INVESTIGAR
EL TEATRO. URUGUAY
TRINIDAD LADRÓN DE GUEVARA
Ariel Mastandrea
MOTIVOS
No pretendemos aquí hacer un trabajo historicista,
ni ficcionar alrededor de la figura de una de las actrices más
famosas del siglo XIX en el Río de la Plata; ya existen
relatos novelados, películas, tesis doctorales más
o menos confiables e infinidad de aproximaciones dadas por investigadores
de la historia del teatro. Pretendemos sí, construir una
cronología dinamizada, dar un marco de referencias con documentos
de crónicas de época poco conocidos y aportar una
serie de datos recientes que puedan colaborar en la tarea de dimensionar
esta figura borroneada por los prejuicios de una época y
el desamparo al que la ha empujado la historia oficial. Nos interesa
trabajar una mirada contemporánea que intente ubicar a un
personaje en su propio tiempo, mostrar los claroscuros de su entorno,
y lograr así descubrir uno o varios sentidos que nos aproximen
a esta singular mujer que fue Trinidad Guevara.
Se trata de ahondar en tiempos difíciles y fundacionales
de nuestra identidad colectiva.
De mirarnos en ese espejo y de reencontrarnos en esos
ecos.
EL NACIMIENTO Y EL ENTORNO
Trinidad Guevara nació en la villa de Santo Domingo
de Soriano -Departamento de Soriano- el 10 de mayo de 1798, en la
llamada Casa de los Marfetán, una de las más antiguas
construcciones privadas del Uruguay. Se trata de un casco de estancia
que sirvió durante el siglo XVIII y XIX como posta de paso
a las carretas y diligencias de la época. En tanto que se
desarrollaron allí tareas agropecuarias, funcionó
alternativamente como depósito de municiones en tiempos de
guerra y como pulpería, sala de operaciones y de parto para
los lugareños en tiempos de paz. Punto de encuentro entre
varias encrucijadas del camino, la Casa de los Marfetán fue:
"…lugar del canto popular, de la guitarreada y el mate,
de ollas humeantes para mucha gente y de barriletes y pandorgas
en la primavera ventosa. Caserón con salas de recibo, dormitorios
innumerables seguidos en largo corredor, patios, aljibes con parrales,
depósitos y sótanos con calabozos " –según
entrevista a Julio Marfetán , descendiente directo de esta
antigua familia.
Fue su padre don Joaquín Ladrón de Guevara
y Vasconcellos, natural de la villa de Toro, de heroica tradición
histórica en Castilla la Vieja y vinculados con la Casa del
Duque de Bretaña, como nos informa el genealogista Ricardo
Goldaracena. "Ladrón" es una deformación
de "larrón" que significa "hombre grande".
Este castellano viajero, desclasado y aventurero estuvo vinculado
como actor y traspunte desde el comienzo a la fundación de
Casa de Comedias, una de los primeros teatros del Río de
la Plata.
Su madre fue doña Dominga de Cuevas Bazán,
era descendiente de mestizos paraguayos que fueron anotados como
"indios forasteros" en el Censo de Sto. Domingo de Soriano
en 1778.
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
La familia Guevara decide trasladarse a la ciudad de
Montevideo aproximadamente hacia 1806,
lo sabemos porque sus últimos dos hijos fueron
bautizados en la Catedral a partir de esa fecha, Juan Francisco
(1806) y Gervasia Feliciana (1807). Es de subrayar que aparece como
madrina de ceremonia del primero, la célebre actriz de Casa
de Comedias, Petronila Serrano, lo que demuestra la vinculación
de sus padres con el ambiente teatral de la época.
Eran malos tiempos para una mudanza.
A tres cuartos de siglo de su fundación, la planta
urbana de Montevideo se mantenía dentro de sus estrechos
límites originarios, en tanto que su población había
aumentado considerablemente llegando a unos 15.000 habitantes. 10.000
correspondían al "casco de la ciudad" y 5.000
a sus arrabales, ejido y propios. La mitad o más de la planta
urbana no estaba edificada; la mayoría de sus casas seguía
siendo de paredes de piedra o ladrillo y techo de teja. Sólo
unas 300 lo eran de azotea, de uno o dos pisos. En las afueras,
arremolinándose entre baldíos, pozos y charcos había
unas 600 casas de ladrillo o de barro, con techo de paja.
J. Parish Robertson , insertada en sus "Letters
on Paraguay" nos ha dejado esta emocionada visión de
la ciudad en la época de las invasiones inglesas. Verano
de 1807. Calor tórrido:
"Montevideo es plaza fuerte y regularmente fortificada.
En el puerto se veían botes atareados yendo de un barco a
otro; se veían bergantines de guerra navegando cerca de las
murallas y bombardeando la ciudadela; los cañones eran
dirigidos con certera puntería a la parte de las fortificación
elegida para abrir la brecha; y el mortero descargaba en parábola
mortífera sus bombas destructoras."(…)
"Desembarcamos aquel día para encontrar
que nuestras tropas estaban en completa posesión de la plaza.
¡Qué espectáculo de desolación y miseria
se presentaba a cada paso ante nuestros ojos! La carnicería
había sido terrible, en proporción al valor desplegado
por los españoles y al valiente e irresistible empuje con
que las masas fueron dominadas y los cañones silenciados
por el inglés."(…) "La mortandad era terrible
y sin interrupción. Montones de heridos, muertos y moribundos
se veían por doquier, y a cada paso encontrábamos
literas llevando pacientes a los distintos hospitales e iglesias"
(…) "Un mero campo de batalla no puede contener la mitad
de los horrores de una ciudad tomada por asalto. En este caso el
dormitorio conyugal y el círculo de familia están
igualmente expuestos a la violencia". (…) "No
había más higiene pública en la ciudad que
la producida por los aguaceros que, a intervalos, sacaban de las
calles los montones de basura. Alrededor de las sobras de carroña,
legumbres y frutas podridas, que en grandes masas se acumulaban
allí, las ratas absolutamente pululaban en legiones. Si intentaba
pasar cerca de esos bandidos formidables o interrumpir sus comidas
u orgías, hacían rechinar sus dientes como lobos nocturnos."
El asalto y toma de la plaza por los ingleses en 1807
y la revolución oriental de 1811, que impuso por dos veces
consecutivas un riguroso sito a la ciudad, redujeron notablemente
el impulso poblacional fuera de muros, el mismo se reiniciaría
luego del cese del dominio español en 1814.
Durante todo este período, Montevideo fue una
ciudad hostigada, pobre y hacinada.
Sin embargo, en medio de tanta calamidad había
un Teatro, un espacio donde se iba gestando una nueva cultura.
LA CASA DE COMEDIAS
Estaba situada en pleno centro urbano de la ciudad, hoy
calle 1º de Mayo, cerca del Palacio Taranco. Isidoro de María
en sus crónicas de "Montevideo Antiguo. Tradiciones
y recuerdos", nos traza un boceto del edificio:
"El frente miraba al este, con dos puertas anchas
y bajas para la entrada principal, y sobre ellas tres ventanas con
unos barrotes, que hacían de balconcitos para las cazueleras.
A la izquierda, otra puerta independiente que conducía a
la escalera de entrada a la cazuela. Entre ellas la ventana de la
boletería. Interiormente tenía dos órdenes
de palcos con sus corredores y la cazuela. Los palcos bajos en número
de seis por lado, sólo llegaban a la mitad de la sala, para
dar más extensión a la platea. El proscenio proporcional
al local, con tres salidas. Una al norte por la pieza destinada
a guardarropía y camarines, otra al oeste en un extremo,
en la pieza que servía de depósito, y otra la puertecilla
que daba al corredor de los palcos bajos. Además, para facilitar
la salida de la concurrencia había una puerta de zaguán
al norte, no muy higiénica que digamos, que servía
para cierto uso de los hombres. A la derecha del proscenio, en el
2º orden de palcos, se hallaba el destinado al Gobierno, con
su cortinaje de damasco, y a la izquierda el del Juez de Fiestas
." (…) "Las lunetas duritas y corridas, no pasaban
de la mitad de la sala, quedando el resto de ésta libre para
los espectadores de pie, que no podían gastar dos realitos
en asiento. El pavimento de ladrillo. Techo de tejuela en forma
de rancho, con vigas en el centro, sirviendo como de caballete ."
La Casa de Comedias de Montevideo, así como La
Ranchería y posteriormente el Coliseo de Buenos Aires, fueron
el lugar de las primeras exploraciones del hecho escénico
en el Río de la Plata. En esos espacios de la sociabilidad
y el entretenimiento se representaron con aprobación popular
las primeras comedias, se hizo su lugar el sainete criollo, se introdujo
la loa escénica y las tonadillas españolas, se mezclaron
las mojigangas con los títeres y la magia, los malabarismos
con las manifestaciones de fuerza y -alternativamente - todos
aquellos géneros relacionados de una u otra forma con el
circo.
En 1815, Trinidad Guevara ya está vinculada a
la Casa de Comedias como actriz secundaria, posee una buena voz
y figura, canta y baila junto al joven actor Juan Casacuberta. Su
ductilidad la hace apta para interpretar cualquier tipo de rol de
dama joven, tanto en drama como en la comedia y el sainete. El público
aplaude y se le augura un prometedor futuro en el teatro.
DON MANUEL ORIBE
De pronto surge la notoriedad. Con diecisiete años,
Trinidad, la hija del "2º apunte y archivero Joaquín
Guevara" atrae la atención de todo Montevideo. Se comenta
su relación amorosa con el Capitán de Cuerpo de Artillería,
don Manuel Oribe, de veintitrés años, hombre galante
que usa frondoso bigote a la turca al que la joven gusta peinar
en público.
Resulta claro que la actividad de Trinidad Guevara como
mujer independiente es mirada con desconcierto y recelo por parte
de la sociedad, los sueldos son bajos y dado que la situación
del país es caótica, los estrenos no abundan.
Para colmo, la actriz abandona la modesta casa paterna
y decide irse a vivir sola a una mansión: "...con muchas
ventanas, muchos cuartos y ni un solo mueble, ni estufa, ni cortina,
ni nada de nada " -según Salvador García- en
la bahía de Montevideo. Era una casa que había pertenecido
a un español "emigrado", un tal Vicente Cal,
que luego de la independencia fue confiscada y entregada por el
Cabildo a beneficio de orientales.
Fue una posesión privilegiada que sirvió
de marco a su romance con Oribe, pero atrajo envidias y un pleito
.
Existe un folio de varios legajos por desalojo del año
1815. Se trata de una querella elevada al Cabildo por Salvador García,
quien por medio de tres instancias ante la "Comición
de Propiedades Extrañas " intenta quedarse con la casa,
aduciendo en beneficio propio, calidades morales y buena civilidad.
Lo interesante de la serie de estos documentos es el
tono, la vehemencia y el menosprecio del litigante ante la figura
de la joven actriz, a quien él descalifica con los epítetos
de "Farsanta", "Cómica", "Primera
Dama del farsante teatro" y "Comedianta", entre
otros.
Es seguramente el primero de una serie de acosos que
tendrá que soportar y no el último de una serie de
pleitos que tendrá que perder.
He aquí el folio 3º ante el Cabildo:
"Haviendo yo echo presente a V.E por Tres distintas
ocasiones guardando de unas a otras prolongados intervalos de tiempo,
la urgente necesidad en que me hallo de pasar a vivir a la Caza
que corre hoy por cuenta del Estado y se halla ocupándola
la farsanta Trinidad; por otras tantas fue resuelto que la Comición
de propiedades extrañas hiciese intimar a aquellas su ebaque;
más sin embargo de tan repetidas ordenes e intimaciones yo
me hallo aun sin haber logrado el fruto de mi solicitud en que por
las razones aducidas en mi oficio del 14 del corriente se interesa
también el mejor desempeño de las funciones de mi
Empleo, que deben ceder en beneficio del Estado mismo.
Avista de una morosidad tan notable, y entre las perplejidades
de cual sea su causa, me resuelvo a creer que la enunciada cómica,
acaso habrá llegado, con error grueso, a persuadirse que
los fueros de Primera dama del farsante teatro le autorizan para
dejar ilusorias las justas determinaciones del Gobierno sobrado
atrevimiento e insolente audacia, digna a la verdad de rigoroso
castigo. La Comición de vienes extraños ha llenado
por tres veces las ordenes del Superior Magistrado haciendo intimar
a la comediante el desalojo de la caza, y esta no le executa, no
obedece, ni respecta la alta investidura de tan Recto Tribunal.
¿Qué resta Señor Exmo. Sino hacerle conocer
con la aplicación del correspondiente castigo su desmedido
e impávido atrevimiento?
Yo espero pues que la última resolución
de V.E. se extienda a mandar hacer el lanzamiento de la caza sin
perdida de momentos ni la menor consideración, respecto a
que así lo exige la obstinada resistencia de la mencionada
Cómica que toca ya en remarcable menosprecio mío.
Dios guarde a V.E. M- Montevideo , Agosto 24 de 1815.
Exmo. Señor. Salvador García."
El Cabildo remite como respuesta dos encendidos legajos
para ejecutar el desalojo de la adolescente.
Copiamos el último aquí por considerarlo
una pieza inefable del discurso conservador en tiempos de Otorgués:
"Una de las bases sobre el que todo Gobierno culto
e ilustrado fixa la estabilidad su progreso esplendor y estabilidad
es el orden que debe mantenerse como el más sagrado deber
de sus deberes, en la preferencia y distinción de todos aquellos
virtuosos miembros que componen el estado, cuerpo político
de su dependencia de cuyo exacto y escrupuloso cumplimiento como
nos lo acreditan las historias más felices han sucedido los
más felices resultados, debiendo a su influxo los grandes
emprendimientos toda su grandeza y opulencia. A esta preciosa máxima
que ha adoptado este Gobierno desde los momentos de su ingreso en
el, ha debido el acceso que ha prestado a la solicitud del Ciudadano
notoriamente de esta clase Salvador García (Comandante del
Resguardo) referente a que se le auxiliase con una de las casas
pertenecientes al Estado, exponiendo a su logro que esta convenía
fuese inmediata al Muelle con el objeto de llenar mejor las funciones
de su encargo y de consultar la mejora de su subsistencia en razón
de estar a medio sueldo.
Persuadido este Gobierno de la naturaleza de esta solicitud
de el bien particular de su objeto y de la conveniencia en los fines
de su mejor servicio, providenció en orden verbal a esa Comisión
con reiteración para que hiziese desalojar a la farsanta
Trinidad la Casa del Estado que habita respecto a ser la mas oportuna
para vivirla . V.S. en efecto, persuadido como miembros honorables
de este mismo Govierno y animados de su mismo impulso cumplieron
su orden con repetición pero esta Farsanta con escándalo
remarcable, y con la misma ha burlado sus ordenes, según
en 3ª reclamaciones expone el virtuosos Garcia y siendo este
procedimiento en notorio agravio y vexamen de la representación
de V:S: y depresivo de la alta fe de este Gobierno no prevengo a
V:S: que inmediatamente proceda a hazer su desalojo persuadido de
que su zelo por el mejor servicio no dara lugar a que este Gobierno
no tome por si mismo la realización del indicado desalojo.
Dios Guarde a V:S: Sala Capitular y de Gobierno de Montevideo,
29 de agosto de 1815 a los señores de la Comision de Propiedades
extrañas.".
Trinidad Guevara pierde el pleito y debe abandonar su
hogar. Se le da una indemnización de cuarenta pesos. Han
sido hallados tres documentos que permiten el seguimiento en los
meses posteriores, lo que nos da la idea de que hubo dificultades
para cobrarlo y que Trinidad, porfiadamente, entabló diferentes
demandas para lograrlo.
Casa de Comedias, que estaba bajo la administración
del Cabildo, cierra sus puertas y se procede al remate público.
Se transformará en El Coliseo, el que igualmente permanecerá
cerrado por falta de recursos bajo gerencia particular.
LAS SILLAS DE LA TRINIDAD
Recientemente, la Lic. Eneida Sansone descubrió
-según creemos- una de las piezas claves en la reconstrucción
de la vida y personalidad de Trinidad Guevara. Consiste en un legajo-adjunto
del Inventario del Coliseo. El tema es la apropiación por
haberes de deuda. Son apenas unas breves líneas reveladoras
y transparentes. En el folio 122 encontramos:
"Montevideo, Noviembre13 de 1816
Ración o imbentario de los enseres y utiles que
hallan a cargo José Corral, según consta en folios
122, solo falta las seis sillas inglesas por aberlas tomado la Trinidad
por cuenta de su haver atrasado que le adeuda la Casa del Coliseo
en tiempo que ha Estado por cuenta del Excelentísimo Cabildo
y la docena del país por haverse mutilado. Firma y rúbrica
: Estrada".
Aclaración pertinente:
"La Trinidad" -obsérvese el tono de
familiaridad- ha tomado entonces "seis sillas" por concepto
de deuda de jornales atrasados.
Pero no se trata de sillas comunes. Las sillas "a
la inglesa" eran pesadas estructuras de madera tallada tipo
trono. Estaban rellenas con crin de caballo o lana, forradas en
terciopelo o damasco y tachonadas en bronce con apliques diversos.
A estas "sillas" se las consideraba un lujo y formaban
parte de la decoración de los grandes salones. En el teatro
se las utilizaba en lugar de destaque y eran usadas por gobernadores
o cabildantes en época de estrenos o eventos nacionales.
En un inventario resulta por demás curioso -y
también irónico- la mención de que falten las
sillas correspondientes a "la docena del país por haverse
mutilado". Es un inventario adjunto más bien de lo
que está ausente, no de lo que existe y puede ser evaluado.
El responsable anota unas ausencias que seguramente están
registradas en otro documento, se salva de responsabilidades e intenta
dar explicaciones. ¿Candidez o astucia? ¿Solidaridad
y ocultamiento en el teatro? ¿No es acaso una ambigua declaración
que desvía y al mismo tiempo protege a la actriz de posibles
futuros problemas? Podemos no ponernos de acuerdo en estas hipótesis,
pero lo cierto es que en materia de inventarios, ayer y hoy, faltan
una docena y media de sillas, ya sean éstas "del País"
o "Inglesas".
Sin duda, la manipulación de estos muebles generaron
inconvenientes.
¿Se trató de una mudanza a plena luz del
día? De acuerdo a las ordenanzas de la época debería
haber sido así y dada la ubicación del Coliseo, pleno
centro urbano de la ciudad, no podía pasar desapercibida
y generaría comentarios.
Subrayamos que Trinidad Guevara estaba embarazada de
6 meses a los 18 años, ha sido desalojada de su hogar en
un pleito público deshonroso, no estaba casada y no tenía
trabajo, que muy pronto abandonaría el país junto
con su amante, que necesitaba urgentemente dinero y que además
era "cómica", "farsanta", que "esta
Farsanta con escándalo remarcable ha burlado las ordenes
de la ley" y "merece el menosprecio".
Según creemos se trata del más antiguo
documento americano donde aparece la mujer reivindicando sus derechos
civiles. Estamos hablando del más clásico de los derechos
laborales, el de cobrar por el trabajo que se nos adeuda . Trinidad
Guevara lo hace más allá de las posibles discrepancias
en tribunales. No necesitará de intermediarios, excusas o
dilaciones, lo ejecuta "In Res Manu".
Sin duda, el símbolo de las reivindicaciones de
las feministas orientales –y no sólo orientales–
debería ser una silla.
LA SOLTERA TRINIDAD
El 21 de febrero de 1816, fruto de los amores con Oribe,
Trinidad Guevara da a luz una niña, según lo consigna
una partida asentada en uno de los libros de la Iglesia Matriz descubierta
por Silva Valdés.
Su nombre: Carolina Martina. En esa anotación,
la niña aparece como "hija legítima" dato
inexacto, ya que no había vínculo matrimonial entre
los padres que aparecen como "naturales de esta ciudad",
otro dato inexacto.
Fue padrino de la ceremonia Gabriel Antonio Pereira,
futuro presidente de la República; lo que da un contexto
singular al acontecimiento y nos habla de la proximidad con vínculos
de la intelectualidad política que ya tenía la pareja.
Una madre soltera avanzando por el atrio de la Catedral
para bautizar a su hijo y rodeada de un grupo de hombres y mujeres
de cultura era algo insólito para la época.
EL EXILIO
El 20 de enero de 1817 se produce la entrada a Montevideo
de las tropas portuguesas al mando de Lecor. Bajo palio desfilan
y pasan por el portón de San Pedro recibiendo las llaves
de la ciudad de manos de los cabildantes.
Un observador norteamericano, E. M. Brackenridge, quien
viajó en 1817 a Montevideo en la fragata Congress nos relata
cómo lo vio en ese entonces:
"Por todas partes se presentaban trazos de la rapidísima
decadencia de esta ciudad últimamente populosa y floreciente.
Las casas, en su mayor parte desmoronándose o desocupadas,
callejas enteras deshabitadas, excepto los cuarteles. En las calles
más frecuentadas eran pocos los que se veían que no
fueran soldados, o acaso una mujer vestida de negro, escabulléndose
hacia alguna capilla para rezar el rosario. Parecía que allí
se hacían pocos o ningún negocio en ninguna parte,
ni aún en las pulperías o tiendas. La ciudad
realmente parecía que hubiere recibido la visita de una plaga."
(…) "La ocupación de esta ciudad por el general
Lecor, con la división principal de cinco mil hombres, que
desde entonces ha sido reforzada, puede considerarse como el golpe
final. En ocho años la población se ha reducido
por lo menos en dos tercios, muchos de los principales habitantes
se han ido, la propiedad - hasta un monto inmenso- en los encantadores
suburbios que contenían mayor población que la ciudad,
ha sido destruida, y el valor del remanente, reducido a una simple
bagatela. En realidad no hay más que una guarnición
con algunos pocos habitantes hambrientos que son vejados y hostilizados
por los militares. Me han dicho que no obstante esta miseria, hay
aquí un teatro, y que las tardes se pasan en bailes y danzas,
quizás por falta de otras preocupaciones; actos exteriores
que no siempre son indicios de corazón".
El 7 de octubre de 1817, Trinidad Guevara y Manuel Oribe
se embarcan en la nave Astrea rumbo a Buenos aires, según
consta en la partida respectiva (Registro de Pasajeros de Aduanas
del Archivo Nacional de Montevideo) La niña quedó
al cuidado de sus abuelos maternos.
El romance aparentemente quedó trunco al poco
tiempo.
Trinidad Guevara a los 19 años permanecerá
sola en esa ciudad tratando de instalarse en el teatro; Oribe retornará
a la Banda Oriental donde concretará su primer sitio a la
ciudad de Montevideo y colaborará en el fin de la dominación
luso-brasileña.
LA CIUDAD DE BUENOS AIRES ALREDEDOR DE 1820
Un visitante inglés –Mister Jones -que la
visita en viaje de negocios por esa época nos relata
sus impresiones recogidas por Beaumont:
"Al amanecer sólo pueden advertirse en las
calles algunas ratas en busca de comida, porque los nativos no son
muy madrugadores. Un poco más tarde, las calles comienzan
a poblarse de vendedores ambulantes. Las primeras en aparecer son
las carretas de los pescadores que regresan de la playa cargadas
de pescado fresco que llevan al mercado. Luego aparecen los aguateros.
¡No me van a creer lo que digo!, pero en Buenos Aires el agua
se vende, y bien cara por cierto, porque el agua de los pozos es
salobre y no se puede consumir. Los que pueden disponer de algún
dinero, realizan en sus patios profundas excavaciones para
construir los aljibes, donde por medio de cañerías
colectan el agua de lluvia. Pero los más pobres se ven obligados
a comprársela a los aguateros. A pesar que cargan las cisternas
en las orillas del río, el agua no es cristalina y necesita
estar en reposo por veinticuatro horas para poder ser bebida. Para
purificar más rápido el agua yo ponía un pedazo
de carbón en las tinajas.
Era increíble, los vendedores continuaban desfilando
por las calles montados en sus caballos ofreciendo sus productos,
frutas, panes, aves. Los lecheros, generalmente niños o jóvenes
hijos de los chacareros de los alrededores traían colgando
a cada lado del animal, tarros cargados de leche. También
recorrían las calles los trabajadores que se dirigían
a sus talleres y las lavanderas negras o mulatas que iban hacia
la playa llevando la ropa, el jabón y la tabla para refregar
en enormes fuentones sobre sus cabezas y en una de sus manos la
pava para calentar el agua para el mate, porque tanto ellas como
los otros trabajadores del país, nada hacen sin sorber su
bebida favorita. El mercado, ubicado en la Recoleta, sorprende a
cualquier extranjero. Ocupa un espacio cuadrangular con pequeños
locales alineados uno al lado del otro, en donde se establecían
los vendedores de frutas, carnes y verduras. Allí, se podía
encontrar pescado de buena calidad y a bajos precios, legumbres,
batatas, calabazas, perdices y todo tipo de frutas, melones, duraznos,
uvas, higos. La carne vacuna era traída desde los mataderos,
que se encuentran en las cercanías de la ciudad, diariamente
por los carniceros para ser vendida en trozos. Aunque la producción
local no podía competir con los productos europeos, porque
la gente de Buenos Aires compraba casi todo a Inglaterra, algunas
manufacturas tuvieron cierto desarrollo, como la fabricación
de fideos, carrozas, peines, baúles, colchones y catres,
de velas, de jabón. También se habían desarrollado
los saladeros, pero requieren la inversión de grandes capitales,
los extranjeros se han dedicado a esta actividad tan ventajosa y
mantienen un vivo comercio con Brasil, Cuba y las islas de Cabo
Verde donde sirven de alimento para los esclavos. Por las calles,
también se confundían en el aire distintos idiomas,
son los apurados hombres de negocio, de todas las nacionalidades
a los que los lugareños llamaban "gringos" o
"carcamanes".
Pasado el mediodía, al dar el reloj las dos, se
retiraban los vendedores y carreteros, cerraban todos los negocios.
Las calles quedaban desiertas, todos volvían a sus casas...
era la hora de la siesta. Por la tarde, los negocios, comercios
y toda la actividad se desarrollaba desde las cinco hasta el atardecer.
A medida que se iban encendiendo los faroles, las señoras
comenzaban a salir de sus casas para recorrer las tiendas. Abuelas,
hijas, nietas, tías, iban todas acompañadas de sus
criadas. Entraban en una tienda, hacían desplegar, telas,
peinetas, abanicos y luego se retiraban sin haber comprado nada
para repetir la operación en otra tienda. Continuaban su
paseo, se detenían a conversar con otras familias y muchas
veces, se dirigían a pequeñas tertulias de animada
conversación, donde eran cortejadas por muchos galanes. A
veces, alguna señora se sentaba frente al piano para ejecutar
alguna pieza y cantar. También a veces, se bailaban minuetos
y contradanzas españolas. Alrededor de las diez de la noche
regresaban a sus casas y las calles volvían a estar quietas
y solitarias. A esa hora, los caballeros continuaban en los cafés,
donde se reunían para jugar a las cartas o al billar. Apostaban
enormes sumas de dinero y permanecían allí durante
muchas horas. Lo que contribuye a la falta –muy lamentable-
de hábitos hogareños entre la población masculina."
El mismo viajero nos habla de lo que ve en el teatro
(Coliseo Provisional ) de una manera no muy entusiasta por cierto:
"Los entretenimientos y diversiones en Buenos Aires
son muy escasos. El teatro suele ser la principal diversión
tanto para nativos como para extranjeros. Está situado en
un punto céntrico, a tres cuadras de la plaza. Es un edificio
sencillo y su interior es naturalmente muy distinto al de los teatros
londinenses, porque tiene aspecto muy humilde y sucio. [...] El
decorado y los trajes son bastante malos [...] El teatro es uno
de los lugares donde se podía disfrutar viendo los hermosos
ojos negros de las porteñas bajo las mantillas que cubrían
la cabeza y parte de su rostro. Hacían hablar a sus abanicos
a través de movimientos hechiceros, logrando acercar o distanciar
a los galanes."
En este teatro "humilde" y "sucio"
con el decorado y los trajes "bastante malos" fue donde
se mezclaron los sainetes nacionales con las tragedias francesas
mal traducidas, los actos de magia y los minués con el informe
de una ciudad sitiada, los entremeses circunstanciales con tonadillas
cantadas y títeres con coros de óperas improvisadas.
De aquí, surge de pronto la proclama del nuevo ideario republicano
y democrático.
LA TRINIDAD EN EL TEATRO DE BUENOS AIRES
Trinidad Guevara en muy poco tiempo es reconocida en
la escena bonaerense. Ella va a formar parte de una generación
que junto a artistas como el director, actor y autor teatral, Ambrosio
Morante y el más famoso actor del siglo XIX, Juan Casacuberta,
intentarán crear un nuevo tipo de teatro con una identidad
y una filosofía nacional.
Un importante memorialista argentino, José A.
Wilde , en su obra "El teatro en la época de Rosas",
describe a Trinidad Guevara en el papel de "Dido" en
1820, obra de Juan Cruz Varela:
"….se trata de una mujer interesante, sin
ser decididamente bella; de muy esbelta figura, finos modales y
dulcísimo voz; pisa con gallardía las tablas y tiene
lo que se llama posesión del teatro; había llegado
a ser, y con razón, la favorita del público"
(…) "Sobre la primera actriz criolla aparecida en los
escenarios porteños se formó en torno a su personalidad
un marco legendario que toca los límites de lo inverosímil.
Tenía noción cabal de las sutilezas propias de la
paradoja del comediante, poseía la medida del oficio, señalando
una avanzada renovación frente a la vieja escuela española".
Basado en las referencias del conde de Schac, el hitoriador
Mariano H. Castagnino, nos traza una semblanza:
"Trinidad es una avanzada, frente a estas expresiones
tardías del viejo teatro dramático español,
en el cual se habían formado todos los cómicos de
entonces. Su naturalidad sentó cátedra."
En la "Historia del Teatro Argentino" de
Mariano G.Bosch se llega a conclusiones aún más entusiastas:
"Tenía el más espléndido metal
de voz que podía poseer criatura humana, que asombró
a su época. El público la adoraba como los negros
adoran a la luna."
EL NUEVO ESPACIO TEATRAL Y EL SURGIMIENTO DE UN
NUEVO IDEARIO
Podemos reconstruir el contexto en el que se hacía
teatro en el Río de la Plata en este período.
Tanto en Montevideo como en la ciudad de Buenos Aires,
existen muchos documentos que nos remiten a la creación de
las primeras cooperativas, de los primeros intentos por construir
figuras de agremiación y de defensa de los intereses relacionados
con las Artes del Espectáculo latinoamericano.
Estos materiales nos hablan de una clara articulación
del movimiento, de una cierta perspectiva ideológica
y de las fuerzas y contradicciones que se desarrollaron alrededor
del hecho escénico.
Las preguntas de: ¿qué hacer en el teatro?,
¿cómo lograr sobrevivir sin un presupuesto fijo?,
¿qué teatralidad?, ¿qué naturalidad?,
¿una realidad?, ¿cuál realidad?, ¿qué
repertorio? ya están en la discusiones de esta época.
En medio de un clima efervescente se copian, deforman y compran
textos, comienza una actividad de creación nacional, se improvisa
y se desespera por no encontrar los medios expresivos y financieros
que logren puestas de mayor jerarquía estética.
Lo de siempre.
Pero hay que considerar que el teatro fue un lugar de
gran convocatoria pública durante todo el siglo XIX, fue
el lugar de pertinencia desde donde se estaba construyendo una nueva
identidad, un nuevo relacionamiento social que desembocará
en una nueva sensibilidad más allá de los centros
de poder de la Iglesia y el Estado.
MORAL, MORALINA Y SUS DISTINTAS ESTRATEGIAS
El teatro es, además, un lugar donde se manejan
grandes tensiones; el uso de la máscara exige una personalidad
capaz de soportar altos conflictos. Para poder sobrevivir en este
ambiente se hace imprescindible poseer voluntad, carácter
y empecinamiento.
Alrededor de 1820 Trinidad Guevara parece llevarse muy
mal con otra actriz, la señorita Ujier -o Ugier- , el público
lo sabe, se conmueve con el escándalo y toma colocación
poco a poco en una problemática nueva.
Veamos la mirada en contraste que nos da Arturo Capdevila
en "La Trinidad Guevara y su tiempo" de estos dos personajes:
"La señora Ujier era en todo y por todo
una persona muy moral. Pero muy moral. Lo que se dice muy moral.
La señora Guevara, en cambio, no cultivaba el género
…."
"La señora Ujier amaba y frecuentaba las
iglesias. De ida o de vuelta cumplía devociones en la Merced,
que le quedaba al frente. La señora Guevara acaso de tarde
en tarde, bien que lo pudiera ejemplarizar a la otra con su fervor.
La señora Ujier vivía un destino teatral oscuro y
pobre, y no era menos mortecino el brillo de su vivir cotidiano.
La señora Guevara, entretanto, era la heroína de los
grandes papeles, y en la vida real discurría aureolada de
un halo de poesía y romántico amor."
El propio Juan Cruz Varela, uno de los dramaturgos más
conocidos de la época, escribía con relación
del estreno del "Aristodemo" de Cabrera Nevares estos
motivos sensuales sobre Trinidad Guevara que se volvieron célebres
a nivel de corrillo popular:
"Miel , ardor y muerte
Tu labio derrama,
Quien te oye y no te ama
Corazón no ha…."
La actriz causa sensación al entrar en escena
montada en un caballo en una pieza de "moros y cristianos"
y en "Pablo y Virginia" lleva ajustados pantalones de
seda al interpretar el papel masculino. Se trata de verdaderas audacias
escénicas para aquellos tiempos. Pero no es sólo eso.
El personaje que nos interesa avanza esquivo en primer
plano mostrando un detalle singular.
La Trinidad gusta de llevar al cuello en sus presentaciones
un medallón con el retrato de su amante de turno. El retrato
que conservamos de juventud de ella lo lleva y sabemos que era moda
de su tiempo :
"Si estaba vivo significaba que estaba pronto el
pájaro, en mujeres solteras no se usaba jamás retratos
de difuntos"- según dice Margarita S. de Artagaveytia en
sus recuerdos.
Se trataba de una pintura hecha a mano sobre porcelana,
una miniatura oval heredera de las tradiciones hispano-flamencas
que tuvieron amplia acogida dentro de las clases altas durante la
colonia y la independencia americana. Usarlos significaba publicitarlos
y al mismo tiempo -por un sistema de acuerdos sociales- reconocerlos
en relación con su portadora.
DON MANUEL GALLARDO
Al retrato de Manuel Oribe le sigue otro Manuel -que
parece también "tener pronto el pájaro"-:
Don Manuel Bonifacio Gallardo y Planchón, personaje vinculado
a los círculos de Rivadavia, abogado, dueño de un
periódico y futuro constitucionalista de la República
Argentina.
Wilde y Bosch nos informan sobre el primer acto de esta
comedia real de enredos :
"Trinidad entró al teatro a fines del año
16, muy joven aún pero muy estudiosa e inteligente: haciendo
papeles de criada se reveló. Un año después
los protectores del teatro la tomaban bajo su amparo, dándole
ocasión de progresar en un arte para el que la naturaleza
tan bien la había dotado. Trabajó ya con éxito
en los años 19 y 20 llegando a hacerse la favorita del público.
Es un hecho que anduvo enredada en una intriga de amores con uno
de los hombres más conocidos de la época, el cual
sostenía furiosas discusiones en los diarios con cuanto se
permitían hablar de ella. El clérigo Castañeda
por más apasionado que fuera en propaganda estaba en lo cierto
al asegurar que usaba el medallón colgado al cuello con el
retrato de aquél, pero el público quería tanto
a la artista que la reclamaba a pesar de todo."
El 26 de mayo de 1821 el Argos publica una extensa nota
titulada "Coliseo" donde critica la representación
de una obra y en uno de sus párrafos dice que:
"En el papel de princesa se descubrió una
señora que solía antes ocupar un palco y en otro palco
de abajo se advirtió a la Trinidad que antes desempeñaba
ese papel", y aconseja a ambas trocar los roles.
Wilde y Bosch subrayan sobre el asunto:
"Era tan grande el cariño por ella que cuando
fue reemplazada por la Ujier hostilizaron a ésta de tal modo
con risas y siseos insolentes que hubo de retirarse del teatro.
Cierta noche que se daban Los hijos de Edipo y que la Guevara presenciaba
la representación desde un palco, las manifestaciones llegaron
al colmo; el público en masa, en cualquier pasaje en que
había sobresalido, clavaba en ella los ojos, no tanto para
leer sus impresiones o cerciorarse si aprobaba o desaprobaba la
interpretación que la otra artista daba a dicho pasaje, sino
para significarle con ese ademán que estaban todos de acuerdo
en que no aceptaban aquella interpretación y sólo
la suya era la de su gusto"
El incidente a nivel teatral concluyó con el retiro
de la Ujier, su definitivo alejamiento de las tablas y la Trinidad
retornó a su papel de princesa. Pero el asunto no estaba
terminado, era el fin del primer acto.
LA ASAMBLEA DE LAS 500 Y EL "INQUISIDOR"
En el segundo acto aparecen en acción un grupo
amenazante de damas argentinas, católicas y fanáticas
que publican libelos injuriosos de amplia tirada y están
lideradas por un clérigo con fama de inquisidor: Fray Francisco
de Paula y Castañeda. Esto dice la leyenda, en realidad se
trató de un simple monje franciscano de la observancia que
se dedicó con saña a perseguir a todo aquel que no
comulgara con los estatutos fundamentalistas de la iglesia católica;
disfrazaba sus escritos con supuestos envíos de lectores
y amenazaba con diatribas.
El nombre del periódico es por demás claro
en sus pretensiones y en sus desvaríos: "El Despertador
Teofilantrópico Místicopolítico". Sin
embargo era muy leído.
El 20 de junio de 1821 la Secretaría de la Sala
de las 500 "envía" una carta al periódico
y éste publica lo siguiente :
"No ha sido no, Sr. Misticopolítico, la
poca aptitud de la Ugier para cómica, quien promovió
la montonera que se ventila. El grande partido, que en calidad de
mujer tiene la Sra. Trinidad Guevara entre los sectarios del materialismo,
ha sido quien la ha elevado por segunda vez a las tablas con depresión
del decoro debido a la Sra. Ugier, para perpetuar desde allí
la ilusión de los encantos mujeriles con que esta fantasmagórica
deslumbra y aturde a sus devotos sensuales." (…)
"Todas las naciones, aún las más
civilizadas han tenido mujeres prostituídas, y sabemos que
este infame comercio en algunas de ellas llegó a elevarse
hasta hacer un precepto de religión. Las sacerdotisas de
Venus ofrecían diariamente a esta diosa un sacrificio análogo
a su culto, La sagrada Biblia nos enseña que los judíos
tenían sus meretrices; y la historia de los romanos nos pone
por delante los lupanares, o casas donde se extinguía la
sed rabiosa de la sensualidad: Mas si registramos los códigos
de estas mismas naciones, encontraremos que no se miraba con indiferencia
la liviandad mujeril cuando ella se atrevía a perturbar la
paz de las familias o a manchar en un momento de flaqueza el santuario
del tálamo nupcial" (…)
"Nosotras leemos en efecto que los romanos, los
griegos, y aún las naciones más salvajes arrojaban
de su sociedad a las mujeres que intentaban llevar por los lugares
públicos al vicio en manera de triunfo; o que se esforzaban
a excitar con sus adornos femeniles deseos que no tenían,
placeres en los que su embrutecimiento no obtenía la menor
parte. La Trinidad Guevara es una mujer, que por su criminal conducta
en esta materia ha excitado contra sí el odio de todas las
matronas, la execración de todos su semejantes. Su impavidez
la arroja hasta presentarse en las tablas con el retrato al cuello
de uno de sus aturdidos amasios (sic), que desatendiendo los sagrados
deberes de su legítima esposa, y familia, vive con esta cómica
de una manera harto humillante" (…)
"Ojalá, Sr. Teofilantrópico, los
desórdenes de la cómica Trinidad Guevara no se hubieran
hecho tan trascendentales, y perjudiciales a muchas de las familias
que componen este noble vecindario. Pero nosotras sabemos que existen
no pocas casas llorando unas el extravío de sus hijos; otras
las ruinas de sus caudales; otras ocupadas continuamente en la extinción
de la pestilencia y mortífera lue (sic) venérea que
les ha introducido para azibarar sus más inocentes y apetecidos
favores." (…)
"Contra esta Ana Bolena montevideana desea la honorable
asamblea de las quinientas, que usted ejercite los rasgos misticopolíticos
de su pluma, para que esta amable sociedad se vea libre de una cloaca
de vicios e inmundicias. Nosotras tenemos un derecho para exigirlo
de V. y V. lo tiene para reclamarlo del gobierno, cuya primera obligación
es la conservación de este pueblo. Salus populi suprema est".
El golpe ha sido feroz. En un principio hubo estupor
público en Buenos Aires, luego la acción se da con
otro decorado: Trinidad Guevara se retira de la escena como protesta
y el gobernador Martín Rodríguez meses después
y por otros motivos- destierra al "sacerdote periodista"
a la frontera.
El público reclama insistentemente la aparición
de la actriz y atiende los resultados.
Silencio hábilmente auscultado entre bambalinas.
Finalmente se da a publicidad en hoja suelta y firmado
el siguiente texto que nos ha llegado mutilado:
"Exposición de este Coliseo de doña
Trinidad Guevara a consecuencia del libelo infamatorio publicado
en el nº 60 del Teofilantrópico:
Público respetable: La agresión tuvo por
causa el propósito de defender el decoro de la Sra. Ugier
(...)
y un periodista sacerdote ha venido a ser el sacrificador,
Así se me ha calumniado en un papel que bien podría
servir de tumba a la libertad de imprenta en el país más
fanático de ella. Según el autor yo pertenezco a las
furias, no a las mujeres. Pero ¿he dicho cosa alguna contra
esa señora Ugier?
¿He obrado yo contra ella o ha sido el mismo público?
Y aunque fuere justo vengarse de mi ¿sería preciso
que un periodista sacerdote fuera el sacrificador y la gran Buenos
Aires el templo donde yo fuera sacrificada?" (….)
"Enemigos tan miserables, cobardes y viles cuanto
son de enmascarados, yo espero en vano que se quiten la máscara
, o al menos muestren las armas con que hieren. Lo sé muy
bien, pero yo debo esperar por satisfacer al menos a un público
que me ha distinguido tanto en mi profesión y a quien se
asegura que tanto he ofendido con mi conducta. Espero pues hasta
un término regular. Pasado este, yo me veo precisada a regresar
al lugar pobre donde nací; y cuando no lleve allí
la satisfacción de haberme vindicado de calumnias tan atroces
como yo quisiera, llevaré sí la de que su misma deformidad
las hace inverificables en cualquier mujer; que ellas han sido levantadas
por una negra venganza ante un pueblo ilustrado ; y que por los
conocimientos de mi persona y por su penetración reputará
como una mujer no criminal sino infeliz a Trinidad L. de Guevara".
La línea final que llega hasta nosotros es sencillamente
la voz de una mujer profundamente conmovida.
Se trata del único documento que conocemos en
donde aparece la firma completa del personaje con la "L"
paterna de Ladrón que le da pertinencia histórica.
Inmediatamente después de este suceso la carrera
de Trinidad Guevara se eleva hasta alcanzar su cenit, trabaja incansablemente,
viaja en giras, participa de la creación de diferentes cooperativas
teatrales y es reconocida como la principal actriz de su tiempo
en el Río de la Plata.
SU REPERTORIO
Conocemos parcialmente los títulos de las obras
que logró llevar a escena. La actividad que desarrolló
nos habla de un constante cambio de estéticas y de escuelas
teatrales; constituye un verdadero paradigma en tiempos del fin
del neoclásico y comienzos del romanticismo.
Entre las obra en las que actuó mencionamos:
"Otelo" y "Hamlet" de Shakespeare
; "Orestes" y "Roma libre o el Bruto" de
Alfieri ; "La mujer curiosa" de Goldoni; "La escuela
de las mujeres" y "El tartufo" de Moliére
; "Dido abandonada" de Pietro Metastasio; "El
Cid" de Corneille; "Hernani", "María
Tudor" y "Margarita de Borgoña" de
Víctor Hugo ; "Los exteriores engañosos "
de Boussy; "Las novicias del claustro" de La Harpe;
"El amor y la intriga " de Schiller ; "Carlos
y Eduardo" de A. Duval; "Misantropía y Arrepentimiento"
de Kotzebue ; "Orestes" de Quintana; "Guatimoc"
de Fernández de Madrid ; "Aristodemo" de Cabrera
Nevares ; "El Siripo, cacique de los Timbúes en
el Paraná "de Lavarden ; "Isabel , reina de Inglaterra",
"Pablo y Virginia" ,"Dido " y "Argia"
de Juan Cruz Varela.
EL INTENTO DE SUICIDIO DE LA TRINIDAD
Pasan cinco años.
Estamos en 1826. La actriz se ha vuelto célebre;
tiene ya tres hijos: Carolina (1816) fruto de sus amores con Oribe,
vive en Montevideo; Caupolicán (1819) y Domitila (1824) son
el resultado de su unión con Gallardo y a pesar de que no
se han casado, los niños aparecen con el nombre de su padre.
La situación del teatro es inestable, lo mismo que en la
política, ya que inmediatamente después de la guerra
de independencia, aparecen los primeros enfrentamientos entre dos
idearios que ya se perfilaban como irreconciliables: los federales
y los unitarios.
Un empresario teatral asoma la cabeza, se trata de José
Olaguer y Feliú, un patricio rico, guerrero de la independencia,
miembro de la Sociedad del Buen Gusto de Teatro, que además
es muy apuesto y con ideas novedosas. A partir de él se descubrirá
que el teatro puede ser también un buen negocio y se instalan
los melodramas en la escena bonaerense. No estamos hablando en términos
de géneros dramáticos ni de ficción, pues al
segundo medallón de Gallardo al cuello, le sucedió
en 1826 el de este señor que provocó otro escándalo:
"Por haber regalado a la comediante un relicario
perteneciente a su madre, el famoso "Relicario de la Reina"
lucido sin empacho en las tablas" – según frase
de Celia de Diego.
En este contexto de pasiones románticas explosivas
surge un documento:
"Asiento policial.
Ante el comisario Juan Bautista Perichón.
Trinidad Guevara expresa que tomó por equivocación,
en lugar de un calmante para sus frecuentes dolores de cabeza, cierta
dosis de arsénico (menos de una cucharadita de café).
Sin duda habría perecido sin auxilio alguno a
no haber oído sus gritos la familia que acudió al
momento con algunos amigos a favorecerla. El arsénico se
lo dio su compadre el doctor Díaz Velez, para matar las ratas
que se habían apoderado de su casa. Buenos Aires julio 13
de 1826." Archivo. Gral. de la N. A.
Aclaración pertinente:
Hasta el día de hoy, la Iglesia está indisolublemente
ligada al Estado en la República Argentina.
Durante todo el siglo XIX la figura de el suicidio
fue considerada como delito grave; el suicida era "castigado"
no recibiendo los sacramentos, sus restos eran enterrados fuera
de los recintos amurallados de los cementerios y su nombre borrado
de los registros eclesiásticos. En caso de sucesión
de bienes patrimoniales, el asunto se complicaba pues la mayoría
de los documentos donde constaba la identidad se remitían
a las partidas de nacimiento dadas originalmente en las parroquias.
Se conocen casos donde se suprimió la línea parental
que correspondía al suicida, quedando sus descendientes fuera
de las cláusulas testamentarias.
Todas estas figuras legales teñidas de religiosidad
confusa eran conocidas, temidas y evitadas como un verdadero tabú
social.
En el caso de los intentos fallidos el "actuante"
era demandado por el Estado, debiendo comparecer ante un tribunal
ordinario de lo civil que resolvía en el caso.
Si el tribunal lo consideraba culpable corría
el riesgo de prisión (de 3 a 6 años) y pago de una
multa.
Resulta evidente que quien sobrevivía a una experiencia
de este tipo no tendría ni interés ni fuerzas para
enfrentarse a querellas judiciales tan graves.
Al "actuante" sólo le quedaba como
recurso replantear el tema dando pistas falsas o encarando
un relato que lo eximiera de sus "culpas".
Existen muchos casos parecidos que se pueden rastrear
en los archivos policiales, pues allí era donde se hacía
el presumario. Casi todos parecen formar parte de un modelo prefabricado,
las palabras "accidente", "descuido", "equivocación",
"sin conocimiento de responsabilidad" dan el perfil
del drama.
¿En el caso de Trinidad se trató verdaderamente
de un intento de suicidio? Es muy posible.
En todo caso ¿qué es en definitiva ese
asiento policial sino teatro?
La indicación, reticente, ambigua y entre paréntesis
en el original de: "(menos de una cucharadita de café)"
no es acaso la aclaración, la voz de ella?
Desde noviembre de ese año Trinidad Guevara se
aparta de la Compañía y se va de gira por Córdoba y
posteriormente a Chile donde se quedará por dos años.
Suponemos que se separa definitivamente de Olaguer y
Feliú. Pero aún tendrá dos hijos más,
esta vez ya con su propio apellido, por lo que aparentemente también
se apartó de Gallardo.
Se menciona insistentemente a Juan Casacuberta como a
otro de sus amantes.
UNA ACTRIZ SOLTERA Y MADRE DE SIETE HIJOS
Trinidad Guevara tuvo siete hijos naturales, ellos son:
1.-Carolina Martina Oribe.21.2.1816-(…)1839.
Se casó en Montevideo con Avelino Lerena, personaje
vinculado a los círculos oribistas.
2.-Domitila Gallardo. Circa 1824.-(…)
Se casó en Chile con Francisco Acuña del
Solar, de origen patricio e hijo de Benjamín Acuña
Mackenna, que fue presidente del país trasandino
en 1829.
3.-Martín Augusto Caupolicán Gallardo .11.11.1819-(…)1881.
Alcanzó el grado de capitán en el ejército
argentino. Según algunas versiones peleó junto al
general
Paz en el sitio de Montevideo durante la Guerra Grande.
4.-Adolfo Gallardo (…)
5.-Arturo Gallardo (…)
6.- Laurentina Guevara. 15.1.1831-(…)
Desde niña subió a las tablas acompañando
a su madre en el baile y el recitado. De adulta logró
amplia trayectoria. Se casó con un empresario
teatral: el coronel Pedro Lacasa.
7.-Dolveo Guevara. 13.5.1840-(…)
Coronel argentino. Estuvo al frente del batallón
"General Mitre" en las batallas por la federación
de
Buenos Aires en 1880, donde resultó herido.
Resulta muy difícil para la sensibilidad contemporánea
percibir la problemática de la madre soltera y del hijo natural anterior
a la primera guerra mundial. Hay una espesa bruma entre los documentos
y testimonios que manejamos y el espacio de los prejuicios y de
las fuerzas que eran capaces de desatar. Sabemos sí, que
alrededor de estas figuras se planteó el estigma, el repudio
y la expulsión social, pero desconocemos el nivel de presión,
el marco de resonancias simbólicas de una cultura que
tenía a la familia legal como modelo y unidad básica
de su estructura. Es evidente que Trinidad Guevara supera los condicionamientos
y prejuicios de su tiempo al criar y educar los hijos sin haber
contraído matrimonio legal; se trata de una precursora, revela
una fortaleza anímica y moral, una capacidad de supervivencia
que anuncia nuevos tiempos para la mujer, trazando al mismo
tiempo, nuevos marcos de referencia que serán tenidos en
cuenta por las generaciones siguientes.
LA GUERRA GRANDE
A fines de los años 30 del siglo XIX la situación
política del Río de la Plata es convulsiva.
Angel Curotto en su artículo "Trinidad Guevara",
al describir la situación de los artistas del teatro en esos
momentos, acierta en subrayar que:
"Fue así que, unas veces perseguidos y otras
huyendo de gobiernos prepotentes o dictatoriales, aquellos hijos
de la farándula cruzaron el Plata en muchas ocasiones empujados
por las circunstancias, buscando siempre "del otro lado del
río" , horas de paz y un escenario a donde trabajar.
Cuesta imaginar las condiciones dramáticas en que ellos (Morante,
Casacuberta y Trinidad) y otros humildes comediantes debieron varias
veces, atravesar a lomo de mulo, la cordillera de los Andes para
encontrar en los teatros chilenos una fuente de trabajo y una oportunidad
para enseñar, fuera de fronteras, el prestigio que animaba
el incipiente teatro rioplatense."
Domingo Faustino Sarmiento, muy discutible en cuanto
a su posición ideológica, es a veces un excelente
paisajista de su época, en sus "Memorias del Plata" nos
da estas exactas impresiones sobre el conflicto bélico:
"Un ejército argentino sitiaba la plaza
a las órdenes de un montevideano; y la plaza había
improvisado y sostenido su resistencia a las órdenes de un
general argentino. La prensa del Cerrito redactábanla montevideanos
y la de Montevideo los argentinos; y en ambos ejércitos y
en ambos partidos, sangre y víctimas de una y otra playa,
confundían sus charcos o sus ayes en la lucha que fomenta
el río que los une en lugar de dividirlos ."
El montevideano que lideraba el ejército argentino
era Manuel Oribe y el general argentino que defendía Montevideo
era Juan José Paz ; dentro de las murallas convivieron en
la redacción de periódicos y en los puestos de lucha los
jóvenes proscriptos argentinos: Florencio Varela, Bartolomé
Mitre, Esteban Echeverría, Juan María Gutiérrez,
Juan Cruz Varela, José Rivera Indarte, Hilario Ascasubi,
Alberdi, Cantilo, Sarmiento y Juan Thompson.
EN UNA CIUDAD DE MUCHAS LENGUAS, TEATRO EN MEDIO
DE LA GUERRA
Había dos teatros funcionando: el Del Comercio
y el Italiano. En pleno sitio, se demuele el primero de ellos y
en su lugar se funda el Teatro San Felipe. Sin duda que había
movimiento teatral, es más, la juventud intelectual que acompañaba
a los sitiados, reforzada por los exiliados argentinos, se empeña
en descubrir nuevas vertientes expresivas que de alguna manera representen
ese momento histórico.
Fernando Quijano escribe, dirige y actúa su "¡Quién
diría!" acompañado de una muchachada entusiasta
a cuatro meses de iniciado el conflicto.
Esta pieza desgraciadamente se ha perdido, pero existen
testimonios de época que la referencian debido al éxito
y a las circunstancias de su representación.
Sabemos que "¡Quién diría!"
aludía a los sucesos del día y muy especialmente a
la actitud de los pobladores de la ciudad de Montevideo que integrados
en batallones civiles, sin preparación y sin armamento adecuado,
intentaban mantener el clima de resistencia.
Es en ese momento que se organizan las brigadas de los
extranjeros para sumarse a la lucha. La legión italiana,
al mando de Garibaldi y la brigada francesa al mando de Thiébaut
eran las más numerosas, a las que le seguían otras
colectividades, como la legión argentina y la de los vascos
y negros libertos.
Se trató entonces de una resistencia que debió
resolver no sólo la problemática del orden militar
sino también operacional, en lo que tiene que ver con los
factores de lengua de grupos humanos numerosos integrados por culturas
y tradiciones diferentes. Sin duda que trabajar dramáticamente
sobre este tema tenía sus riesgos. Quijano parece ser
que se las arregló muy bien para concretar una pieza con
sabor costumbrista, donde estaban representados los distintos grupos
y clases sociales, cada uno con su correspondiente perfil en juego
de contrastes. El tono general, según los informes, fue reidero,
ameno y diseñado evidentemente para exaltar los ánimos
y crear un clima de contención y solidaridad en medio de
tiempos difíciles.
"¡Quién diría!" creó
un modelo de referencia, un modo de decir y de hacer teatro que
despertó mucha curiosidad entre los especialistas. Durante
mucho tiempo se habló de ella, se discutió sobre el
valor agregado de esa "realidad" ficcionada y del sentido
de su oportunidad social.
No es casual que la pieza desapareciera inmediatamente
después de acabado el conflicto bajo el poder de una ideología
cuyo lema fue : "Ni vencidos ni vencedores". Decididamente
que "¡Quién diría!" molestó
a quienes querían olvidar.
Robert Elwes, un artista inglés que visita la
ciudad en los días de mayor enfrentamiento observa que:
"Los de afuera disparan si ven a alguien cerca
de las líneas, y los de adentro tienen la costumbre de enlazar
a la gente y robarla, si uno se acerca al desembarcadero por la
noche. Montevideo no sólo está sufriendo un largo
asedio, sino que se ha convertido en una especie de refugio para
los vagabundos descontentos de todos los países de Europa.
Ingleses, franceses, italianos, alemanes, vascos, van allí
como mercenarios, y se consideran que están luchando por
la libertad del país. Las naves de guerra también
van a proteger el lugar; los franceses desembarcan sus tropas, los
ingleses, sus marinos, pero apenas saben por qué están
luchando, o a quién están apoyando."
En 1842, 1844 y 1848 la actriz viajó a Montevideo.
En medio de ese clima de inseguridad pública,
de confrontación ideológica y altas tensiones, se
necesitó por parte de Trinidad Guevara de un verdadero coraje
para enfrentar a ese público. Se sabía que su ex amante
Manuel Oribe era el general sitiador desde 1843 y se rumoreaba
que su hijo Caupolicán Gallardo estaba involucrado en el
sitio. Por un lado tenía el apoyo de los exiliados porteños,
entre los que se contaban autores dramáticos que habían
escrito para ella, como Juan Cruz Varela y de admiradores entusiastas
como Bartolomé Mitre, Hilario Ascasubi y Florencio Varela;
también podía contar con sus viejos compañeros
de Casa de Comedias, Fernando Quijano y Petronila Serrano, con los
cuales siempre se llevó bien, pero ¿qué podía
esperarse de los espectadores de Montevideo ante esta mujer?
¿Qué significaba su presencia en esos momentos
tan dramáticos del país?
¿Ella representaba la contracara de Manuel Oribe?
¿Sería vista como una víctima o como una mujer
que logró liberarse del poder oribista? ¿Ideológicamente
era su opuesto? Seguramente algo de esto hubo, sino no se le hubiera
permitido presentarse en escena.
No tenemos información acerca de las resonancias
de las crónicas teatrales, pero podemos dar el marco contradictorio
de la época con un curioso informe militar que la involucra.
En el "Diario de los movimientos de la línea
y de los que hace el enemigo" recogidos por el coronel Ramón
Lista (Arch. General de la Nación R.O.U.) aparecen datos
del bombardeo, específicamente los disparos de cañón
hechos por uno y otro bando desde el 1º de agosto de 1844 hasta
la terminación del sitio. Elegiremos dos fechas y su correspondiente
contexto. Trinidad Guevara se presentó en Montevideo en marzo
y julio de 1848, el año en que se dio mayor enfrentamiento.
Año |
Mes |
Sitiadores |
Sitiados |
Totales |
Pasados |
1848 |
Marzo |
*63 |
*171 |
*234 |
10 |
|
Abril |
5 |
7 |
12 |
1 |
|
Mayo |
22 |
50 |
72 |
9 |
|
Junio |
8 |
105 |
113 |
9 |
|
Julio |
*73 |
*294 |
*367 |
8 |
Las fechas de sus estrenos coinciden con las de mayor
bombardeo. Aclaramos que Julio es el mes en que por tradición
se festeja en la Banda Oriental la Jura de la Constitución,
se daban fiestas, bailes y por supuesto, funciones de teatro. Sin
duda que semejante alboroto de cañones le dio un marco excepcional
a esas veladas, pero ¿significó algo más? ¿Esas
figuras paradigmáticas de Trinidad y de Oribe no representaban
de alguna manera la sensibilidad romántica?
Fermín Ferreira y Artigas analiza en sus cartas
los momentos finales de la guerra:
"En el estado a que se halla Montevideo después
de más de ocho años de asedio, nos hemos ido acostumbrando
a una vida metódica y regular, y si se me es permitido explicarlo
así, nos hemos ido familiarizando con nuestra situación
… Las reuniones, los paseos, el teatro, se suceden periódicamente,
desaparecen y vuelven de nuevo a animar el espíritu de la
población."
APOGEO, VEJEZ Y FINAL
El retiro de la escena de Trinidad Guevara tuvo lugar
en el Teatro El Porvenir de Buenos Aires el 25 de noviembre de 1856
con el drama de Albi :"La cisterna". Así comenta
el evento el periódico El Nacional al día siguiente
del estreno:
"Coronas de flores mil llovieron sobre Trinidad
Guevara en cuanto pisó el escenario , y apenas su clara ,
argentina voz , su dulce acento resonó en la sala , se sintió
ese sordo murmullo de viejos pechos que latían en escenas
aún no olvidadas : La Guevara en las tablas y a sus años.
¡Cuántas memorias no despertaba aquella noche! ¡Más
ay! , en muchos corazones palpitaba otro sentimiento , y era que
les parecía injusto que aquella Trinidad Guevara que conservaba
el talento de conmover , no se conservase también la misma
actriz joven , amada , noble y hermosa de 30 años antes.
Este es el mayor triunfo de su carrera."
El olvido comienza a hacer su tarea , en 1867 con motivo
de un censo , el funcionario que la entrevista no la reconoce y la
anota como "costurera".
La leyenda insiste en enmascararla con distintas
historias hasta el final .
En razón de su muerte , se dijo que había
sido asaltada por perros enfurecidos o por la acción de la
Mazorca que la había metido en un barril con brea caliente
.
En realidad fallece en casa de su hija Laurentina
donde había pasado sus últimos años , el 24
de julio de 1873 , pobre y olvidada de todos.
Sus restos fueron llevados al cementerio del Norte (Recoleta)
y sepultados en la bóveda de la familia de Eulogio Zemborain
, personaje vinculado a la vida teatral porteña en la época
de Rosas.
____________________________________________________________________________________
* Bibliografía referenciada general.
Acchiardi , P. "Juan Aurelio Casacuberta y el arte
del actor" en Cuadernos de Cultura Teatral, Buenos Aires,
1939.-
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