrillas liberales del llano. Una paz breve y frágil,
como podemos constatarlo en el presente.
Algunos años antes, al comienzo del gobierno del
ingeniero Laureano Gómez, el Teatro Municipal, símbolo
de un teatro crítico y popular, y sobre todo, un baluarte
del gaitanismo, fue demolido, con el pretexto de que tenía
graves daños en su estructura y estaba a punto de caerse.
Por conocimiento directo del jefe de tramoya de la época,
señor Luis Lasprilla, pude enterarme de la verdad del asunto:
él había solicitado el cambio de algunas vigas de
la parrilla o telar del teatro, lo cual era un arreglo menor de
simple mantenimiento, y con esta excusa, se ordenó la demolición.
Sin duda, la liquidación del Municipal fue una
gran pérdida para el teatro colombiano. Otras salas de barrio,
como el Teatro Caldas, el Faenza o el Imperio, tuvieron que reemplazarlo,
aunque ninguna de ellas tenía la historia, el prestigio o
la calidad de aquel teatro, situado entre el Palacio de Nariño
y el Capitolio Nacional, al lado del observatorio astronómico.
Para compensar en parte aquella pérdida, el Ministerio
de Educación, durante el Gobierno de Laureano Gómez,
ordenó la creación de la Escuela Nacional de Arte
Dramático, dándole como sede el Teatro Colón
y como espacio anexo de clases la pequeña sala llamada del
Palomar, situada en lo más alto del teatro, sobre los palcos
de la galería. El inicio de las actividades de esta Escuela
nos lleva a otro apartado de nuestra exposición:
LAS ESCUELAS DE TEATRO
En el año de 1951, siendo director del Teatro
Colón don Juan Peñalosa Rueda, surgió la idea
de fundar una Escuela o Academia teatral, inspirado en los avances
que se habían logrado por parte del teatro universitario
Chileno. La idea le vino a Peñalosa desde cuando estuvo en
Santiago de Chile entre 1942 y 1945, al conocer el Teatro Universitario
creado por Pedro de la Barra. Por aquellos días escribió
al entonces rector de la Universidad Nacional, doctor Carrizosa
Valenzuela, contándole la idea, que tuvo una cierta acogida
en algunos intentos realizados por Bernardo Romero Lozano con alumnos
de la universidad.
Sin embargo, fue en el teatro Colón donde germinó
la iniciativa y para esto, en una primera etapa se pensó
en traer un director español que tuviera la suficiente experiencia
e idoneidad para organizar un centro docente en el campo del arte
dramático, y pudiera garantizar la eficacia y calidad que
se esperaba. Fue así como se contrató a don José
María de Mena, antiguo director de la Escuela de Arte Dramático
de Madrid, para que organizara la Escuela del Colón e iniciara
las tareas. Dentro del proyecto, también se esperaba contar
con una Compañía Nacional de Teatro que hiciera temporadas
tanto en el Colón como en otras ciudades del país.
La Escuela fue inaugurada el 24 de abril de 1951, con la asistencia
del Presidente de la República, doctor Laureano Gómez.
Un poco más tarde se encargó de la dirección
de la Escuela Nacional de Arte Dramático el actor, comediógrafo,
declamador y director teatral Víctor Mallarino, quien adelantó
su tarea en compañía de profesores como el español
Enrique de la Hoz, asesor y director adjunto, José María
Pineda, el pintor Francisco Gil Tovar, como profesor de escenografía
y más tarde, la directora brasileña Dina Moscovici
y otras figuras en las distintas áreas de la enseñanza.
La Escuela pronto comenzó a montar obras y realizar
temporadas. A finales de cada año, realizaba muestras de
los distintos trabajos, y presentaba un pequeño festival
con sus obras. Sin duda, los autores más representados eran
españoles; entre ellos, el más acogido en el repertorio
fue el comediógrafo Alejandro Casona, con piezas como "La
barca sin pescador" o "Los árboles mueren de
pié". También se llevaron a escena en esos primeros
días de la Escuela el drama "María Antonieta",
de Joaquín Calvo Sotelo, y las comedias españolas
"Una noche de primavera sin sueño", de Enrique
Jardiel Poncela, "Don Juan Tenorio", de José
Zorrilla, dirigida por Víctor Mallarino, y "La casa
de Bernarda Alba", de Federico García Lorca, también
llevada a escena por Mallarino.
Aparte de su trabajo como maestro, actor y director,
Mallarino también escribió algunas comedias que fueron
presentadas tanto en teatro, como en la radio y en la televisión
en sus primeros años, en los cuales los programas eran presentados
en vivo y en directo, con un concepto eminentemente teatral. Entre
estas obras podemos mencionar su comedia "Hogar dulce hogar",
que antecedió a un tipo de comedia familiar que más
tarde se hizo muy popular en televisión, en programas como
"Yo y tu", de Alicia del Carpio o "Dejémonos
de vainas", de Bernardo Romero Pereiro y Daniel Samper Pizano.
"Hogar dulce hogar" mostraba las peripecias de la Aristocrática
familia Vicuña y el "maistro" Otoniel Contreras,
representado por el propio Mallarino. Con la Escuela de Arte Dramático
también llevó a escena su comedia: "Un poeta
de ayer y una niña de hoy".
También en Cali se tuvo un interés especial
por la formación de actores y por el desarrollo de un movimiento
teatral estable, y de este modo, fue creada la Escuela Departamental
de Teatro, que dio origen al Teatro Escuela de Cali, TEC, el decano
de los grupos estables del país, que aún existe en
su propia sede en la capital del valle, bajo la dirección
de Enrique Buenaventura.
La Escuela Departamental de Teatro de Cali nació
en 1954, gracias a la iniciativa del doctor Pedro Pablo Morcillo
El primer director fue otro conocido hombre de teatro español,
don Cayetano Luca de Tena, quien vino expresamente de Madrid a organizar
la Escuela. Sin embargo, don Cayetano era más un director
de escena que un formador de actores, como lo demostró en
el montaje de El sueño de una noche de verano, realizado
con el grupo de alumnos más avanzados de los primeros dos
años de la Escuela.
En la primera etapa de la Escuela de Cali existía
además un grupo de teatro negro, que se propuso la tarea
de montar obras de autores de etnia negra, mostrar el aspecto teatral
del folclore y divulgar las tareas artísticas de la cultura
de color de la costa pacífica colombiana, con sus ritmos
musicales y los relatos de cuenteros populares. Muchos de estos
elementos sirvieron más tarde como materia prima en la dramaturgia
de Enrique Buenaventura, a la cual nos referiremos más adelante.
Fue precisamente Enrique Buenaventura quien se encargó
de la dirección de la Escuela Departamental, una vez terminada
la labor de Luca de Tena. Buenaventura acababa de regresar de un
viaje por América del Sur, donde había sido testigo
del proceso del nuevo teatro del Brasil y de Argentina. En Buenos
Aires hizo contactos con miembros del Teatro Independiente, inspirado
en los postulados experimentales de Leonidas Barleta y otros directores,
y fue así como al conformar el nuevo profesorado de la Escuela
invitó a hacer parte a algunos elementos del Teatro Independiente,
como el actor y director Pedro Martínez, la actriz y promotora
teatral Fanny Mikey, el actor y maestro Boris Roth, así como
al profesor chileno Jaime Errázuris, que aportaba la experiencia
de Pedro de la Barra con el teatro Universitario.
Poco a poco, alrededor de las dos escuelas se fueron
conformando grupos de planta y eventos de gran trascendencia, como
el Festival Internacional del Teatro Colón, en Bogotá,
y el Festival de Arte en Cali. En ambos casos, la base primordial
en el nacimiento de estos festivales fue el trabajo de las escuelas
y las obras llevadas a escena por ellas. Estas actividades contribuyeron
además, a la creación de otras escuelas y grupos,
como fue el caso en Cali del Instituto Popular de Cultura, y en
Bogotá de la Escuela de Teatro del Distrito, quienes a su
vez sirvieron de base para la conformación de otros grupos.
A estas escuelas hay que sumar el hecho de la creación,
en el año de 1953, de la Televisora Nacional de Colombia,
durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla. Muy pronto,
la programación en vivo de programas dramatizados y de teleteatros
requirió de nuevos actores, y por esta razón, por
iniciativa de Fernando Gómez Agudelo, el gestor de la televisión
colombiana, fue traído al país el profesor japonés
Seki-Sano, quien había sido alumno del renovador de la técnica
de actuación, el maestro ruso Constantin Stanislavsky, director
con Nemirovich Danchenko del teatro de Arte de Moscú, y había
trabajado con uno de los principales discípulos y asesores
de Stanislavsky, como fue Vladimir Toporkov.
La presencia de Seki-Sano en Colombia fue muy breve.
Sus clases se prolongaron tan sólo a lo largo de un poco
más de cuatro meses, en el año de 1956, pero fue suficiente
para establecer un corte profundo entre el teatro que se hacía
hasta entonces, y los nuevos métodos de trabajo para el entrenamiento
del actor, o "Escuela de vivencia", como se llamaba
al método de Stanislavsky.
Seki-Sano trabajó en la Escuela de Teatro del
Distrito, en las galerías ubicadas en los sótanos
de la Avenida Jiménez con carrera 8ª, y a estas clases
prácticas asistieron varios de los actores y directores que
más tarde conformaron los primeros grupos estables del moderno
teatro colombiano. Fue el caso, entre otros, del actor y director
canario, nacionalizado en Colombia, Fausto Cabrera, de Santiago
García, Mónica Silva, Joaquín Casadiego y muchos
otros. Los principales frutos del trabajo de Seki-Sano fueron recogidos
en el teatro "El Búho", creado por Fausto Cabrera
en 1958, tras su retiro de la Escuela de Teatro del Distrito, por
divergencias con la administración capitalina. Es curioso
ver cómo la creación de algunos de los grupos teatrales
colombianos más sólidos surgió al romper su
dependencia de entidades oficiales. Ese fue el caso de "El
Búho", así como más tarde de la Casa
de la Cultura, luego Teatro La Candelaria, al retirarse Santiago
García y otros miembros del grupo de la Universidad Nacional,
y el TEC de Cali, al iniciar su vida independiente tras el retiro
de Buenaventura de la Escuela Departamental de Teatro de Cali, que
fue liquidada alrededor de 1969. Estos aspectos, sin embargo, los
veremos al tratar de los grupos escénicos, y en esta etapa,
nos vamos a referir a
LOS FESTIVALES DE TEATRO
Desde el año de 1956 se han venido realizando
importantes festivales de carácter nacional e internacional,
primero en Cali y Bogotá, y más tarde en Manizales
y en otras ciudades. En el caso de la capital, el origen de este
evento fue la muestra de trabajos llevada a cabo por la Escuela
Nacional de Arte Dramático, con obras dirigidas por Víctor
Mallarino, Enrique de la Hoz, Dina Moscovici y otros profesores,
en los años de 1955 y 1956. El interés despertado
por este primer evento llevó a varios miembros de la sociedad
y la cultura en Bogotá, a organizar el llamado Primer Festival
de Teatro Internacional, efectuado en el Teatro Colón entre
el 21 de octubre y el 9 de noviembre de 1957. Como Presidente honorario
del Festival fue nombrado el Ministro de Educación, doctor
Próspero Carbonell, el presidente del festival era Mister
Robert K. Brady, el vicepresidente, el doctor Pedro Gómez
Valderrama, notable escritor colombiano, y el secretario general
y motor del festival durante varios años, el profesor de
humanidades de nacionalidad húngara, señor Ferenc
Vajta.
Con ocasión de este primer evento, el doctor Gómez
Valderrama escribió en el programa:
"Las puertas del teatro de Colón van a abrirse
para presentar un espectáculo inusitado, van a abrirse para
mostrar en su plenitud la época que empieza en el teatro
colombiano. Podrá haber defectos, podrán encontrarse
deficiencias iniciales. Pero el señalamiento de estas no
será otra cosa que una gran contribución a la integración
de nuestro mundo teatral, todavía incipiente, pero que ya
comienza a responder a la necesidad cultural de Colombia, y en el
futuro habrá de responder cabalmente".
Nada más cierto. Aquel primer festival permitió
vislumbrar el movimiento de estilos y tendencias no sólo
del momento, ya que algunas de ellas iban a tener un desarrollo
más amplio en los años siguientes.
Entre otros trabajos, la Escuela de Arte Dramático
presentó "Seis personajes en busca de autor",
de Luigi Pirandello, y "La casa de Bernarda Alba", de
Federico García Lorca, bajo la dirección de Víctor
Mallarino, así como una breve pieza de corte vanguardista:
un fragmento de Hambre, de Knut Hamsum, en adaptación y dirección
de Dina Moscovici, directora brasileña que contribuyó
en forma notable al conocimiento de los autores de vanguardia europeos.
Con el grupo de la Universidad de América la misma directora
Moscovici presentó dos obras de esta corriente: "La
consagración de la noche", de Jean Tardieu y "Humulus
el mudo", de Jean Anouilh y Jean Aureche. Un grupo conformado
por actores de la Televisora Nacional, bajo la dirección
de Manuel Drezner, presentó "Antígona",
también de Jean Anouilh.
La única obra colombiana presentada en este primer
festival fue la obra "Cuento de nochebuena", escrita
y dirigida por el historiador y comediógrafo Oswaldo Díaz
Díaz.
Lo que dio al festival el nombre de Internacional no
fue el hecho de que vinieran grupos de otros países, como
ocurrió con otros festivales años más tarde,
sino la presencia de elencos conformados por institutos y organizaciones
culturales extranjeras, pero residentes en Bogotá. Algunos
de estos grupos mantuvieron una actividad estable a lo largo de
varios de estos eventos, como fue el caso de The Bogotá Players,
dirigido por Robert Ewan, quien presentó una comedia de Norman
Mc Kinnel, titulada "The bishop´s canlesticks"
(Los candelabros del obispo), inspirada en un fragmento de la novela
"Los miserables", de Víctor Hugo. Este grupo,
fundado en 1942, había presentado varias obras, entre otras,
las comedias de Bernard Shaw "Santa Juana" y "Las
armas y el hombre".
Das kleine theater, "El pequeño teatro",
en lengua alemana, dirigido por Peter Annelies Muelhaupt y el educador
Jaime Quijano Caballero, más tarde fundador de la Universidad
Incca de Colombia, presentó la pieza "Der tod und der
tod", de Hugo von Hofmannsthal. También en lengua alemana,
el grupo Deutsche Buehne Bogotá (Teatro alemán de
Bogotá), dirigido por Trude Loewy y Erwin Salomón,
presentó la comedia "Filomena Marturano" de Edoardo
de Filippo, dirigida por Trude Loewy. Este grupo mantuvo una actividad
constante en los distintos festivales, a lo largo de toda una década.
El grupo del British Council, que en la época
se llamaba Instituto Cultural Colombo Británico, presentó
la comedia poética: "Un fénix demasiado frecuente",
de Christopher Fry, dirigida por Colin Jenkinson.
El Teatro Experimental Juvenil Hebreo "Ohel",
dirigido por Abraham Zalzman, presentó la pieza de carácter
social "Despierta y canta", del autor norteamericano
Clifford Odets.
Le Théâtre de l´Aliance, grupo de
la Alianza Colombo-Francesa, dirigido por Robert Liquière,
presentó la comedia de Labiche "Le Voyage de monsieur
Perichon".
El grupo de Teatro Colombo Español, dirigido por
Miguel de Silos, quien más tarde fue columnista del diario
"El Tiempo" con el nombre de Miguel Ayuso, presentó
la obra "Alí-Tham", de Joaquín Dicenta,
con un trío de los actores de televisión más
conocidos de la época: Héctor Rivas, Luis Linares
y Arturo Urrea.
Otros grupos colombianos, muchos de cuyos directores
y actores permanecieron en el movimiento teatral colombiano durante
muchos años, fueron, el Teatro Experimental del Distrito,
dirigido por Fausto Cabrera, quien presentó la pieza "La
mordaza", de Alfonso Sastre, con escenografía de Santiago
García, quien por aquellos días terminaba sus estudios
de arquitectura en la Universidad Nacional, tarea que finalmente
dejó por el teatro.
El Teatro Experimental de la Universidad Nacional, dirigido
en esta ocasión por Enrique Pontón, quien llevó
a escena la primera pieza de Bertolt Brecht presentada en Colombia:
"La Condena de Luculus", en adaptación de Manuel
Drezner. El Teatro de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá,
dirigido por Luis Enrique Pachón, con la obra "El vestido
nuevo", de Alvaro Yunque, y el Grupo Escénico de Barranquilla,
dirigido por Alfredo de la Espriella, comediógrafo y notable
impulsor de un teatro popular y costumbrista en Barranquilla, con
la pieza "La sulamita", de Arturo Capdevilla. En las
ediciones siguientes, De la Espriella participaría con obras
propias basadas en temas locales de su ciudad, y a su vez, organizaría
en Barranquilla varios festivales de teatro costeño.
La descripción detallada de los grupos y obras
de este primer Festival del teatro Colón, nos revela algunas
líneas del viraje que comenzaba a dar el teatro colombiano
por aquellos días: aparecían novedosas obras de vanguardia,
piezas de tendencia social, obras modernas de autores desconocidos,
así como la primera obra de teatro épico de Bertolt
Brecht, quien tanto iba a influir sobre el teatro colombiano de
los próximos años. Más tarde, cada una de estas
tendencias tendría un desarrollo más amplio en los
futuros trabajos de los grupos.
También en Cali los trabajos de la Escuela Departamental
y su grupo, el Tec, así como los realizados por el Instituto
Popular de Cultura, tuvieron una notable importancia en el Festival
de Arte de Cali, creado algunos años más tarde. A
diferencia del Festival del Colón, el Festival de Arte incluyó
también la danza, los conciertos musicales, las exposiciones
y conferencias, invitando figuras destacadas en cada uno de estos
campos. El TEC preparó el estreno de algunos de sus espectáculos
para esa ocasión, y entre los títulos llevados a escena
podemos mencionar "El casamiento a la fuerza", de Moliere,
"El sueño de una noche de verano" de Shakespeare
o "Edipo Rey", de Sófocles, dirigidas por Enrique
Buenaventura, entre muchas otras, así como "Historias
para ser contadas" de Oswaldo Dragún, autor del movimiento
independiente de argentina, y "El Monumento", de Enrique
Buenaventura, dirigidas por Pedro I. Martínez.
La presentación de "Edipo Rey" en
Bogotá, sobre las gradas del Capitolio Nacional, fue todo
un acontecimiento teatral y simbólico. Los "Idus de
Marzo" o los Fantasmas de Abril, aún deambulaban por
las calles bogotanas.
El TEC también participó en el Festival
de Teatro de las Naciones, en París, con las obras "Historias
para ser contadas", de Dragún y "A la diestra
de Dios Padre", escrita y dirigida por Enrique Buenaventura
a partir del relato homónimo del cuentista antioqueño
Tomás Carrasquilla.
En las siguientes ediciones de los festivales, tanto
de Cali como de Bogotá, fueron apareciendo nuevas obras y
autores de teatro colombiano. En Cali se estrenaron los trabajos
de Enrique Buenaventura "Réquiem por el padre Las Casas"
y otra pieza breve también basada en un cuento de Carrasquilla,
"La Guariconga".
En el Festival del teatro Colón se presentaron
nuevas obras de Oswaldo Díaz Díaz, así como
las primeras obras del autor huilense Gustavo Andrade Rivera: "El
hombre que vendía talento", "Remington 22"
y "El camino". Por su parte, el propio Festival promovió
el montaje de algunas piezas nacionales, y así fueron llevadas
a escena la obra de Ignacio Gómez Dávila titulada
"En algún lugar es de noche", dirigida por Enrique
de la Hoz con alumnos de la Escuela Nacional de Arte Dramático,
y "La aventura de don Melón y doña Endrina",
del historiador cartagenero Eduardo Lemaitre Román, inspirada
en "El Libro del Buen Amor", del Arcipreste de Hita,
dirigida por Bernardo Romero Lozano, con la actriz argentina Nélida
Quiroga en el papel de la Trotaconventos, antecesora directa de
"La Celestina".
En el año de 1965 surgieron los primeros Festivales
Nacionales de Teatro Universitario, que más adelante tuvieron
muestras regionales en distintas ciudades del país, organizado
por la Asociación Colombiana de Universidades. Las primeras
ediciones de este festival tenían premios, y los ganadores
representaban a los teatros universitarios tanto en el Festival
del Colón, como en el Festival Internacional de Nancy. Fue
así como viajaron a Francia los grupos de la Universidad
Libre, de Bogotá, con la obra "El monte calvo",
de Jairo Aníbal Niño, dirigida por Víctor Muñoz
Valencia, y el Teatro Estudio de la Universidad Nacional con "La
noche de los asesinos", del cubano José Triana, dirigida
por Carlos Perozzo. Esta pieza había obtenido el premio al
mejor grupo en el I Festival de Teatro de Cámara de Bogotá,
celebrado en agosto de 1966, y su presentación se adelantó
al estreno de la obra en Cuba, realizado a finales del mes de noviembre
del mismo año, con ocasión del VI Festival Latinoamericano
de Casa de las Américas. En el Festival de La Habana la pieza
de Triana también obtuvo el primer premio, con un notable
jurado internacional, del cual hicieron parte, entre otros, el director
ruso Yuri Liuvimov, del teatro Taganka de Moscú, Bich Lam,
director del Teatro de Hanoi, en Viet-Nam, Bich Lam y el actor y
director Italiano Darío Fo, premio Nobel de Literatura en
1997.
En el año de 1968 se creó el Festival de
Manizales, como Festival Latinoamericano de Teatro Universitario,
cuyas primeras ediciones también tuvieron premios. El primero
lo obtuvo el grupo Teusaca, de la Universidad Santiago de Cali,
con la obra: "Guárdese bien cerrado, en un lugar seco
y fresco", de Terry Megan, dirigida por Danilo Tenorio, y
luego el Teatro de la Universidad de los Andes, de Bogotá,
dirigido por Ricardo Camacho, con la obra: "Canto del fantoche
lusitano" de Peter Weiss. En posteriores ediciones este Festival
amplió sus horizontes a toda clase de grupos y abolió
los premios.
El Festival de Manizales puede considerarse como el decano
de otros eventos semejantes celebrados en diversos países
de América Latina y España. Más tarde, los
Festivales de Caracas, Puerto Rico, San José de Costa Rica
y otros se convirtieron en un importante punto de encuentro e intercambio
de experiencias teatrales del continente y el mundo. Las primeras
ediciones del Festival de Manizales fueron también un motivo
para reunir como jurados a importantes figuras de las letras y el
teatro, como Pablo Neruda, Miguel Angel Asturias, Atahualpa del
Cioppo, Augusto Boal, Mario Vargas Llosa, Alfonso Sastre y otras
personalidades.
En forma más reciente, al acercarse la conmemoración
del V Centenario del Descubrimiento de América, fue creado
el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, que muy pronto
se convirtió en un festival mundial de gran importancia.
Este importante encuentro de los teatros del mundo, un acontecimiento
sin precedentes en el panorama local, fue promovido desde su primera
edición por Fanny Mikey y el Teatro Nacional, con la colaboración
del director y promotor cultural Ramiro Osorio Fonseca, quien más
tarde fuera director del Instituto Colombiano de Cultura y el primer
Ministro de Cultura en Colombia, entre los años de 1997 y
1998.
La organización de los primeros festivales se
llevó a cabo en estrecha cooperación con el Festival
Internacional de Caracas, de modo que pudieran dividirse los gastos
de pasajes y traída de importantes grupos de distintas partes
del mundo. Más tarde, el Festival de Bogotá adquirió
una total autonomía y hasta el momento ha logrado efectuar
8 ediciones con una magnitud sin precedentes y una impecable organización,
convirtiéndose en el acontecimiento más importante
y significativo de la cultura del país, en medio de una etapa
de incertidumbre y grandes dificultades.
En este festival han participado compañías
de los cinco continentes; a Bogotá han asistido los grupos
más destacados del teatro del Siglo XX, como el Berliner
Ensemble, el Teatro de Arte de Moscú, el Teatro Taganka de
Moscú, la Royal Shakespeare Company de Londres, la Compañía
Suzuki de Toga, Japón, el Attis Theatre, de Grecia, la Compañía
de Robert Wilson, Els Joglars y Comediants, de Barcelona, grupos
de Australia, la India, China y otros países de diversas
regiones del mundo, con un movimiento teatral desarrollado.
LOS GRUPOS
Son muchos los grupos que se han creado a lo largo de
estas décadas. Ya nos referimos a la Compañía
Bogotana de Comedias, de Luis Enrique Osorio, a la Compañía
Renacimiento, de Antonio Alvarez Lleras, a la Compañía
de Comedia y revista musical de Campitos y al proyecto de una Compañía
Nacional de Teatro, realizado por la Escuela Nacional de Arte Dramático
en tiempos de Víctor Mallarino. Ninguno de estos conjuntos
existe en la actualidad.
El concepto de un nuevo tipo de grupo estable se asemeja
más a los teatros independientes de Leonidas Barleta, a los
que nos hemos referido, que a las compañías profesionales
o comerciales de otros países, con contadas excepciones.
Los grupos más consolidados buscaron su propia sede, de manera
que pudieran desarrollar un repertorio permanente a todo lo largo
del año, y esto ha permitido su consolidación y desarrollo.
El primer grupo en formarse en Bogotá fue la Casa
de la Cultura, que más tarde recibió el nombre de
Teatro La Candelaria, al adquirir su propia sede en el histórico
barrio de este nombre. El equipo de la Casa de la Cultura venía
trabajando en la Universidad Nacional, hasta el momento en que se
produjo la crisis con el montaje de la obra "Galileo Galilei",
de Bertolt Brecht, dirigida por Santiago García. A partir
de este momento, un grupo de hombres de teatro, músicos y
artistas de distintas áreas configuró el proyecto
de la Casa de la Cultura, alquilando un local y adaptándolo
para el teatro. Este local se hallaba situado en la carrera 13 entre
calles 20 y 22, en pleno centro de la ciudad.
El estreno de esta sala independiente se produjo durante
el mes de junio de 1966, con la presentación de "Soldados",
adaptada y dirigida por quien escribe, a partir de la novela La
casa grande, del escritor barranquillero Alvaro Cepeda Samudio.
Este montaje tenía como tema central la huelga en la zona
bananera de la costa atlántica colombiana, acaecida en el
año de 1928, y luego de su presentación, dio lugar
a la aparición de una buena cantidad de piezas sobre el mismo
tema, mostrando otros sectores, personajes y situaciones más
allá de la presencia de los soldados en la zona. Fue así
como el Teatro Acción de Bogotá, dirigido por Jaime
Chaparro, Barbín, presentó la obra "Bananeras",
donde el conflicto se centraba en los propios huelguistas, "La
Denuncia", de Enrique Buenaventura, que se basaba en la denuncia
de la represión de la huelga, por parte del gobierno del
presidente Abadía Méndez, hecha ante el Congreso en
1929 por Jorge Eliécer Gaitán, y más tarde
las piezas "El sol subterráneo", de Jairo Aníbal
Niño y "Fantasmas de amor que rondaron el veintiocho",
de Esteban Navajas Cortés. Esta última obtuvo el Premio
Nacional de Cultura en 1994.
En su primera etapa, la Casa de la Cultura llevó
a escena obras de teatro contemporáneo, en una búsqueda
de las corrientes de vanguardia y experimentales, así como
de obras de importantes autores del teatro universal. Entre estos
títulos podemos mencionar "La manzana", de Jack
Gelber, "El Triciclo", de Fernando Arrabal, "Persecución
y asesinato de Jean-Paul Marat, representado por los reclusos del
asilo de Charentón, bajo la dirección del Marqués
de Sade", de Peter Weiss, "La gaviota", de Antón
Chejov, "El matrimonio", de Witold Gombrowicz, o "La
cocina", de Arnold Wesker, dirigidas por Santiago García,
"Variaciones sobre metamorfosis", escrita y dirigida
por Carlos José Reyes, quien también tuvo a cargo
los montajes de las obras: "La patente", de Luigi Pirandello
y "El manantial de los santos", de John M. Synge.
En 1968 se efectuó un intercambio entre el Tec,
de Cali, y la Casa de la Cultura, durante el cual Enrique Buenaventura
viajó a Bogotá y montó "Macbeth"
de Shakespeare, con una gran economía de medios, y Santiago
García viajó a Cali y montó la obra "La
Trampa", de Enrique Buenaventura, una aguda sátira
política sobre los vaivenes del poder y el uso y abuso de
la fuerza militar.
En 1969 el Tec, de Cali, se separa de la Escuela Departamental
de Teatro, por conflictos con las directivas, e inicia su actividad
independiente. Adquiere su propia sede y a partir de ese momento
realiza temporadas permanentes a todo lo largo del año, así
como giras por el país, dedicándose de lleno al montaje
de las obras de su director, Enrique Buenaventura. De este modo
aumentan de un modo considerable los títulos de sus piezas,
entre los cuales se destacan "Los papeles del infierno",
una colección de obras en un acto, a la manera de una suite,
con una evidente influencia de la obra de Bertolt Brecht "Terror
y miserias durante el Tercer Reich". A este grupo pertenecen
piezas como "La Orgía" y "La Maestra",
que en diversas oportunidades se han presentado por separado, así
como "La autopsia", "La tortura", "La
requisa", "La indagatoria", etc.
También en 1969 se estrenó la sede propia
del grupo de La Casa de la Cultura, que a partir de entonces recibió
el nombre de Teatro La Candelaria, con el que ha venido trabajando
hasta la actualidad. La obra con la que se estrenó la nueva
sala fue: "La buena alma de Sechuán", de Bertolt
Brecht, dirigida por Santiago García. Antes de iniciar su
nueva etapa dedicada en forma exclusiva a la dramaturgia nacional,
La Candelaria montó otras obras como "El cadáver
cercado", de Kateb Yacine, dirigida por Santiago García,
"Ubú encadenado", de Alfred Jarry, dirigida por
Carlos Parada y "Divinas palabras" esperpento de don
Ramón del Valle Inclán, dirigida por Carlos José
Reyes. En versión propia y bajo la dirección de Santiago
García también fue montada, en 1970 "La Orestíada"
trilogía de Esquilo.
En 1971 tuvo lugar en Cali un encuentro- taller sobre
el tema de la Creación Colectiva, que tuvo importantes consecuencias
en relación con el modo de construir los espectáculos,
desde la realización de improvisaciones analógicas
de las situaciones de escena, hasta la creación de todo un
método y la elaboración de obras colectivas, a partir
del trabajo de equipo y de la llamada "Dramaturgia del actor".
En Cali prosiguió el trabajo de dramaturgo de
Buenaventura con títulos como "El entierro",
inspirado en el cuento "Los funerales de la Mama Grande",
de García Márquez, "Seis horas en la vida de
Frank Kulak", "El convertible rojo", "Historia
de una bala de plata", "Crónica", "Proyecto
piloto" y otras. La editorial de la Universidad de Antioquia
prepara en la actualidad varios volúmenes con la publicación
de sus obras completas.
La Candelaria, de Bogotá, también llevó
a escena la farsa "El menú", de Enrique Buenaventura,
dirigida por Santiago García, una crítica sarcástica
a la forma como es utilizado un candidato popular por los sectores
sociales más poderosos, presentada como una farsa de gran
guiñol. El candidato es llevado a un banquete, ofrecido por
personajes esperpénticos, donde se le da de comer y comer
hasta reventar.
El teatro La Candelaria inicia en esta etapa, después
de 1971, un proceso muy complejo para crear obras propias, dedicándose
de lleno a la producción de una nueva dramaturgia nacional,
tanto con propuestas de creación colectiva, como "Nosotros
los comunes", que trata de la revolución comunera de
1781, "Guadalupe años sin cuenta", sobre Guadalupe
Salcedo y las guerrillas del llano en los años cincuenta,
"La ciudad dorada", un estudio del drama de la migración
de una familia del campo a la ciudad, "Golpe de suerte",
una comedia sarcástica y cruel sobre la ilusión de
hacer una rápida fortuna por medio del narcotráfico,
"Los diez días que estremecieron al mundo", inspirada
en el relato testimonial de John Reed sobre la revolución
rusa, "El paso", un lugar perdido en un cruce de caminos,
donde se enfrentan las viejas costumbres bucólicas y campesinas
con las nuevas corrientes de la violencia y el narcotráfico,
así como "En la raya", en la cual un grupo marginal
de indigentes ensaya la creación de un espectáculo
a partir de la lectura de "Crónica de una muerte anunciada",
de Gabriel García Márquez, y en forma más reciente
"De Caos y deca caos", una colección de cuadros
satíricos, de humor negro, sobre la vida social de los estratos
5 y 6.
La Candelaria también ha ensayado la dramaturgia
de sus propios miembros, tanto del director, Santiago García,
como de los actores, en especial Fernando Peñuela y Patricia
Ariza. Peñuela escribe "La tras escena" y "Tráfico
pesado", Patricia Ariza "El viento y la ceniza",
"Cuarto Menguante" y "A fuego lento". Por
su parte el director, Santiago García, escribe sus propias
obras, en algunos casos inspirado en grandes modelos literarios,
como "El diálogo del rebusque" creada a partir
de La vida del buscón llamado don Pablos y otros textos de
don Francisco de Quevedo y Villegas, "El Quijote", desarrollada
a partir de la segunda parte de la gran novela de Miguel de Cervantes
Saavedra, "Corre, corre, Carigueta", inspirada por La
Tragedia del fin de Ataw Wallpan, escrita por un autor anónimo
en idioma Quechua, alrededor de 1555, así como algunos elementos
tomados de otras obras indígenas de los tiempos del Descubrimiento.
También escribió "Manda patibularia",
basada en la novela de Vladimir Nabokov "Invitado a una decapitación"
y sus textos originales "Maravilla Estar" y "La
trifulca", todas ellas llevadas a escena por el grupo.
1968 también es un año importante para
el surgimiento de nuevos grupos, como el Teatro "La Mama",
fundado por Kepa Amuchastegui y un grupo de actores y directores,
entre los que se contaban Paco Barrero, Eddy Armando, Germán
Moure, Jaime Carrasquilla y otros. El proyecto de un Café-
Teatro le fue inspirado a Kepa Amuchastegui por el Teatro La Mama,
de Nueva York, dirigido por Hellen Stewart, cuyo fin primordial
era el promover el desarrollo de nuevos autores, dentro del llamado
"Off Brodway" neoyorquino.
En su etapa inicial, La Mama alquiló un depósito,
en la zona de Chapinero, en la calle 49 con carrera 13 (en ese momento,
era la sala que se hallaba más al norte de la ciudad), donde
elaboró una programación de obras de vanguardia, entre
las que se encontraban piezas cortas de Samuel Beckett, como "La
última cinta de Krapp", "Vaivén"
y "Acto sin palabras". "El cabo Hesio",
y más tarde "Tom Payne", de Paul Foster, dirigidas
por Kepa Amuchastegui, así como sus propias obras "Un
día el circo vino al pueblo", "La cabeza de la
víctima ha caído" y "Sucedió una
noche de carnaval".
Otros directores montaron diversos espectáculos
en La Mama en esta primera época, entre las que se destacan
"El Rey se muere", de Eugenio Ionesco, dirigida por
Paco Barrero, "La Galera", de Keneth Brown, dirigida
por Jorge Cano y "La serpiente", de Claude Von Italie,
y "Los pasatiempos de la mama loca", de Ann Jellicoe,
dirigidas por Eddy Armando, así como su propia obra "El
abejón mono", inspirada en relatos de Arturo Alape
sobre la guerrilla de aquellos días, que aún conservaba
cierto hálito romántico.
La crisis del Teatro La Mama se produce en 1974, cuando
el grupo se ve obligado a abandonar la sala alquilada e inicia una
intensa campaña para adquirir su propia sede. En una primera
etapa, los actores se sitúan frente a la puerta de entrada
del galpón, en plena calle, con las escenografías
y vestuarios del grupo, como si se tratase de un desalojo tradicional.
Más tarde se realizan diversos actos de apoyo, por parte
de todo el movimiento teatral, hasta que finalmente La Mama obtiene
los recursos necesarios para abrir su propia sala en la Calle 62
con la Carrera 8ª, en pleno barrio de Chapinero. En otras palabras,
poco a poco las salas de los grupos se van extendiendo por distintos
puntos de la ciudad.
La obra que se encontraba en repertorio de La Mama durante
los días del desalojo y la primera etapa de la nueva sede
era una pieza del dramaturgo venezolano César Rengifo titulada
"Lo que dejó la tempestad", dirigida por Eddy
Armando. Más tarde, La Mama producirá sus propias
obras de Creación Colectiva, dirigidas por Eddy Armando,
entre las cuales se destacan: "Los tiempos del ruido",
"Joselito Carnaval busca su cosa latina" , "En
sueños de Bolívar", y "Arrebatos de mujeres"
con dirección y dramaturgia de Eddy Armando.
En 1970 se inaugura otro grupo estable, que de un modo
más reciente también ha logrado adquirir su propia
sede, remodelando una casona en el histórico barrio de La
Candelaria: el Teatro "El Local", dirigido por Miguel
Torres, que por los días de su fundación contó
con otros directores como Antonio Montaña, Roberto Araujo,
Jorge Cano y Enrique Pulecio.
Antonio Montaña llevó a escena: "Fiesta
de cumpleaños", de Harold Pinter, Roberto Araujo montó
su obra "Reparación", así como "Calígula",
de Albert Camus, Enrique Pulecio montó una nueva versión
de "El monte calvo", de Jairo Aníbal Niño,
y "Ubú, Rey cornudo", de Alfred Jarry, y Jorge
Cano "El sol bajo las patas de los caballos" del poeta
y dramaturgo ecuatoriano Jorge Enrique Adoum.
Pero la mayor parte de los montajes del teatro El Local
han estado dirigidos por Miguel Torres, desde "El túnel
que se come por la boca", un trabajo inspirado en textos de
Alejandro Jodorowsky, con dramaturgia propia. La sola enumeración
de algunos títulos nos muestra la prolífica labor
de Miguel Torres al frente del Local. Entre ellos hay obras de teatro
universal, como "Ruzante" y "Bilora", de
Angelo Beolco, "El círculo de tiza caucasiano",
de Bertolt Brecht, "Pareja abierta", de Darío
Fo y Franca Rame y las obras españolas "Bodas de sangre",
de Federico García Lorca y "El adefesio", de
Rafael Alberti.
En el repertorio del Teatro El Local también se
han incluido varias obras latinoamericanas, como "El gran
acuerdo internacional del tío rico Mac Pato", "Una
casa en Lota Alto", del chileno Víctor Torres y "Los
caballitos rebeldes", una pieza para niños de todas
las edades del autor uruguayo Mauricio Rosenkoff.
En cuanto a la dramaturgia colombiana, se destacan la
versión de Miguel Torres de "La cándida Eréndira
y su abuela desalmada", guión cinematográfico
y relato de Gabriel García Márquez, y su propia obra
"La Siempreviva", una historia conmovedora de una joven
desaparecida durante la toma del Palacio de Justicia, al final del
gobierno del presidente Belisario Betancur, en 1987. La tragedia
del cadáver perdido e insepulto, que nos recuerda elementos
de la tragedia Antigua.
Otro grupo que tuvo una amplia trayectoria a lo largo
de este período fue el Teatro Popular de Bogotá, TPB,
creado en 1968 y desaparecido hace algunos años. La primera
etapa del TPB estuvo a cargo de un grupo de egresados de la Escuela
de Praga, entonces capital de Checoslovaquia. Fueron ellos Jorge
Alí Triana, Rosario Montaña y Jaime Santos, quienes
concibieron un proyecto de teatro popular llevando a escena obras
clásicas y modernas del repertorio universal, un poco al
modo de lo que había sido el Théâtre National
populaire de París en la época de Jean Vilar. Fue
así como se creó un repertorio con obras de Carlo
Goldoni, Maquiavelo, Shakespeare, Moliere, Lope de Vega y otros
autores de primer orden, con el objeto de formar un público
estable para el teatro, no sólo en la capital, sino en todo
el país, mediante una política de giras de amplia
cobertura por todo el territorio nacional. El primer espectáculo
llevado a escena, en 1968, fue una obra titulada "Pensión
para solteros", adaptada de una pieza en un acto del autor
irlandés Sean O´Cassey, titulada "El cuento de
la hora de acostarse", dirigida por Jaime Santos. Más
tarde vinieron: "La Mandrágora", de Maquiavelo,
"La posadera", de Carlo Goldoni, "Julio César"
de Shakespeare y "Tartufo", de Moliere, dirigidas por
Jorge Alí Triana y presentadas en distintos escenarios, hasta
que se inició la campaña, como ocurrió con
los grupos anteriormente citados, para obtener una sede propia.
De este modo se trabajó para arrendar primero y luego adquirir
el antiguo teatro Odeón, que había sido sede del Teatro
"El Búho" entre 1960 y 1962.
El TPB se conformó con un elenco de actores profesionales,
al cual se vinculó Fanny Mikey tras su regreso a Colombia,
después de dejar el TEC de Cali y volver por un tiempo a
Buenos Aires. Desde ese momento hasta el presente, Fanny Mikey ha
desarrollado una importante y fructífera labor en pro de
la consolidación de grupos y salas, y sobre todo, en la formación
de un numeroso público para el teatro.
En esta etapa del TPB se llevaron a escena varias obras
de teatro contemporáneo de distintos países, como
"La muerte de un viajante", de Arthur Miller, "Las
sillas", de Eugenio Ionesco, o "La ópera de tres
centavos", de Bertolt Brecht, dirigidas por Jorge Alí
Triana, así como "El resistible ascenso de Arturo Ui",
también de Brecht, una metáfora sobre la llegada de
Hitler al poder, dirigida por el Checo Vaclav Hudecek, quien había
sido el profesor de dirección en Praga de Jorge Alí
Triana.
El teatro latinoamericano también fue tenido en
cuenta por el TPB, con obras como "El Gesticulador"
del mexicano Rodolfo Usigli, dirigida por Luis Alberto García,
"El pagador de promesas" del brasileño Alfredo
Díaz Gómez, dirigida por Jaime Santos y "Delito,
condena y ejecución de una gallina" del autor guatemalteco
Manuel José Arce.
El teatro para niños fue incluido entre los trabajos
del TPB, con obras como "Pluft el fantasmita" y "La
niña y el viento", de María Clara Machado, dirigidas
respectivamente por Jorge Alí Triana y Carlos Barbosa, "El
tío tigre cogelotodo", de Jorge Alí Triana,
y "Michín el gato bandido", de Rafael Pombo,
dirigidas por Luis Alberto García. En la última etapa
también se presentó "El mercado de sueños",
de Adelaida Nieto, con actores infantiles.
En cuanto a la dramaturgia nacional, se destacó
el papel de Luis Alberto García como dramaturgo de varios
trabajos, elaborados a partir de improvisaciones del grupo, pero
con textos finales de García. El más importante de
estos trabajos, que estuvo en escena durante varios años
y realizó giras internacionales a Venezuela, Panamá,
Argentina, Uruguay, Chile y otros países, fue la obra "I
took Panamá", basada en el estudio del libro de Eduardo
Lemaitre "Panamá y su separación de Colombia"
y otros textos y documentos relacionados con este hecho histórico.
La separación de Panamá ocurrió hace 100 años,
en noviembre de 1903, durante el gobierno del presidente norteamericano
Teodoro Roosevelt y la presidencia en Colombia del poeta y gramático
José Manuel Marroquín, a quien se le atribuye la frase,
después de ocurrida la separación: "¿De
qué se quejan? Me dieron un país, y yo les devuelvo
dos." El título de la obra, "I took Panamá"
es tomado de una frase desafiante de Teddy Roosevelt, al respecto
de este episodio, en tiempos de la ley del garrote: "Si. Yo
me tomé a Panamá".
Luis Alberto García también colaboró
con la dramaturgia de otras obras presentadas por el TPB, como fueron:
"La primera independencia" y "Toma tu lanza, Sintana",
esta última sobre la lucha de los indígenas en tiempos
de la conquista.
La última etapa de este grupo tuvo lugar con la
fusión del Teatro "El Alacrán", dirigido
por Carlos José Reyes, con el TPB, en el año de 1982.
El primer montaje realizado en este periodo fue "Romance de
lobos", de don Ramón del Valle Inclán, luego
vinieron "Caballito del diablo", de Fermín Cabal
y "Rosa de dos aromas", del mexicano Emilio Carballido,
así como "Romeo y Julieta", de William Shakespeare,
presentada con motivo de la inauguración del nuevo Centro
de Artes Dramáticas y Audiovisuales del TPB. Los últimos
montajes dirigidos por Jorge Alí Triana en esta etapa fueron
"El verdadero oeste", de Sam Sheppard, y una coproducción
con el Teatro Nacional de "La cándida Eréndira"
de García Márquez.
Otro grupo con una larga historia y permanente continuidad
en su trabajo ha sido el Teatro Libre de Bogotá, creado a
partir de la experiencia del teatro universitario, realizada por
el grupo de la Universidad de los Andes, dirigido por Ricardo Camacho.
El paso de ser un conjunto estudiantil hasta convertirse en un grupo
estable y profesional, se produjo alrededor de la consecución
de su sede propia, y construyendo una nueva sala en una casona del
barrio La Candelaria. Antes de estrenar la sala, el Teatro Libre
trabajó en un área de la casa, donde originalmente
quedaban la sala y el comedor, y allí montó obras
como "El sol subterráneo" de Jairo Aníbal
Niño o "La agonía del difunto", de Esteban
Navajas, dirigidas por Ricardo Camacho. Otras obras colombianas
presentadas por el grupo fueron "Los inquilinos de la ira",
y "Los andariegos", de Jairo Aníbal Niño,
"La huelga" y "Tiempo vidrio" de Sebastián
Ospina, la creación colectiva: "La verdadera historia
de Milciades García" dirigida por Jorge Plata y la
obra original de Plata "Un muro en el jardín",
presentada en 1985. También hay que incluir en esta lista
la pieza "Sobre las arenas tristes", escrita por Eduardo
Camacho Guizado, sobre la trágica vida y muerte del poeta
José Asunción Silva.
La nueva sede del Teatro Libre, ubicada en la calle 61
con carrera 9ª, en pleno centro de Chapinero, fue estrenada
con la obra "Lope de Aguirre", de Carlos Arturo Torres,
escrita a finales del Siglo XIX, en adaptación de Jorge Plata
y dirigida por Germán Moure.
Con Ricardo Camacho, directores como Jorge Plata y Germán
Moure, se encargaron de mantener un repertorio variado, llevando
a escena obras de autores clásicos y contemporáneos,
en una política semejante a la planteada por el TPB en su
primera época. Entre los clásicos se cuentan "El
Rey Lear" , "Noche de Epifanía" y Julio
César, de William Shakespeare, dirigidas por Ricardo Camacho,
"La madre", de Bertolt Brecht, basada en la novela homónima
de Máximo Gorky, "Las brujas de Salem", de Arthur
Miller, dirigida por Germán Moure y Ricardo Camacho, "Almas
muertas", de Nicolai Gogol, dirigida por Ricardo Camacho y
"Seis personajes en busca de autor", de Luigi Pirandello,
"Un tranvía llamado deseo", de Tennessee Williams
"Un fénix demasiado frecuente", de Christopher
Fry y "Macbeth", de Shakespeare, dirigidas por Germán
Moure.
Uno de los espectáculos más ambiciosos
realizados por el Teatro Libre en los últimos tiempos, fue
el montaje de "La Orestíada", la gran trilogía
de Esquilo, dirigida por Ricardo Camacho. Otra versión de
las tragedias de Esquilo había sido realizada por el Teatro
La Candelaria en 1970.
El último grupo de gran importancia, por el impulso
en la formación del público, la apertura de salas
y la organización de grandes eventos, es el Teatro Nacional,
dirigido por Fanny Mikey, con la cooperación de un conjunto
directivo del cual han hecho parte reconocidas figuras de la cultura
colombiana como Gustavo Vasco Muñoz, Tito de Zubiría
o Jaime Castro, entre otros.
El Teatro Nacional inició sus tareas en el año
de 1981, con la presentación de la obra "El Rehén",
del autor irlandés Bernard Behan y la dirección de
David Stivel. A lo largo de su trayectoria ha presentado tanto producciones
propias, como coproducciones con otros grupos, o ha recibido elencos
invitados, en algunas de las salas que ha abierto a lo largo de
un poco más de 20 años. La primera de estas salas,
ubicada entre las carreras 9ª y 11, en la calle 71ª, fue
antiguamente sede de los teatros Diana y luego Chile, dedicados
por completo a la proyección cinematográfica. Al adquirir
el inmueble, fue necesario llevar a cabo una completa remodelación,
así como la dotación técnica tanto para la
escena como para una cómoda y adecuada ubicación del
público. Más tarde vino el Teatro La Castellana, también
dedicado al cine con anterioridad, situado en el barrio del mismo
nombre, como la sede principal del Teatro Nacional. Hoy es una de
las mejores y más concurridas salas de teatro con que cuenta
Bogotá.
Entre las obras más destacadas presentadas por
el Teatro Nacional podemos mencionar "¿Quién
le teme a Virginia Wolff?" de Edward Albee, dirigida por César
Campodónico, hombre de teatro uruguayo, miembro del grupo
El Galpón, de Montevideo, "A puerta cerrada",
de Jean-Paul Sartre, realizada en coproducción con el Teatro
Libre, bajo la dirección de Germán Moure, "Panorama
desde el puente" de Arthur Miller, dirigida por Ricardo Camacho,
"Hay que deshacer la casa", de Sebastián Yunyent,
"Doña Flor y sus dos maridos" de Jorge Amado
y "La mujer del domingo", de Ted Willis, dirigidas por
Manuel José Alvarez, "Baño de damas" de
Rodolfo Santana y "María Callas", de Terrence
McNally, dirigidas por Ramiro Osorio, así como varios de
los montajes dirigidos por el uruguayo Mario Morgan, entre los que
se destacan: "Extraña pareja" de Neil Simon y
"Yo amo a Shirley" de Willy Russell, una de las más
notables actuaciones de Fanny Mikey.
También los montajes llevados a cabo por la propia
Fanny, como "Cartas de amor", de A.R. Gurney, o "La
muerte y la doncella", de Ariel Dorfman.
En los últimos años, y tras la disolución
del TPB, Jorge Alí Triana se ha integrado al Teatro Nacional
donde ha llevado a escena, aparte de La Cándida Eréndira,
"La crónica de una muerte anunciada",
de García Márquez, presentadas también con
notable éxito en el Teatro Repertorio de Nueva York, así
como en forma reciente en el Festival Internacional de Australia.
Triana también montó una versión de "A
la diestra de Dios Padre", de Tomás Carrasquilla y
Enrique Buenaventura, con el título de "Se armó
la mojiganga", entre otras.
Aquí no están relacionadas todas las obras
de los grupos estables que hemos mencionado, pero sí tal
vez las más representativas. Aparte de ellos, otros muchos
grupos, la mayoría sin sede, se han formado en Colombia en
las últimas dos o tres décadas. Entre estos se cuentan,
por ejemplo, el grupo "Acto Latino", dirigido en sus
comienzos por Sergio González y Juan Monsalve, que más
tarde cada uno realizó por su lado sus búsquedas dramáticas.
Monsalve es autor de trabajos de corte antropológico, como
"Ondina y Lunario", "El manantial de los ayes"
o "El huso de la naciencia".
Sergio González, por su parte, dirigió
una versión de Blacamán, de García Márquez,
así como del "Doctor Fausto", partiendo de textos
de Marlowe, Goethe y otros autores.
Entre los autores y directores más jóvenes
surgidos en la capital, no podemos cerrar este ciclo sin nombrar
a Fabio Rubiano Orjuela, uno de los dramaturgos más destacados
de los últimos años. Con su "Pequeño
teatro Petra" aunque sin sede propia, ha realizado numerosas
presentaciones en teatros como La Mama, el TPB y la Casa del Teatro
Nacional, una tercera sala abierta por Fanny Mikey en el barrio
de La Soledad, con la intención de dar un espacio a muchos
grupos sin sede, así como a talleres, cursos y diversos eventos
especiales.
Entre las obras escritas por Rubiano, desde su primer
trabajo titulado El Negro Perfecto, estrenado en 1987, se cuentan
obras como "Desencuentros", "María es-tres"
y "Amores simultáneos", presentadas en la sala
del TPB, y luego "Opio en las nubes", versión
teatral de la novela de Rafael Chaparro Madiedo, muerto en forma
prematura, y que obtuvo el Premio Nacional de Cultura. En la Casa
del Teatro ha estrenado: "Hienas, chacales y otros animales
carnívoros", "Cada vez que ladran los perros"
y "Mosca", basada en "Tito Andrónico",
de Shakespeare.
Otro autor y promotor teatral destacado es Rodrigo Rodríguez,
director del grupo Ditirambo, que cuenta con una pequeña
sede y realiza montajes en forma permanente así como actividades
de promoción cultural en los barrios populares. Rodrigo Rodríguez
obtuvo el Premio nacional de Colcultura con su obra "Montallantas",
presentada en La Casa del Teatro.
Otros directores y promotores de importancia han sido
Carolina Vivas e Ignacio Rodríguez, antiguos miembros del
teatro La Candelaria, quienes decidieron seguir su propio camino
y han desarrollado una intensa actividad en la formación
de grupos con actores adolescentes. Carolina Vivas es autora de
la obra "Segundos", presentada en diversas muestras
regionales y ha realizado varios montajes ricos en imágenes,
envueltos en una atmósfera poética sugerente, plena
de metáforas.
También cabe mencionar los grupos que han efectuado
trabajos de danza teatro, como es el caso de Alvaro Restrepo, desde
su montaje de "Rebis" hasta los proyectos de formación
que lleva a cabo en la actualidad en Cartagena, así como
el grupo L´Explosse, dirigido por Tino Fernández, quien
ha desarrollado novedosas propuestas que logran concentrar elementos
de danza contemporánea con una alta intensidad dramática,
al explorar las relaciones humanas en un medio violento como el
que vivimos en esta última época.
Entre los montajes más destacados de L´Explosse
se encuentran "La huella del camaleón", "Sé
que volverás", en la cual se estudian las relaciones
de pareja intercalando temas musicales del bolero y el tango, "Por
quién lloran mis amores", un audaz y peligroso sólo
de danza, donde una bailarina se desplaza en una arriesgada expresión
corporal sobre un panorama lleno de vasos de cristal, evadiendo
el peligro inminente de herirse, ante el menor descuido, como una
metáfora de los riesgos a los que se ve abocada una persona
en su parábola existencial. "La mirada del avestruz"
se destaca por su fuerza y contundencia; en un panorama de oscura
tierra la violencia adquiere la forma de una metáfora poética,
que concluye con la imagen alucinante de un panorama de zapatos
viejos, que nos remiten a la ausencia de los cuerpos que antes vivieron
en ellos. Esta obra obtuvo un gran éxito de crítica
en el Festival Internacional de Danza que tuvo lugar el año
pasado en Lyon.
El último trabajo de "L´Explosse",
escrito y dirigido por Juliana Reyes, con coreografía de
Tino Fernández, "Al salir de la crisálida",
parte de la historia de Catalina de Erauzo, la llamada "Monja
Alférez", un personaje del Siglo XVII que escapó
de un convento para convertirse en Alférez de las tropas
del Rey y viajar a América, donde tras ser herido en una
contienda se descubrió su verdadera identidad. Un trabajo
de humor y sorpresa, elaborado con la calidad que ha demostrado
"L´Explosse" en sus distintas presentaciones.
Y finalmente queremos mencionar otro elenco de alta calidad
artística en el panorama escénico bogotano: el grupo
"Mapa Teatro" creado y dirigido por los hermanos Rolf
y Heidi Abderhalden, colombianos de familia de origen suizo, quienes
después de realizar estudios de arte escénico en Europa
regresaron a Colombia para dedicarse de lleno a la actividad escénica.
Creado en 1984, al año siguiente "Mapa Teatro"
presentó su primera obra: "Casa tomada", basada
en el relato homónimo de Julio Cortázar, un trabajo
escénico que está muy lejos de ser una simple ilustración
del cuento. Su fuerza y poesía radica en trabajar los contenidos
latentes, los elementos sensibles de unos personajes que se sienten
amenazados por fuerzas extrañas que invaden su territorio
hasta desterrarlos de allí. Una metáfora, si se quiere,
del involuntario exilio humano como consecuencia del miedo.
Más adelante, Rolf y Heidi Abderhalden han elaborado
serias propuestas visuales y dramatúrgicas sobre obras de
teatro contemporáneo, como "Medea Material",
y "Horacio" de Heiner Müller. "De mórtibus",
un Réquiem para Samuel Beckett, creada a partir de varios
textos becketianos. El título surgió del hecho de
que poco antes de estrenar la obra falleció el gran autor
irlandés, uno de los autores más importantes del teatro
del Siglo XX.
"Orestea ex Machina" , inspirada en "La
Orestíada" de Esquilo, fue montada por Rolf Abderhalden
en los sótanos de la Biblioteca Nacional, antes de la remodelación,
en los espacios en los que durante 40 años tuvo sus instalaciones
la Televisora Nacional. En aquel lugar un tanto en ruinas, en medio
de grandes espacios que semejaban extrañas catacumbas, en
un ambiente húmedo y frío, tenía lugar el drama,
representado más por las acciones e imágenes que por
las palabras. Para ubicar a los espectadores se utilizó una
escalera rodante, de las que se usan en los aeropuertos para bajar
de los aviones. Mapa Teatro creó imágenes muy fuertes
del nervio oculto de la antigua tragedia, desplazando a los espectadores
y abriendo el espacio, con un efecto semejante al de un travelling
cinematográfico, dejando ver la desolación y muerte
producida por la mítica guerra que desde el poema épico
de Homero en adelante, se convirtió en la madre de todas
las guerras.
Entre los últimos trabajos del grupo se cuenta
"El león y la domadora", de Antonio Orlando Rodríguez,
narrador y promotor de lectura cubano, quien muestra el conflicto
de los balseros de la isla por medio de una aguda metáfora.
El montaje de Rolf Abderhalden, usando un pequeño escenario
giratorio para dar idea del viaje por mar, logra desarrollar una
poderosa imagen de esta obra inspirada en un hecho real, pero que
no se limita a una simple ilustración del acontecimiento,
sino que lo transforma en paradigma, en la forma de un poema dramático,
sugerente y doloroso.
La obra "Muelle Oeste", de Bernard-Marie
Koltés, también dirigida por Rolf Abderhalden, fue
estrenada por Mapa Teatro en el Festival Iberoamericano del año
pasado. Un mundo sórdido y agresivo de un muelle de Nueva
York fue el tema de esta pieza, tras el viaje de Koltés a
los Estados Unidos, que de algún modo recuerda el viaje anterior
de García Lorca, a partir del cual escribió sus poemas
más surrealistas, contenidos en un libro titulado: Poeta
en Nueva York.
Por su parte, Heidi Abderhalden realizó una versión
de los principales conflictos de la tragedia "Ricardo III",
de William Shakespeare, creando una poderosa imagen al colocar en
escena decenas de calaveras, como testimonio de la violencia del
poder.
Además de los grupos mencionados, otros conjuntos
han desarrollado un trabajo, con o sin sede, como es el caso de
la Corporación Estudio Teatro, que bajo la orientación
del director polaco Pawel Nowicki ha efectuado una importante labor
creativa, tanto con piezas de autores clásicos, como de teatro
moderno, y algunos trabajos a partir de textos o temas colombianos.
Entre estos trabajos se encuentran "Drácula",
desarrollada a partir de la novela de Bram Stocker, "Quarteto"
del dramaturgo polaco Boguslaw Shaeffer, "Don Juan",
de Moliere, la primera parte de "Hamlet", de Shakespeare,
en una curiosa versión presentada en la sala de casas particulares.
También se incluyó la comedia de comienzos del Siglo
XIX: "Las convulsiones", de Luis Vargas Tejada, y la
versión escénica de la novela "La hojarasca",
de Gabriel García Márquez y "El último
rostro", de Alvaro Mutis, y un espectáculo de humor
caricaturesco, titulado: "Por qué el teatro en Bogotá
es imposible". Todos estos trabajos fueron dirigidos por Pawel
Nowicki, quien ha aportado al teatro colombiano una nueva mirada
y amplios recursos desde el punto de vista creativo de la dirección
escénica.
Otro montaje sugerente y original fue el realizado por
Enrique Vargas y su "Taller de la imagen dramática",
con un trabajo titulado "El hilo de Ariadna". En su
elaboración se creó un complejo y misterioso espacio,
semejante a los túneles del terror, que se utilizan en los
parques de diversiones, para mostrar el recorrido de Teseo por el
laberinto de Creta, con el fin de vencer al Minotauro. Este mito
clásico se transforma en una metáfora de la parábola
vital de cada espectador, que vive la experiencia en forma solitaria,
convirtiéndose en el protagonista de la aventura. Las imágenes,
olores y fantasmas que el viajero se encuentra en su recorrido recuerdan
la infancia, la presencia materna, el amor y aún la muerte,
antes de mirar en un espejo mágico el rostro del Minotauro
y descubrir que más allá, aparece la imagen del propio
rostro, lo cual significa que en el fondo cada ser vive una travesía
en busca de sí mismo.
Además de los distintos grupos e instituciones
mencionadas hasta el momento, en Bogotá han surgido otros
grupos con su sede, como es el caso del teatro "La Baranda",
creado por Antonio Corrales, del cual se recuerda su interesante
montaje de "Orquesta de señoritas", de Jean Anouilh,
así como otras obras de teatro de cámara, como "Okey",
del autor venezolano Isaac Chocrón, "Todos los años
a la misma hora" de Bernard Slade o "Entreteniendo a
Mr. Sloane", de Joe Orton, todas ellas dirigidas por Corrales.
También cabe destacar el trabajo del "Teatro
Estudio Calarcá, TECAL", dirigido por Críspulo
Torres, especialmente por su obra "Domitilo rey de la rumba".
El Tecal ha combinado el teatro de sala con el teatro callejero,
realizando funciones en plazas, parques y otros lugares públicos.
Al respecto, el grupo más destacado del Teatro
de Calle en Colombia, y quien motivó a otros conjuntos a
emprender esta línea de trabajo, ha sido el Teatro Taller
de Colombia, dirigido por Jorge Vargas y Mario Matallana y que lleva
alrededor de 30 años de trabajo continuo. El primer montaje
desarrollado por estos antiguos actores del Teatro "La Mama"
fue la obra llamada "Génesis", de la cual se
hicieron innumerables presentaciones. Se trataba de un espectáculo
minimalista, en el cual se desarrollaba una fábula sobre
la historia de la humanidad a partir de la explotación y
servidumbre que el personaje dominante hacía de su dominado.
En los trabajos posteriores del Taller de Colombia, concebidos
para espacios abiertos, se han incluido la música de una
papayera y el uso de los zancos, en obras como "La cabeza
de Gukup", "Popón el brujo", con dramaturgia
de Fernando González Cajiao y otros muchos espectáculos.
El Taller de Colombia tiene su sede en el Barrio Egipto,
al sur de Bogotá, pero no se ha quedado en ella, sino que
ha desarrollado un valioso trabajo itinerante en su condición
de teatro callejero. Así mismo, ha organizado las presentaciones
de otros grupos del mismo género, tanto en el Festival Iberoamericano
de Teatro de Bogotá, como en otras muestras e intercambios
efectuados con grupos tanto de carácter nacional como internacional.
Otra institución con sede propia que ha llevado
a escena las obras de sus fundadores y directivos, es el Centro
Cultural García Márquez, del cual han hecho parte
desde sus inicios Hugo Afanador, autor de obras como "La boda
rosa de Rosa Rosas" o José Assad, autor de "Biófilo
Panclasta", "Cenizas sobre el mar", "Europlástic",
entre otras. Actualmente Assad es el director de la Escuela de Teatro
de la Escuela de Artes de Bogotá, ASAB.
Misael Torres, actor y director de amplia experiencia,
ha realizado estudios sobre las formas populares de expresión,
con su grupo Ensamblaje, entre cuyos trabajos más destacados
se cuentan: "Las tres preguntas del diablo enamorado",
"Memoria y olvido de Úrsula Iguarán",
creada en compañía de Juan Carlos Moyano, a partir
de personajes y situaciones de "Cien años de soledad",
de Gabriel García Márquez, y "Ñaque,
historias de piojos y actores", del dramaturgo español
José Sanchiz Sinisterra, inspirada en la comedia "El
viaje entretenido", escrita por el actor y comediógrafo
del Siglo de Oro español Agustín de Rojas.
Juan Carlos Moyano, por su cuenta, ha desarrollado una
muy personal actividad escénica, como director y dramaturgo,
adaptando para el teatro historias tomadas de la narrativa, como
es el caso de "El enano", de Pär Lagerkvist, "Sexus",
de Henry Miller y "Demonios", de Fiodor Dostovyeski.
También han logrado sostener una meritoria labor
en sectores populares del sur de Bogotá, el Teatrino "Don
Eloy", organizado por Angel Alberto Moreno y Sofía
de Moreno, autora de varias obras de teatro para niños, así
como la Fundación Cultural Chiminigagua, que cuenta con su
propia sede en Bosa, bajo la dirección de Venus Albeiro Silva,
y la Fundación Querigma, también con sede en Bosa.
EL TEATRO EN CALI Y MEDELLIN
Aparte de Bogotá y algunas producciones realizadas
en ciudades como Manizales, Barranquilla, Cartagena y otras capitales
de departamento, cuya sola enumeración escapa a las posibilidades
de este trabajo, las ciudades donde ha existido un mayor desarrollo
de la actividad teatral en Colombia, a lo largo de las últimas
décadas, son Cali y Medellín.
En Cali, aparte del trabajo del TEC ya mencionado, existen
grupos estables como "La Máscara", compuesto
por un grupo de actrices para llevar a escena problemas relacionados
con la mujer. "La Máscara" ha logrado consolidar
su trabajo, al adquirir su propia sede, tanto para los ensayos,
talleres y demás actividades, así como la realización
de temporadas con sus propias obras.
Algo semejante ocurre con el grupo "Esquina Latina",
dirigido por Orlando Cajamarca, autor de "El enmaletado"
y otras obras.
La Universidad del Valle, que cuenta con su Escuela de
Teatro, también a promocionado los montajes con los alumnos
de cursos avanzados, con el propósito de incrementar la actividad
teatral caleña. De allí surgió la "Corporación
Teatro del Valle", dirigida por Alejandro González
Puche, quien realizó estudios teatrales en Rusia y es profesor
de artes escénicas en la universidad.
En el caso de Medellín, casi podríamos
decir que merece un capítulo aparte, pues desde hace varias
décadas su movimiento teatral ha mantenido una coherencia
y un crecimiento continuos.
Hace alrededor de medio siglo fue demolido el Teatro
Bolívar, un teatro "A la italiana" semejante
al Municipal de Bogotá, pero algunos años más
tarde surgieron nuevos edificios, como el Teatro Pablo Tobón
Uribe, el "Metropo-litano", y otros que dependen de
las universidades, que han dotado a la ciudad de una importante
infraestructura para las artes escénicas. En la misma forma,
se han conformado varios grupos que han logrado abrir sus propias
salas, gracias a una actividad tesonera a lo largo de muchos años.
Entre los promotores de esta actividad cabe destacar
la labor realizada por Gilberto Martínez Arango, médico
cardiólogo, gran deportista, en cuya calidad obtuvo destacados
premios en natación, dramaturgo, actor, director, promotor
de diversas salas e instituciones teatrales, la última de
las cuales es "La Casa del Teatro" de Medellín,
profesor, ensayista, y director de la Revista "Teatro",
casi la única en su género que Colombia a lo largo
de muchos años.
Entre sus obras se cuentan títulos como "Los
Mofetudos", una sátira cruel y caricaturesca a los
sectores dominantes de la sociedad, "El grito de los ahorcados",
una pieza sobre la Revolución Comunera de 1781, "El
Interrogatorio", "Proceso al Señor Gobernador",
"La Guandoca", basada en el relato de su experiencia
en la cárcel, hecho por la directora de cine y teatro Gabriela
Samper, "El parlamento del Caratejo Longas que llegó
de la guerra" (Título análogo al de la farsa
medieval de Angelo Beolco, inspirado en el cuento de Tomás
Carrasquilla: "A la plata") y muchas otras.
Martínez también ha escrito diversos ensayos
sobre el arte escénico, como "Hacia un teatro dialéctico",
"Teatro: teoría y práctica" y otros.
El grupo teatral "Ex Fanfarria", nombre que
se le dio después de separarse de la antigua "Fanfarria",
que incluía títeres y teatro, fue fundado por uno
de los dramaturgos más importantes del teatro colombiano,
José Manuel Freydel, quien murió asesinado en Medellín
una oscura noche de agosto de 1990, a la edad de 39 años.
El teatro de Freydel logra conciliar un mundo sórdido
de violencia y muerte con el lirismo y la atmósfera poética
en sus obras, en una conjunción que en cierta forma recuerda
al teatro de Jean Genet en Francia. Su teatro surge en momentos
en que una parte del teatro colombiano, en especial el teatro universitario
y muchas propuestas de creación colectiva, se habían
dedicado a realizar panfletos políticos sin mayor calidad
artística. Freydel muestra en su teatro que es posible hablar
de temas sociales de gran actualidad, sin perder la calidad estética
y la inspiración poética.
Muchas de sus obras quedaron en forma de boceto, que
sin duda, de haber vivido más tiempo, Freydel hubiera trabajado
hasta darles una estructura y un acabado más completo. Sin
embargo, con las principales obras que logró terminar y llevar
a escena, deja una honda huella y ocupa un destacado lugar en la
historia de la dramaturgia nacional. Entre estas obras podemos destacar:
"Los infortunios de la bella Otero y otras desdichas",
"El romance del bacán y la maleva", "Hamlet
en este país de ratas retóricas", "Amantina
o la historia de un desamor", "Las burguesas de la calle
menor", presentada en la Casa del Teatro de Bogotá
bajo la dirección de Adela Donadío, antigua colaboradora
de la Ex Fanfarria, en un excelente montaje, "Avatares",
"Monólogo para una actriz triste" escrito para
actriz de su grupo Nora Quintero, "El padre Casafuz",
adaptación del cuento de Tomás Carrasquilla "Luterito"
y muchas otras. El grupo la ExFanfarria ha continuado su labor,
llevando a escena varias obras de Freydel, como un homenaje a su
creador y director.
El "Teatro Matacandelas" dirigido por Cristóbal
Peláez, también cuenta con su propia sede, obtenida
a lo largo de 23 años de actividad continua, en la cual ha
llevado a escena trabajos de alta calidad poética y muy depurados
en sus imágenes y atmósferas. Entre ellos se destacan
"O´Marinheiro", del gran poeta portugués
Fernando Pessoa, "Los ciegos" de Mauricio Maeterlinck,
basada en la parábola de los ciegos, del pintor Peter Brueghel
El Viejo, basada a su vez en los Evangelios, en uno de cuyos versículos
dice: "Si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en
el pozo".
Matacandelas también ha montado obras cortas de
Eugenio Ionesco, Jean Tardieu y otros autores de vanguardia, así
como una versión escénica del relato de Andrés
Caicedo "Angelitos empantanados, bajo la dirección
de Cristóbal Peláez.
El "Pequeño Teatro" de Medellín
es otro grupo estable, con una hermosa sede construida con una avanzada
técnica para variar los espacios de la escena y el público.
El grupo, dirigido por Rodrigo Saldarriaga, lleva alrededor de 25
años de actividad continua, durante los cuales ha montado
obras de autores de diversas partes del mundo, como "Los intereses
creados", de Jacinto Benavente, "Bolívar",
de Jules Supervieille, "Aceite", de Eugenio O´Neill,
"Signos de la ciudad" del autor alemán Frank
Xaver Kroetz, y las obras del autor colombiano Henry Díaz
Vargas: "De cómo se sublevó el común"
y "El cumpleaños de Alicia", obra premiada en
el Concurso Nacional de Dramaturgia, organizado por la Universidad
de Medellín. Henry Díaz también ha montado
obras en su propio grupo, como "Más allá de
la ejecución" una pieza de corte surrealista sobre
la pugna histórica entre los conquistadores Jorge Robledo
y Sebastián de Belalcazar, a mediados del Siglo XVI, así
como "La sangre más transparente", que obtuvo
el Premio Nacional de Colcultura en 1992.
También realizado una valiosa tarea el "Taller
de las Artes", creado y dirigido por el dramaturgo, pintor
y músico Samuel Vázquez, quien ha buscado su propio
camino en las artes escénicas con propuestas novedosas como
"El bar de la calle luna", en el cual los espectadores
resultan involucrados en el drama como supuestos contertulios del
bar, y los conflictos se desarrollan al lado del sitio donde departen
con sus amigos, como ocurre con frecuencia en la agitada vida de
nuestros días. El "Taller de las Artes" también
presentó "El arquitecto y el emperador de Asiria",
de Fernando Arrabal, dirigida por Samuel Vázquez, quien obtuvo
el Premio Nacional de Colcultura en el género del Teatro
para niños, por su obra: "El sol negro".
Otro grupo con sede propia en Medellín y con una
producción que ha logrado un notable éxito de público,
por su humor directo y localista, es "El águila descalza",
dirigido por Carlos Mario Aguirre, quien logró una numerosa
audiencia, sobre todo por su obra "País paisa".
La información que hemos presentado, desde luego,
no agota el tema, pues 6 décadas de antigüedad son un
buen segmento de la historia de la cultura nacional. Lo que evidencia
el panorama presentado es el hecho de que a lo largo de este proceso,
se ha configurado todo un movimiento teatral de carácter
permanente, con grupos, salas, escuelas, dramaturgos y actores dedicados
de lleno a esta labor, lo cual ha permitido ir formando un público
estable y crear una gran variedad de propuestas con estilos y técnicas
muy diferentes.
En esta enumeración hemos dejado aparte, por ejemplo,
el teatro de títeres y el teatro infantil, así como
a muchos autores que no se encuentran vinculados a un grupo en particular.
Tampoco hemos mencionado a otras figuras más recientes, tanto
en la dirección como en otras áreas del teatro, que
sin duda van a jugar un papel en el teatro de los próximos
años. Tan sólo con la idea de dejar abierto el espacio
para nuevos estudios sobre estos aspectos, cabe mencionar la obra,
en el teatro de títeres y marionetas desarrollada por algunos
veteranos, como Jaime Manzur y Ernesto Aronna, o los grupos consolidados
y con sede propia, para el teatro de muñecos y la actividad
escénica en general, como son "La Libélula Dorada",
dirigido por los hermanos César e Iván Darío
Alvarez, "Hilos Mágicos", dirigido por Ciro Gómez
o "Teatrova", dirigido por Carlos Parada. También
cabe destacar la labor realizada en Medellín por los grupos
de teatro de títeres "La Fanfarria" y "Manicomio
de muñecos".
Y entre los directores y dramaturgos más recientes
no podemos dejar de mencionar a Víctor Viviescas, quien ha
obtenido varios premios por sus obras "Crisanta Sola",
"Prométeme que no gritaré" y "Ruleta
rusa". La colección de Teatro de la Universidad de
Antioquia ha publicado un volumen con obras de este autor antioqueño.
También citamos a Nicolás Buenaventura
Vidal, creador de relatos orales convertidos en un vivo espectáculo
con música y otros elementos teatrales. A Ana María
Vallejo, dramaturga y directora, quien durante un tiempo dirigió
la Escuela Nacional de Arte Dramático. A Alvaro Campos, dramaturgo,
quien también obtuvo el premio nacional de Colcultura por
su obra "Mujeres bajo sospecha". A Tania Cárdenas,
entre las más jóvenes, autora de "La mujer que
ya no fuma" y otras piezas concebidas con un estilo muy actual,
y otros jóvenes talentos que han surgido de las Escuelas
o grupos que se han ido formando en los últimos años.
Ante un panorama tan complejo y variado, cabe esperar análisis
críticos y estudios más profundos, que permitan examinar
la diversidad de tendencias y valorar los principales logros, así
como señalar las deficiencias o carencias que los trabajos
estudiados puedan presentar. Quizá, lo último que
aparece en un panorama de intensa actividad sea la crítica
y la historiografía, pero pensamos que el panorama de este
movimiento ya lo exige, y ciclos de estudio y análisis como
el que se ha adelantado en esta oportunidad son una oportunidad
muy valiosa para consolidar esta tarea.