LA ESCENA IBEROAMERICANA. COLOMBIA
EL TEATRO EN COLOMBIA DESPUES DE 1940

Carlos José Reyes

El teatro en Colombia, después de 1940, da algunos pasos importantes para establecer una continuidad y consolidar la obra de una serie de autores, como no lo había hecho en las décadas anteriores. Si bien el Siglo XIX y los primeros años del Siglo XX presentan una nutrida lista de autores y obras, estas se dan de un modo esporádico y sin contar con grupos ni salas que permitieran ir formando un público estable para el teatro.

Para comprender el surgimiento y desarrollo del moderno teatro colombiano es necesario acudir a varias instancias que jugaron un papel decisivo en tal eclosión, como fueron las primeras escuelas teatrales, los festivales de teatro, nacionales e internacionales, pero en primera instancia, en un orden cronológico, la implantación en Colombia de la radio y la televisión, que ayudaron a garantizar un status más profesional a la actividad escénica.

Aunque ya habían aparecido algunas esporádicas emisoras, como la HJN, que hacía parte de los servicios de la Biblioteca Nacional entre 1932 y 1934, la radio cultural se consolidó con la Radiodifusora Nacional de Colombia, durante el gobierno del presidente Eduardo Santos, en 1940. Esta emisora tuvo una gran importancia para el surgimiento de nuevos autores teatrales, que encontraban en ella un medio para hacer conocer sus obras, concebidas por completo dentro del género dramático. Al mismo tiempo, y para poder contar con el elenco que estas obras requerían, surgieron directores y animadores teatrales que emprendieron la tarea de formar actores, que pudieran alternar las funciones en vivo con el radioteatro. En este aspecto fue determinante la tarea pedagógica llevada a cabo por Bernardo Romero Lozano, quien había iniciado sus tareas artísticas en el Conservatorio de Música, pero luego se dedicó de lleno al arte escénico, tanto en la dramaturgia como en la actuación y dirección, convirtiéndose en un notable maestro de los primeros actores de la radio y la televisión.

Entre los autores que dieron a conocer sus creaciones a través de la radio, podemos mencionar al poeta, dramaturgo y académico Gerardo Valencia, autor de las obras "Chonta", "El hada imprecisa", "Cuento de miedo", etc; José Enrique Gaviria, quien hacía parte del grupo de "Los Nuevos"; Rafael Guizado, autor de "Verano", "Brazos caídos", pieza de tema social, "Squerzo" y "El hombre de las cerillas", concebida como una fantasía para radio.

LOS PRIMEROS PROMOTORES

En estas primeras décadas del Siglo XX, se encuentran varios directores y dramaturgos que habían iniciado sus actividades años atrás, pero que en la década de los años 40 se hallaban en pleno apogeo y constituían la plana mayor de las artes escénicas en el país. Los más importantes, por su continuidad y el impacto logrado frente al público de aquellos años eran Luis Enrique Osorio, que había estrenado su primera obra en 1917 y por los días a los que nos referimos había creado su propio grupo teatral, la Compañía Bogotana de Comedias, con la cual estrenó la mayor parte de sus obras, así como la de otros autores afines a su concepción de un teatro nacional y popular; Antonio Alvarez Lleras, odontólogo de profesión, quien poco a poco fue dedicando la mayor arte de su tiempo a la escritura de dramas y comedias, así como a la creación de su propia compañía, llamada Renacimiento, con la cual estrenó la mayor parte de sus obras. Emilio Campos, "Campitos", autor de sainetes y revistas de sátira política, cuyo humor caricaturesco vino a influir sobre muchos autores y obras posteriores, y Víctor Mallarino, declamador, actor, director de escena, comediógrafo y promotor cultural, quien dirigiera durante varios años la Escuela Nacional de Arte Dramático, en la cual se formaron muchos de los actores y directores que hicieron parte más tarde de la escena nacional.

Este grupo de autores y directores un tanto improvisados, que seguían los lineamientos de un teatro de corte costumbrista y de comedia de situaciones cotidianas, con una marcada influencia de los dramaturgos españoles de la época, iba a consolidar, sin embargo, una continuidad en la actividad escénica y a formar un amplio público, especialmente en el Teatro Municipal y en algunas salas de marcada audiencia popular que combinaban las funciones de teatro vivo con la proyección de películas, como era el caso del Teatro Faenza, que aún existe en la calle 22, el teatro Atenas, el San Jorge, el Caldas, el Lux, el Mogador y otras salas ubicadas en distintos puntos de la ciudad, y que contaban con un adecuado escenario para las representaciones escénicas.

LOS TEATROS

Es de destacar la divergencia o estratificación, si se quiere, de las principales salas teatrales de la ciudad, en cuanto al tipo de obras o espectáculos que se representaban en ellas. De una parte estaba el Teatro Colón, decano de los teatros santafereños. Había sido creado como Coliseo de Comedias, a fines de la colonia, por un antiguo oficial de las milicias virreinales, don Josef Tomás Ramírez, en el año de 1791, y demolido alrededor de 1890, en el mismo lugar fue construido durante el gobierno del Presidente Rafael Nuñez, como uno de los actos conmemorativos del IV Centenario del Descubrimiento de América, razón por la cual fue bautizado con el nombre de Teatro de Cristóbal Colón. Este teatro, concebido con las reglas ortodoxas de los llamados "Teatros a la Italiana" se dedicaba a las más notables actividades culturales y en ciertas ocasiones políticas, desde un punto de vista selectivo y elitista. Allí se presentaban las compañías de ópera o las compañías itinerantes, la mayor parte españolas, pero también algunas argentinas, mexicanas o francesas que se atrevían a incluir en sus giras por Suramérica a esta ciudad andina y monacal. El teatro Colón tenía por aquellos días y hasta varias décadas más tarde un reglamento riguroso no sólo en cuanto al carácter selectivo de los espectáculos que allí se presentaban, sino también en relación con el público que asistía a ellos, reservándose el derecho de admisión de acuerdo con el atuendo y la presentación de quienes aspiraban a entrar a la sala. Se exigía un vestido adecuado y camisa con corbata para los caballeros, así como traje con falda para las damas. Cualquier desorden o descuido en la presentación era un motivo para impedir el ingreso de determinadas personas.

Al respecto tengo una curiosa anécdota personal de una presentación en el Colón, en el año de 1968. Ese año había montado, con un grupo de teatro universitario, una versión escénica de "Los funerales de la mama Grande y otros cuentos sobre Macondo", de Gabriel García Márquez. La obra había sido estrenada en el Teatro Tolima, de Ibagué, pero en esta oportunidad iba a ser estrenada en el Teatro Colón, dentro del Festival Nacional de Teatro de aquel año. Como algo realmente excepcional, por aquellos días García Márquez se encontraba en la ciudad, y de un modo sui generis nos había cedido los derechos de autor para esta representación. El incidente se produjo cuando el autor llegó frente a las puertas del teatro, y los porteros no lo dejaron entrar por no tener corbata. Después de algunos primeros intercambios de palabras, me llamaron a la portería, y Gabo dijo que si la corbata era obligatoria, él no entraba a la sala. Nosotros, por nuestra parte, dijimos que si no dejaban entrar al autor, suspendíamos la presentación de la obra. En este tenso diálogo nos hallábamos cuando la secretaria general del Colón apareció con una solución muy sencilla: en el guardarropa tenían algunas corbatas para prestarlas a los espectadores decentes que llegaran sin ellas. Sin embargo, García Márquez no aceptó aquella propuesta "por una cuestión de principios" y ofreció, en cambio, una solución macondiana: regalarle corbatas nuevas a todos los espectadores que se encontraban en la sala. Como a aquella hora no había tiempo de ir a comprar tal cantidad de corbatas, la secretaria ofreció otra solución que finalmente fue aceptada por nuestro autor: entrar sigilosamente cuando se hubieran apagado las luces de la sala, para que nadie lo viera. Entonces fue llevado a un palco, al lado del balcón presidencial, en forma clandestina. Sin embargo, al final de la función, alguien delató su presencia y llamó la atención del público, de tal modo que todas las miradas se volvieron hacia él, quien de un modo orgulloso, en medio de los aplausos, mostraba su camisa abierta, indicando que no llevaba corbata.

El posterior desarrollo de los festivales universitarios, y una cierta democratización en las costumbres, así como el cambio de las modas, lograron que se modificara aquella etiqueta y que los espectadores pudieran ingresar a la sala con la sólo exigencia de contar con su respectiva boleta, sin importar la forma como pudieran estar vestidos.

Frente a tales exigencias y carácter de la programación, el teatro colombiano, que aún no era considerado en términos selectivos, tenía su sede principal en el Teatro Municipal. Este teatro, también concebido como un "Teatro a la Italiana", había sido inaugurado en el año de 1889, gracias a la acción decidida de la Sociedad Filantrópica de Socorros mutuos de Bogotá. Una de las primeras obras en ser presentadas en el Municipal fue el "Don Juan Tenorio", de José Zorrilla, así como la ópera de Giuseppe Verdi "El Trovador".

A lo largo del Siglo XX se fue definiendo cada vez más el perfil del Teatro Municipal. En la década de los años 40, mientras en Europa se libraba la terrible 2ª Guerra Mundial, en América Latina y en Colombia las diferencias ideológicas y partidarias se iban haciendo más notorias, con sus lógicas repercusiones en la actividad cultural. Mientras el Colón era un teatro elitista, el Municipal se vinculó con las corrientes más populares del partido liberal. Allí tuvo lugar en 1929 una importante conferencia de Alfonso López Pumarejo, que contribuyó a crear las condiciones para que este partido volviera a tomar las riendas del poder, dando fin a más de cuarenta años de hegemonía conservadora. También allí tuvieron lugar los llamados "Viernes culturales", organizados por Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo popular que sería asesinado unos años más tarde, al medio día del viernes 9 de abril de 1948, produciendo un impacto que cambió no sólo la fisonomía y la vida de la capital, sino también el curso de la historia del país.

Pero en estos años, entre 1940 y 1948, el Teatro Municipal tenía un carácter amplio y abría sus puertas a la dramaturgia nacional del momento. Allí se presentaron las obras de Luis Enrique Osorio, Antonio Alvarez Lleras, Marino Lemos, Campitos, Ramón Rosales y otros autores nacionales. Tanto Osorio como Campitos lograron una amplia audiencia, por su carácter de sátira y comedia que lograba una fácil identificación con el público.

Emilio Campos, "Campitos", nacido en Chaparral en 1906, era un hombre de la bohemia, propietario de un bar al que había bautizado con el nombre de Stalingrado, por los días de la guerra. Cuando le preguntaron si tenía alguna connotación ideológica, Campitos respondió: "Noo... le puse el nombre de Stalingrado para que mis amigos no se lo tomen". La gracia personal de Campitos se destacaba sobre todo en la facilidad que tenía para imitar voces y actitudes de los personajes más destacados del momento. Por eso decidió organizar una especie de revista musical de sátira política, un poco al modo de Aristófanes en la Atenas clásica, para burlarse de los políticos en boga. Para ello usaba grandes máscaras de carnaval, con la imagen de los notables aludidos, y él encarnaba a los personajes principales usando sus grandes dotes imitativas.

En 1950 presentó Campitos Presidente, y más tarde "Los tres reyes vagos", "Cristóbal Colón en la facultad de medicina", "Qui´hubo de la alternación, mi señora Anunciación", "Marcelino vino y... ¡Pum!", "La punta del este" y "Los hijos de Anarkos".

De Campitos queda para el teatro colombiano el sentido del humor, la caricatura, la sátira a los conflictos y personajes políticos del momento, lo cual viene a ser su mayor mérito a la vez que su mayor limitación, por las concesiones complacientes y comerciales que hizo para ganarse el favor del público.

Una mayor complejidad dramatúrgica se encuentra en el teatro de Luis Enrique Osorio, el autor más prolífico del teatro colombiano en la primera mitad del Siglo XX. Osorio nació en Bogotá el 27 de marzo de 1896 y murió en la misma ciudad el 22 de agosto de 1966. Novelista, comediógrafo, periodista durante muchos años, Osorio fue a la vez un importante promotor de un teatro nacional y popular. Logró formar un público para el teatro, y a la vez, integrar un elenco profesional, muchos de cuyos actores hicieron parte de los primeros repartos de la televisión colombiana. Osorio fundó la primera Compañía Dramática Nacional, así como la Compañía Bogotana de Comedias. Su comedia de enredos y crítica social logró captar algunas situaciones y personajes prototípicos de la vida colombiana y bogotana. Quizás el más conocido y destacado sea "El doctor Manzanillo", ejemplo característico del oportunismo en la fauna política, de donde se desprenden las denominaciones de Manzanillo o "manzanillismo" para esta clase de personaje y actitud.

Entre sus más de cuarenta obras, y aparte de "El doctor Manzanillo" y "Manzanillo en el poder" se destacan comedias como "El rajá de Pasturacha", "El zar de precios", "La imperfecta casada", "Ahí sos, camisón rosao", "Adentro los de corrosca", "El loco de moda", "Préstame tu marido", "Al son que me toquen bailo" o "Ciudad alegre y coreográfica", su primera obra, estrenada en 1917.

El Teatro Municipal fue el escenario predilecto de Osorio; allí formó su público y estrenó la mayor parte de sus obras. El carácter popular y el ideario liberal de sus comedias lo acercó a ese mismo público que aplaudía los discursos vehementes de los "Viernes culturales" organizados por Jorge Eliécer Gaitán. Al terminar el período de la llamada "República Liberal", con la división de este partido entre las candidaturas del doctor Gaitán y el doctor Gabriel Turbay, y el triunfo en las elecciones de 1946 del doctor Mariano Ospina Pérez, candidato del partido conservador, la situación cambió de un modo radical.

Gaitán fue nombrado jefe único del liberalismo, y en tal calidad, inició un movimiento "por la reconquista del poder". Organizó grandes marchas, para protestar por la persecución contra algunos dirigentes populares y los primeros brotes de violencia que se presentaban en algunas regiones del país. La fricción entre los dos partidos tradicionales, el liberal y el conservador, había cobrado un nuevo auge, y por lo tanto, nuevas víctimas de parte y parte.

El ambiente estaba caldeado con ocasión de la organización de la Conferencia Panamericana, que dio origen a la OEA. Precisamente el dirigente liberal no había sido invitado a ella, causando un notable malestar entre las filas de su partido. La tragedia sobrevino cuando al mediodía del viernes 9 de abril de 1948, Gaitán fue asesinado a quemarropa frente al edificio donde tenía su oficina, en la carrera 7ª, a unos pocos metros de la Avenida Jiménez.

A partir de ese instante la vida nacional cambió por completo. La muerte de Gaitán fue el fogonazo para el gran incendio. Muchas edificaciones del centro de la ciudad, que representaban centros de poder político o religioso, fueron pasto de las llamas. El clásico tranvía bogotano, que recorría la antigua Ralle Real o carrera 7ª, fue totalmente aniquilado. Cada uno de estos vehículos fue incendiado, en medio del furor popular. En dos o tres días de violencia y saqueos quedaron centenares de muertos en las calles. La ciudad bucólica y pintoresca de la Gruta Simbólica y los poetas centenarios había desaparecido para siempre.

También la cultura, la narrativa y el teatro sufrieron el impacto de la oleada de violencia causada por el llamado "Bogotazo". En los propios títulos de las comedias de Luis Enrique Osorio se observa el reflejo de aquellos días oscuros: "Toque de queda", "El rancho ardiendo", "Nube de abril", "Bombas a domicilio" o "Pájaros grises" son testimonio de la violencia de aquellos días.

Con la muerte de Gaitán se inició la época de la llamada "Violencia en Colombia", y que a grandes rasgos, se extendió entre los años de 1948 y 1954, cuando el gobierno del general Rojas Pinilla firmó la paz con las guerrillas liberales del llano. Una paz breve y frágil, como podemos constatarlo en el presente.

Algunos años antes, al comienzo del gobierno del ingeniero Laureano Gómez, el Teatro Municipal, símbolo de un teatro crítico y popular, y sobre todo, un baluarte del gaitanismo, fue demolido, con el pretexto de que tenía graves daños en su estructura y estaba a punto de caerse. Por conocimiento directo del jefe de tramoya de la época, señor Luis Lasprilla, pude enterarme de la verdad del asunto: él había solicitado el cambio de algunas vigas de la parrilla o telar del teatro, lo cual era un arreglo menor de simple mantenimiento, y con esta excusa, se ordenó la demolición.

Sin duda, la liquidación del Municipal fue una gran pérdida para el teatro colombiano. Otras salas de barrio, como el Teatro Caldas, el Faenza o el Imperio, tuvieron que reemplazarlo, aunque ninguna de ellas tenía la historia, el prestigio o la calidad de aquel teatro, situado entre el Palacio de Nariño y el Capitolio Nacional, al lado del observatorio astronómico.

Para compensar en parte aquella pérdida, el Ministerio de Educación, durante el Gobierno de Laureano Gómez, ordenó la creación de la Escuela Nacional de Arte Dramático, dándole como sede el Teatro Colón y como espacio anexo de clases la pequeña sala llamada del Palomar, situada en lo más alto del teatro, sobre los palcos de la galería. El inicio de las actividades de esta Escuela nos lleva a otro apartado de nuestra exposición:

LAS ESCUELAS DE TEATRO

En el año de 1951, siendo director del Teatro Colón don Juan Peñalosa Rueda, surgió la idea de fundar una Escuela o Academia teatral, inspirado en los avances que se habían logrado por parte del teatro universitario Chileno. La idea le vino a Peñalosa desde cuando estuvo en Santiago de Chile entre 1942 y 1945, al conocer el Teatro Universitario creado por Pedro de la Barra. Por aquellos días escribió al entonces rector de la Universidad Nacional, doctor Carrizosa Valenzuela, contándole la idea, que tuvo una cierta acogida en algunos intentos realizados por Bernardo Romero Lozano con alumnos de la universidad.

Sin embargo, fue en el teatro Colón donde germinó la iniciativa y para esto, en una primera etapa se pensó en traer un director español que tuviera la suficiente experiencia e idoneidad para organizar un centro docente en el campo del arte dramático, y pudiera garantizar la eficacia y calidad que se esperaba. Fue así como se contrató a don José María de Mena, antiguo director de la Escuela de Arte Dramático de Madrid, para que organizara la Escuela del Colón e iniciara las tareas. Dentro del proyecto, también se esperaba contar con una Compañía Nacional de Teatro que hiciera temporadas tanto en el Colón como en otras ciudades del país. La Escuela fue inaugurada el 24 de abril de 1951, con la asistencia del Presidente de la República, doctor Laureano Gómez.

Un poco más tarde se encargó de la dirección de la Escuela Nacional de Arte Dramático el actor, comediógrafo, declamador y director teatral Víctor Mallarino, quien adelantó su tarea en compañía de profesores como el español Enrique de la Hoz, asesor y director adjunto, José María Pineda, el pintor Francisco Gil Tovar, como profesor de escenografía y más tarde, la directora brasileña Dina Moscovici y otras figuras en las distintas áreas de la enseñanza.

La Escuela pronto comenzó a montar obras y realizar temporadas. A finales de cada año, realizaba muestras de los distintos trabajos, y presentaba un pequeño festival con sus obras. Sin duda, los autores más representados eran españoles; entre ellos, el más acogido en el repertorio fue el comediógrafo Alejandro Casona, con piezas como "La barca sin pescador" o "Los árboles mueren de pié". También se llevaron a escena en esos primeros días de la Escuela el drama "María Antonieta", de Joaquín Calvo Sotelo, y las comedias españolas "Una noche de primavera sin sueño", de Enrique Jardiel Poncela, "Don Juan Tenorio", de José Zorrilla, dirigida por Víctor Mallarino, y "La casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca, también llevada a escena por Mallarino.

Aparte de su trabajo como maestro, actor y director, Mallarino también escribió algunas comedias que fueron presentadas tanto en teatro, como en la radio y en la televisión en sus primeros años, en los cuales los programas eran presentados en vivo y en directo, con un concepto eminentemente teatral. Entre estas obras podemos mencionar su comedia "Hogar dulce hogar", que antecedió a un tipo de comedia familiar que más tarde se hizo muy popular en televisión, en programas como "Yo y tu", de Alicia del Carpio o "Dejémonos de vainas", de Bernardo Romero Pereiro y Daniel Samper Pizano. "Hogar dulce hogar" mostraba las peripecias de la Aristocrática familia Vicuña y el "maistro" Otoniel Contreras, representado por el propio Mallarino. Con la Escuela de Arte Dramático también llevó a escena su comedia: "Un poeta de ayer y una niña de hoy".

También en Cali se tuvo un interés especial por la formación de actores y por el desarrollo de un movimiento teatral estable, y de este modo, fue creada la Escuela Departamental de Teatro, que dio origen al Teatro Escuela de Cali, TEC, el decano de los grupos estables del país, que aún existe en su propia sede en la capital del valle, bajo la dirección de Enrique Buenaventura.

La Escuela Departamental de Teatro de Cali nació en 1954, gracias a la iniciativa del doctor Pedro Pablo Morcillo El primer director fue otro conocido hombre de teatro español, don Cayetano Luca de Tena, quien vino expresamente de Madrid a organizar la Escuela. Sin embargo, don Cayetano era más un director de escena que un formador de actores, como lo demostró en el montaje de El sueño de una noche de verano, realizado con el grupo de alumnos más avanzados de los primeros dos años de la Escuela.

En la primera etapa de la Escuela de Cali existía además un grupo de teatro negro, que se propuso la tarea de montar obras de autores de etnia negra, mostrar el aspecto teatral del folclore y divulgar las tareas artísticas de la cultura de color de la costa pacífica colombiana, con sus ritmos musicales y los relatos de cuenteros populares. Muchos de estos elementos sirvieron más tarde como materia prima en la dramaturgia de Enrique Buenaventura, a la cual nos referiremos más adelante.

Fue precisamente Enrique Buenaventura quien se encargó de la dirección de la Escuela Departamental, una vez terminada la labor de Luca de Tena. Buenaventura acababa de regresar de un viaje por América del Sur, donde había sido testigo del proceso del nuevo teatro del Brasil y de Argentina. En Buenos Aires hizo contactos con miembros del Teatro Independiente, inspirado en los postulados experimentales de Leonidas Barleta y otros directores, y fue así como al conformar el nuevo profesorado de la Escuela invitó a hacer parte a algunos elementos del Teatro Independiente, como el actor y director Pedro Martínez, la actriz y promotora teatral Fanny Mikey, el actor y maestro Boris Roth, así como al profesor chileno Jaime Errázuris, que aportaba la experiencia de Pedro de la Barra con el teatro Universitario.

Poco a poco, alrededor de las dos escuelas se fueron conformando grupos de planta y eventos de gran trascendencia, como el Festival Internacional del Teatro Colón, en Bogotá, y el Festival de Arte en Cali. En ambos casos, la base primordial en el nacimiento de estos festivales fue el trabajo de las escuelas y las obras llevadas a escena por ellas. Estas actividades contribuyeron además, a la creación de otras escuelas y grupos, como fue el caso en Cali del Instituto Popular de Cultura, y en Bogotá de la Escuela de Teatro del Distrito, quienes a su vez sirvieron de base para la conformación de otros grupos.

A estas escuelas hay que sumar el hecho de la creación, en el año de 1953, de la Televisora Nacional de Colombia, durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla. Muy pronto, la programación en vivo de programas dramatizados y de teleteatros requirió de nuevos actores, y por esta razón, por iniciativa de Fernando Gómez Agudelo, el gestor de la televisión colombiana, fue traído al país el profesor japonés Seki-Sano, quien había sido alumno del renovador de la técnica de actuación, el maestro ruso Constantin Stanislavsky, director con Nemirovich Danchenko del teatro de Arte de Moscú, y había trabajado con uno de los principales discípulos y asesores de Stanislavsky, como fue Vladimir Toporkov.

La presencia de Seki-Sano en Colombia fue muy breve. Sus clases se prolongaron tan sólo a lo largo de un poco más de cuatro meses, en el año de 1956, pero fue suficiente para establecer un corte profundo entre el teatro que se hacía hasta entonces, y los nuevos métodos de trabajo para el entrenamiento del actor, o "Escuela de vivencia", como se llamaba al método de Stanislavsky.

Seki-Sano trabajó en la Escuela de Teatro del Distrito, en las galerías ubicadas en los sótanos de la Avenida Jiménez con carrera 8ª, y a estas clases prácticas asistieron varios de los actores y directores que más tarde conformaron los primeros grupos estables del moderno teatro colombiano. Fue el caso, entre otros, del actor y director canario, nacionalizado en Colombia, Fausto Cabrera, de Santiago García, Mónica Silva, Joaquín Casadiego y muchos otros. Los principales frutos del trabajo de Seki-Sano fueron recogidos en el teatro "El Búho", creado por Fausto Cabrera en 1958, tras su retiro de la Escuela de Teatro del Distrito, por divergencias con la administración capitalina. Es curioso ver cómo la creación de algunos de los grupos teatrales colombianos más sólidos surgió al romper su dependencia de entidades oficiales. Ese fue el caso de "El Búho", así como más tarde de la Casa de la Cultura, luego Teatro La Candelaria, al retirarse Santiago García y otros miembros del grupo de la Universidad Nacional, y el TEC de Cali, al iniciar su vida independiente tras el retiro de Buenaventura de la Escuela Departamental de Teatro de Cali, que fue liquidada alrededor de 1969. Estos aspectos, sin embargo, los veremos al tratar de los grupos escénicos, y en esta etapa, nos vamos a referir a

LOS FESTIVALES DE TEATRO

Desde el año de 1956 se han venido realizando importantes festivales de carácter nacional e internacional, primero en Cali y Bogotá, y más tarde en Manizales y en otras ciudades. En el caso de la capital, el origen de este evento fue la muestra de trabajos llevada a cabo por la Escuela Nacional de Arte Dramático, con obras dirigidas por Víctor Mallarino, Enrique de la Hoz, Dina Moscovici y otros profesores, en los años de 1955 y 1956. El interés despertado por este primer evento llevó a varios miembros de la sociedad y la cultura en Bogotá, a organizar el llamado Primer Festival de Teatro Internacional, efectuado en el Teatro Colón entre el 21 de octubre y el 9 de noviembre de 1957. Como Presidente honorario del Festival fue nombrado el Ministro de Educación, doctor Próspero Carbonell, el presidente del festival era Mister Robert K. Brady, el vicepresidente, el doctor Pedro Gómez Valderrama, notable escritor colombiano, y el secretario general y motor del festival durante varios años, el profesor de humanidades de nacionalidad húngara, señor Ferenc Vajta.

Con ocasión de este primer evento, el doctor Gómez Valderrama escribió en el programa:

"Las puertas del teatro de Colón van a abrirse para presentar un espectáculo inusitado, van a abrirse para mostrar en su plenitud la época que empieza en el teatro colombiano. Podrá haber defectos, podrán encontrarse deficiencias iniciales. Pero el señalamiento de estas no será otra cosa que una gran contribución a la integración de nuestro mundo teatral, todavía incipiente, pero que ya comienza a responder a la necesidad cultural de Colombia, y en el futuro habrá de responder cabalmente".

Nada más cierto. Aquel primer festival permitió vislumbrar el movimiento de estilos y tendencias no sólo del momento, ya que algunas de ellas iban a tener un desarrollo más amplio en los años siguientes.

Entre otros trabajos, la Escuela de Arte Dramático presentó "Seis personajes en busca de autor", de Luigi Pirandello, y "La casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca, bajo la dirección de Víctor Mallarino, así como una breve pieza de corte vanguardista: un fragmento de Hambre, de Knut Hamsum, en adaptación y dirección de Dina Moscovici, directora brasileña que contribuyó en forma notable al conocimiento de los autores de vanguardia europeos. Con el grupo de la Universidad de América la misma directora Moscovici presentó dos obras de esta corriente: "La consagración de la noche", de Jean Tardieu y "Humulus el mudo", de Jean Anouilh y Jean Aureche. Un grupo conformado por actores de la Televisora Nacional, bajo la dirección de Manuel Drezner, presentó "Antígona", también de Jean Anouilh.

La única obra colombiana presentada en este primer festival fue la obra "Cuento de nochebuena", escrita y dirigida por el historiador y comediógrafo Oswaldo Díaz Díaz.

Lo que dio al festival el nombre de Internacional no fue el hecho de que vinieran grupos de otros países, como ocurrió con otros festivales años más tarde, sino la presencia de elencos conformados por institutos y organizaciones culturales extranjeras, pero residentes en Bogotá. Algunos de estos grupos mantuvieron una actividad estable a lo largo de varios de estos eventos, como fue el caso de The Bogotá Players, dirigido por Robert Ewan, quien presentó una comedia de Norman Mc Kinnel, titulada "The bishop´s canlesticks" (Los candelabros del obispo), inspirada en un fragmento de la novela "Los miserables", de Víctor Hugo. Este grupo, fundado en 1942, había presentado varias obras, entre otras, las comedias de Bernard Shaw "Santa Juana" y "Las armas y el hombre".

Das kleine theater, "El pequeño teatro", en lengua alemana, dirigido por Peter Annelies Muelhaupt y el educador Jaime Quijano Caballero, más tarde fundador de la Universidad Incca de Colombia, presentó la pieza "Der tod und der tod", de Hugo von Hofmannsthal. También en lengua alemana, el grupo Deutsche Buehne Bogotá (Teatro alemán de Bogotá), dirigido por Trude Loewy y Erwin Salomón, presentó la comedia "Filomena Marturano" de Edoardo de Filippo, dirigida por Trude Loewy. Este grupo mantuvo una actividad constante en los distintos festivales, a lo largo de toda una década.

El grupo del British Council, que en la época se llamaba Instituto Cultural Colombo Británico, presentó la comedia poética: "Un fénix demasiado frecuente", de Christopher Fry, dirigida por Colin Jenkinson.

El Teatro Experimental Juvenil Hebreo "Ohel", dirigido por Abraham Zalzman, presentó la pieza de carácter social "Despierta y canta", del autor norteamericano Clifford Odets.

Le Théâtre de l´Aliance, grupo de la Alianza Colombo-Francesa, dirigido por Robert Liquière, presentó la comedia de Labiche "Le Voyage de monsieur Perichon".

El grupo de Teatro Colombo Español, dirigido por Miguel de Silos, quien más tarde fue columnista del diario "El Tiempo" con el nombre de Miguel Ayuso, presentó la obra "Alí-Tham", de Joaquín Dicenta, con un trío de los actores de televisión más conocidos de la época: Héctor Rivas, Luis Linares y Arturo Urrea.

Otros grupos colombianos, muchos de cuyos directores y actores permanecieron en el movimiento teatral colombiano durante muchos años, fueron, el Teatro Experimental del Distrito, dirigido por Fausto Cabrera, quien presentó la pieza "La mordaza", de Alfonso Sastre, con escenografía de Santiago García, quien por aquellos días terminaba sus estudios de arquitectura en la Universidad Nacional, tarea que finalmente dejó por el teatro.

El Teatro Experimental de la Universidad Nacional, dirigido en esta ocasión por Enrique Pontón, quien llevó a escena la primera pieza de Bertolt Brecht presentada en Colombia: "La Condena de Luculus", en adaptación de Manuel Drezner. El Teatro de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, dirigido por Luis Enrique Pachón, con la obra "El vestido nuevo", de Alvaro Yunque, y el Grupo Escénico de Barranquilla, dirigido por Alfredo de la Espriella, comediógrafo y notable impulsor de un teatro popular y costumbrista en Barranquilla, con la pieza "La sulamita", de Arturo Capdevilla. En las ediciones siguientes, De la Espriella participaría con obras propias basadas en temas locales de su ciudad, y a su vez, organizaría en Barranquilla varios festivales de teatro costeño.

La descripción detallada de los grupos y obras de este primer Festival del teatro Colón, nos revela algunas líneas del viraje que comenzaba a dar el teatro colombiano por aquellos días: aparecían novedosas obras de vanguardia, piezas de tendencia social, obras modernas de autores desconocidos, así como la primera obra de teatro épico de Bertolt Brecht, quien tanto iba a influir sobre el teatro colombiano de los próximos años. Más tarde, cada una de estas tendencias tendría un desarrollo más amplio en los futuros trabajos de los grupos.

También en Cali los trabajos de la Escuela Departamental y su grupo, el Tec, así como los realizados por el Instituto Popular de Cultura, tuvieron una notable importancia en el Festival de Arte de Cali, creado algunos años más tarde. A diferencia del Festival del Colón, el Festival de Arte incluyó también la danza, los conciertos musicales, las exposiciones y conferencias, invitando figuras destacadas en cada uno de estos campos. El TEC preparó el estreno de algunos de sus espectáculos para esa ocasión, y entre los títulos llevados a escena podemos mencionar "El casamiento a la fuerza", de Moliere, "El sueño de una noche de verano" de Shakespeare o "Edipo Rey", de Sófocles, dirigidas por Enrique Buenaventura, entre muchas otras, así como "Historias para ser contadas" de Oswaldo Dragún, autor del movimiento independiente de argentina, y "El Monumento", de Enrique Buenaventura, dirigidas por Pedro I. Martínez.

La presentación de "Edipo Rey" en Bogotá, sobre las gradas del Capitolio Nacional, fue todo un acontecimiento teatral y simbólico. Los "Idus de Marzo" o los Fantasmas de Abril, aún deambulaban por las calles bogotanas.

El TEC también participó en el Festival de Teatro de las Naciones, en París, con las obras "Historias para ser contadas", de Dragún y "A la diestra de Dios Padre", escrita y dirigida por Enrique Buenaventura a partir del relato homónimo del cuentista antioqueño Tomás Carrasquilla.

En las siguientes ediciones de los festivales, tanto de Cali como de Bogotá, fueron apareciendo nuevas obras y autores de teatro colombiano. En Cali se estrenaron los trabajos de Enrique Buenaventura "Réquiem por el padre Las Casas" y otra pieza breve también basada en un cuento de Carrasquilla, "La Guariconga".

En el Festival del teatro Colón se presentaron nuevas obras de Oswaldo Díaz Díaz, así como las primeras obras del autor huilense Gustavo Andrade Rivera: "El hombre que vendía talento", "Remington 22" y "El camino". Por su parte, el propio Festival promovió el montaje de algunas piezas nacionales, y así fueron llevadas a escena la obra de Ignacio Gómez Dávila titulada "En algún lugar es de noche", dirigida por Enrique de la Hoz con alumnos de la Escuela Nacional de Arte Dramático, y "La aventura de don Melón y doña Endrina", del historiador cartagenero Eduardo Lemaitre Román, inspirada en "El Libro del Buen Amor", del Arcipreste de Hita, dirigida por Bernardo Romero Lozano, con la actriz argentina Nélida Quiroga en el papel de la Trotaconventos, antecesora directa de "La Celestina".

En el año de 1965 surgieron los primeros Festivales Nacionales de Teatro Universitario, que más adelante tuvieron muestras regionales en distintas ciudades del país, organizado por la Asociación Colombiana de Universidades. Las primeras ediciones de este festival tenían premios, y los ganadores representaban a los teatros universitarios tanto en el Festival del Colón, como en el Festival Internacional de Nancy. Fue así como viajaron a Francia los grupos de la Universidad Libre, de Bogotá, con la obra "El monte calvo", de Jairo Aníbal Niño, dirigida por Víctor Muñoz Valencia, y el Teatro Estudio de la Universidad Nacional con "La noche de los asesinos", del cubano José Triana, dirigida por Carlos Perozzo. Esta pieza había obtenido el premio al mejor grupo en el I Festival de Teatro de Cámara de Bogotá, celebrado en agosto de 1966, y su presentación se adelantó al estreno de la obra en Cuba, realizado a finales del mes de noviembre del mismo año, con ocasión del VI Festival Latinoamericano de Casa de las Américas. En el Festival de La Habana la pieza de Triana también obtuvo el primer premio, con un notable jurado internacional, del cual hicieron parte, entre otros, el director ruso Yuri Liuvimov, del teatro Taganka de Moscú, Bich Lam, director del Teatro de Hanoi, en Viet-Nam, Bich Lam y el actor y director Italiano Darío Fo, premio Nobel de Literatura en 1997.

En el año de 1968 se creó el Festival de Manizales, como Festival Latinoamericano de Teatro Universitario, cuyas primeras ediciones también tuvieron premios. El primero lo obtuvo el grupo Teusaca, de la Universidad Santiago de Cali, con la obra: "Guárdese bien cerrado, en un lugar seco y fresco", de Terry Megan, dirigida por Danilo Tenorio, y luego el Teatro de la Universidad de los Andes, de Bogotá, dirigido por Ricardo Camacho, con la obra: "Canto del fantoche lusitano" de Peter Weiss. En posteriores ediciones este Festival amplió sus horizontes a toda clase de grupos y abolió los premios.

El Festival de Manizales puede considerarse como el decano de otros eventos semejantes celebrados en diversos países de América Latina y España. Más tarde, los Festivales de Caracas, Puerto Rico, San José de Costa Rica y otros se convirtieron en un importante punto de encuentro e intercambio de experiencias teatrales del continente y el mundo. Las primeras ediciones del Festival de Manizales fueron también un motivo para reunir como jurados a importantes figuras de las letras y el teatro, como Pablo Neruda, Miguel Angel Asturias, Atahualpa del Cioppo, Augusto Boal, Mario Vargas Llosa, Alfonso Sastre y otras personalidades.

En forma más reciente, al acercarse la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, fue creado el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, que muy pronto se convirtió en un festival mundial de gran importancia. Este importante encuentro de los teatros del mundo, un acontecimiento sin precedentes en el panorama local, fue promovido desde su primera edición por Fanny Mikey y el Teatro Nacional, con la colaboración del director y promotor cultural Ramiro Osorio Fonseca, quien más tarde fuera director del Instituto Colombiano de Cultura y el primer Ministro de Cultura en Colombia, entre los años de 1997 y 1998.

La organización de los primeros festivales se llevó a cabo en estrecha cooperación con el Festival Internacional de Caracas, de modo que pudieran dividirse los gastos de pasajes y traída de importantes grupos de distintas partes del mundo. Más tarde, el Festival de Bogotá adquirió una total autonomía y hasta el momento ha logrado efectuar 8 ediciones con una magnitud sin precedentes y una impecable organización, convirtiéndose en el acontecimiento más importante y significativo de la cultura del país, en medio de una etapa de incertidumbre y grandes dificultades.

En este festival han participado compañías de los cinco continentes; a Bogotá han asistido los grupos más destacados del teatro del Siglo XX, como el Berliner Ensemble, el Teatro de Arte de Moscú, el Teatro Taganka de Moscú, la Royal Shakespeare Company de Londres, la Compañía Suzuki de Toga, Japón, el Attis Theatre, de Grecia, la Compañía de Robert Wilson, Els Joglars y Comediants, de Barcelona, grupos de Australia, la India, China y otros países de diversas regiones del mundo, con un movimiento teatral desarrollado.

LOS GRUPOS

Son muchos los grupos que se han creado a lo largo de estas décadas. Ya nos referimos a la Compañía Bogotana de Comedias, de Luis Enrique Osorio, a la Compañía Renacimiento, de Antonio Alvarez Lleras, a la Compañía de Comedia y revista musical de Campitos y al proyecto de una Compañía Nacional de Teatro, realizado por la Escuela Nacional de Arte Dramático en tiempos de Víctor Mallarino. Ninguno de estos conjuntos existe en la actualidad.

El concepto de un nuevo tipo de grupo estable se asemeja más a los teatros independientes de Leonidas Barleta, a los que nos hemos referido, que a las compañías profesionales o comerciales de otros países, con contadas excepciones. Los grupos más consolidados buscaron su propia sede, de manera que pudieran desarrollar un repertorio permanente a todo lo largo del año, y esto ha permitido su consolidación y desarrollo.

El primer grupo en formarse en Bogotá fue la Casa de la Cultura, que más tarde recibió el nombre de Teatro La Candelaria, al adquirir su propia sede en el histórico barrio de este nombre. El equipo de la Casa de la Cultura venía trabajando en la Universidad Nacional, hasta el momento en que se produjo la crisis con el montaje de la obra "Galileo Galilei", de Bertolt Brecht, dirigida por Santiago García. A partir de este momento, un grupo de hombres de teatro, músicos y artistas de distintas áreas configuró el proyecto de la Casa de la Cultura, alquilando un local y adaptándolo para el teatro. Este local se hallaba situado en la carrera 13 entre calles 20 y 22, en pleno centro de la ciudad.

El estreno de esta sala independiente se produjo durante el mes de junio de 1966, con la presentación de "Soldados", adaptada y dirigida por quien escribe, a partir de la novela La casa grande, del escritor barranquillero Alvaro Cepeda Samudio. Este montaje tenía como tema central la huelga en la zona bananera de la costa atlántica colombiana, acaecida en el año de 1928, y luego de su presentación, dio lugar a la aparición de una buena cantidad de piezas sobre el mismo tema, mostrando otros sectores, personajes y situaciones más allá de la presencia de los soldados en la zona. Fue así como el Teatro Acción de Bogotá, dirigido por Jaime Chaparro, Barbín, presentó la obra "Bananeras", donde el conflicto se centraba en los propios huelguistas, "La Denuncia", de Enrique Buenaventura, que se basaba en la denuncia de la represión de la huelga, por parte del gobierno del presidente Abadía Méndez, hecha ante el Congreso en 1929 por Jorge Eliécer Gaitán, y más tarde las piezas "El sol subterráneo", de Jairo Aníbal Niño y "Fantasmas de amor que rondaron el veintiocho", de Esteban Navajas Cortés. Esta última obtuvo el Premio Nacional de Cultura en 1994.

En su primera etapa, la Casa de la Cultura llevó a escena obras de teatro contemporáneo, en una búsqueda de las corrientes de vanguardia y experimentales, así como de obras de importantes autores del teatro universal. Entre estos títulos podemos mencionar "La manzana", de Jack Gelber, "El Triciclo", de Fernando Arrabal, "Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat, representado por los reclusos del asilo de Charentón, bajo la dirección del Marqués de Sade", de Peter Weiss, "La gaviota", de Antón Chejov, "El matrimonio", de Witold Gombrowicz, o "La cocina", de Arnold Wesker, dirigidas por Santiago García, "Variaciones sobre metamorfosis", escrita y dirigida por Carlos José Reyes, quien también tuvo a cargo los montajes de las obras: "La patente", de Luigi Pirandello y "El manantial de los santos", de John M. Synge.

En 1968 se efectuó un intercambio entre el Tec, de Cali, y la Casa de la Cultura, durante el cual Enrique Buenaventura viajó a Bogotá y montó "Macbeth" de Shakespeare, con una gran economía de medios, y Santiago García viajó a Cali y montó la obra "La Trampa", de Enrique Buenaventura, una aguda sátira política sobre los vaivenes del poder y el uso y abuso de la fuerza militar.

En 1969 el Tec, de Cali, se separa de la Escuela Departamental de Teatro, por conflictos con las directivas, e inicia su actividad independiente. Adquiere su propia sede y a partir de ese momento realiza temporadas permanentes a todo lo largo del año, así como giras por el país, dedicándose de lleno al montaje de las obras de su director, Enrique Buenaventura. De este modo aumentan de un modo considerable los títulos de sus piezas, entre los cuales se destacan "Los papeles del infierno", una colección de obras en un acto, a la manera de una suite, con una evidente influencia de la obra de Bertolt Brecht "Terror y miserias durante el Tercer Reich". A este grupo pertenecen piezas como "La Orgía" y "La Maestra", que en diversas oportunidades se han presentado por separado, así como "La autopsia", "La tortura", "La requisa", "La indagatoria", etc.

También en 1969 se estrenó la sede propia del grupo de La Casa de la Cultura, que a partir de entonces recibió el nombre de Teatro La Candelaria, con el que ha venido trabajando hasta la actualidad. La obra con la que se estrenó la nueva sala fue: "La buena alma de Sechuán", de Bertolt Brecht, dirigida por Santiago García. Antes de iniciar su nueva etapa dedicada en forma exclusiva a la dramaturgia nacional, La Candelaria montó otras obras como "El cadáver cercado", de Kateb Yacine, dirigida por Santiago García, "Ubú encadenado", de Alfred Jarry, dirigida por Carlos Parada y "Divinas palabras" esperpento de don Ramón del Valle Inclán, dirigida por Carlos José Reyes. En versión propia y bajo la dirección de Santiago García también fue montada, en 1970 "La Orestíada" trilogía de Esquilo.

En 1971 tuvo lugar en Cali un encuentro- taller sobre el tema de la Creación Colectiva, que tuvo importantes consecuencias en relación con el modo de construir los espectáculos, desde la realización de improvisaciones analógicas de las situaciones de escena, hasta la creación de todo un método y la elaboración de obras colectivas, a partir del trabajo de equipo y de la llamada "Dramaturgia del actor".

En Cali prosiguió el trabajo de dramaturgo de Buenaventura con títulos como "El entierro", inspirado en el cuento "Los funerales de la Mama Grande", de García Márquez, "Seis horas en la vida de Frank Kulak", "El convertible rojo", "Historia de una bala de plata", "Crónica", "Proyecto piloto" y otras. La editorial de la Universidad de Antioquia prepara en la actualidad varios volúmenes con la publicación de sus obras completas.

La Candelaria, de Bogotá, también llevó a escena la farsa "El menú", de Enrique Buenaventura, dirigida por Santiago García, una crítica sarcástica a la forma como es utilizado un candidato popular por los sectores sociales más poderosos, presentada como una farsa de gran guiñol. El candidato es llevado a un banquete, ofrecido por personajes esperpénticos, donde se le da de comer y comer hasta reventar.

El teatro La Candelaria inicia en esta etapa, después de 1971, un proceso muy complejo para crear obras propias, dedicándose de lleno a la producción de una nueva dramaturgia nacional, tanto con propuestas de creación colectiva, como "Nosotros los comunes", que trata de la revolución comunera de 1781, "Guadalupe años sin cuenta", sobre Guadalupe Salcedo y las guerrillas del llano en los años cincuenta, "La ciudad dorada", un estudio del drama de la migración de una familia del campo a la ciudad, "Golpe de suerte", una comedia sarcástica y cruel sobre la ilusión de hacer una rápida fortuna por medio del narcotráfico, "Los diez días que estremecieron al mundo", inspirada en el relato testimonial de John Reed sobre la revolución rusa, "El paso", un lugar perdido en un cruce de caminos, donde se enfrentan las viejas costumbres bucólicas y campesinas con las nuevas corrientes de la violencia y el narcotráfico, así como "En la raya", en la cual un grupo marginal de indigentes ensaya la creación de un espectáculo a partir de la lectura de "Crónica de una muerte anunciada", de Gabriel García Márquez, y en forma más reciente "De Caos y deca caos", una colección de cuadros satíricos, de humor negro, sobre la vida social de los estratos 5 y 6.

La Candelaria también ha ensayado la dramaturgia de sus propios miembros, tanto del director, Santiago García, como de los actores, en especial Fernando Peñuela y Patricia Ariza. Peñuela escribe "La tras escena" y "Tráfico pesado", Patricia Ariza "El viento y la ceniza", "Cuarto Menguante" y "A fuego lento". Por su parte el director, Santiago García, escribe sus propias obras, en algunos casos inspirado en grandes modelos literarios, como "El diálogo del rebusque" creada a partir de La vida del buscón llamado don Pablos y otros textos de don Francisco de Quevedo y Villegas, "El Quijote", desarrollada a partir de la segunda parte de la gran novela de Miguel de Cervantes Saavedra, "Corre, corre, Carigueta", inspirada por La Tragedia del fin de Ataw Wallpan, escrita por un autor anónimo en idioma Quechua, alrededor de 1555, así como algunos elementos tomados de otras obras indígenas de los tiempos del Descubrimiento. También escribió "Manda patibularia", basada en la novela de Vladimir Nabokov "Invitado a una decapitación" y sus textos originales "Maravilla Estar" y "La trifulca", todas ellas llevadas a escena por el grupo.

1968 también es un año importante para el surgimiento de nuevos grupos, como el Teatro "La Mama", fundado por Kepa Amuchastegui y un grupo de actores y directores, entre los que se contaban Paco Barrero, Eddy Armando, Germán Moure, Jaime Carrasquilla y otros. El proyecto de un Café- Teatro le fue inspirado a Kepa Amuchastegui por el Teatro La Mama, de Nueva York, dirigido por Hellen Stewart, cuyo fin primordial era el promover el desarrollo de nuevos autores, dentro del llamado "Off Brodway" neoyorquino.

En su etapa inicial, La Mama alquiló un depósito, en la zona de Chapinero, en la calle 49 con carrera 13 (en ese momento, era la sala que se hallaba más al norte de la ciudad), donde elaboró una programación de obras de vanguardia, entre las que se encontraban piezas cortas de Samuel Beckett, como "La última cinta de Krapp", "Vaivén" y "Acto sin palabras". "El cabo Hesio", y más tarde "Tom Payne", de Paul Foster, dirigidas por Kepa Amuchastegui, así como sus propias obras "Un día el circo vino al pueblo", "La cabeza de la víctima ha caído" y "Sucedió una noche de carnaval".

Otros directores montaron diversos espectáculos en La Mama en esta primera época, entre las que se destacan "El Rey se muere", de Eugenio Ionesco, dirigida por Paco Barrero, "La Galera", de Keneth Brown, dirigida por Jorge Cano y "La serpiente", de Claude Von Italie, y "Los pasatiempos de la mama loca", de Ann Jellicoe, dirigidas por Eddy Armando, así como su propia obra "El abejón mono", inspirada en relatos de Arturo Alape sobre la guerrilla de aquellos días, que aún conservaba cierto hálito romántico.

La crisis del Teatro La Mama se produce en 1974, cuando el grupo se ve obligado a abandonar la sala alquilada e inicia una intensa campaña para adquirir su propia sede. En una primera etapa, los actores se sitúan frente a la puerta de entrada del galpón, en plena calle, con las escenografías y vestuarios del grupo, como si se tratase de un desalojo tradicional. Más tarde se realizan diversos actos de apoyo, por parte de todo el movimiento teatral, hasta que finalmente La Mama obtiene los recursos necesarios para abrir su propia sala en la Calle 62 con la Carrera 8ª, en pleno barrio de Chapinero. En otras palabras, poco a poco las salas de los grupos se van extendiendo por distintos puntos de la ciudad.

La obra que se encontraba en repertorio de La Mama durante los días del desalojo y la primera etapa de la nueva sede era una pieza del dramaturgo venezolano César Rengifo titulada "Lo que dejó la tempestad", dirigida por Eddy Armando. Más tarde, La Mama producirá sus propias obras de Creación Colectiva, dirigidas por Eddy Armando, entre las cuales se destacan: "Los tiempos del ruido", "Joselito Carnaval busca su cosa latina" , "En sueños de Bolívar", y "Arrebatos de mujeres" con dirección y dramaturgia de Eddy Armando.

En 1970 se inaugura otro grupo estable, que de un modo más reciente también ha logrado adquirir su propia sede, remodelando una casona en el histórico barrio de La Candelaria: el Teatro "El Local", dirigido por Miguel Torres, que por los días de su fundación contó con otros directores como Antonio Montaña, Roberto Araujo, Jorge Cano y Enrique Pulecio.

Antonio Montaña llevó a escena: "Fiesta de cumpleaños", de Harold Pinter, Roberto Araujo montó su obra "Reparación", así como "Calígula", de Albert Camus, Enrique Pulecio montó una nueva versión de "El monte calvo", de Jairo Aníbal Niño, y "Ubú, Rey cornudo", de Alfred Jarry, y Jorge Cano "El sol bajo las patas de los caballos" del poeta y dramaturgo ecuatoriano Jorge Enrique Adoum.

Pero la mayor parte de los montajes del teatro El Local han estado dirigidos por Miguel Torres, desde "El túnel que se come por la boca", un trabajo inspirado en textos de Alejandro Jodorowsky, con dramaturgia propia. La sola enumeración de algunos títulos nos muestra la prolífica labor de Miguel Torres al frente del Local. Entre ellos hay obras de teatro universal, como "Ruzante" y "Bilora", de Angelo Beolco, "El círculo de tiza caucasiano", de Bertolt Brecht, "Pareja abierta", de Darío Fo y Franca Rame y las obras españolas "Bodas de sangre", de Federico García Lorca y "El adefesio", de Rafael Alberti.

En el repertorio del Teatro El Local también se han incluido varias obras latinoamericanas, como "El gran acuerdo internacional del tío rico Mac Pato", "Una casa en Lota Alto", del chileno Víctor Torres y "Los caballitos rebeldes", una pieza para niños de todas las edades del autor uruguayo Mauricio Rosenkoff.

En cuanto a la dramaturgia colombiana, se destacan la versión de Miguel Torres de "La cándida Eréndira y su abuela desalmada", guión cinematográfico y relato de Gabriel García Márquez, y su propia obra "La Siempreviva", una historia conmovedora de una joven desaparecida durante la toma del Palacio de Justicia, al final del gobierno del presidente Belisario Betancur, en 1987. La tragedia del cadáver perdido e insepulto, que nos recuerda elementos de la tragedia Antigua.

Otro grupo que tuvo una amplia trayectoria a lo largo de este período fue el Teatro Popular de Bogotá, TPB, creado en 1968 y desaparecido hace algunos años. La primera etapa del TPB estuvo a cargo de un grupo de egresados de la Escuela de Praga, entonces capital de Checoslovaquia. Fueron ellos Jorge Alí Triana, Rosario Montaña y Jaime Santos, quienes concibieron un proyecto de teatro popular llevando a escena obras clásicas y modernas del repertorio universal, un poco al modo de lo que había sido el Théâtre National populaire de París en la época de Jean Vilar. Fue así como se creó un repertorio con obras de Carlo Goldoni, Maquiavelo, Shakespeare, Moliere, Lope de Vega y otros autores de primer orden, con el objeto de formar un público estable para el teatro, no sólo en la capital, sino en todo el país, mediante una política de giras de amplia cobertura por todo el territorio nacional. El primer espectáculo llevado a escena, en 1968, fue una obra titulada "Pensión para solteros", adaptada de una pieza en un acto del autor irlandés Sean O´Cassey, titulada "El cuento de la hora de acostarse", dirigida por Jaime Santos. Más tarde vinieron: "La Mandrágora", de Maquiavelo, "La posadera", de Carlo Goldoni, "Julio César" de Shakespeare y "Tartufo", de Moliere, dirigidas por Jorge Alí Triana y presentadas en distintos escenarios, hasta que se inició la campaña, como ocurrió con los grupos anteriormente citados, para obtener una sede propia. De este modo se trabajó para arrendar primero y luego adquirir el antiguo teatro Odeón, que había sido sede del Teatro "El Búho" entre 1960 y 1962.

El TPB se conformó con un elenco de actores profesionales, al cual se vinculó Fanny Mikey tras su regreso a Colombia, después de dejar el TEC de Cali y volver por un tiempo a Buenos Aires. Desde ese momento hasta el presente, Fanny Mikey ha desarrollado una importante y fructífera labor en pro de la consolidación de grupos y salas, y sobre todo, en la formación de un numeroso público para el teatro.

En esta etapa del TPB se llevaron a escena varias obras de teatro contemporáneo de distintos países, como "La muerte de un viajante", de Arthur Miller, "Las sillas", de Eugenio Ionesco, o "La ópera de tres centavos", de Bertolt Brecht, dirigidas por Jorge Alí Triana, así como "El resistible ascenso de Arturo Ui", también de Brecht, una metáfora sobre la llegada de Hitler al poder, dirigida por el Checo Vaclav Hudecek, quien había sido el profesor de dirección en Praga de Jorge Alí Triana.

El teatro latinoamericano también fue tenido en cuenta por el TPB, con obras como "El Gesticulador" del mexicano Rodolfo Usigli, dirigida por Luis Alberto García, "El pagador de promesas" del brasileño Alfredo Díaz Gómez, dirigida por Jaime Santos y "Delito, condena y ejecución de una gallina" del autor guatemalteco Manuel José Arce.

El teatro para niños fue incluido entre los trabajos del TPB, con obras como "Pluft el fantasmita" y "La niña y el viento", de María Clara Machado, dirigidas respectivamente por Jorge Alí Triana y Carlos Barbosa, "El tío tigre cogelotodo", de Jorge Alí Triana, y "Michín el gato bandido", de Rafael Pombo, dirigidas por Luis Alberto García. En la última etapa también se presentó "El mercado de sueños", de Adelaida Nieto, con actores infantiles.

En cuanto a la dramaturgia nacional, se destacó el papel de Luis Alberto García como dramaturgo de varios trabajos, elaborados a partir de improvisaciones del grupo, pero con textos finales de García. El más importante de estos trabajos, que estuvo en escena durante varios años y realizó giras internacionales a Venezuela, Panamá, Argentina, Uruguay, Chile y otros países, fue la obra "I took Panamá", basada en el estudio del libro de Eduardo Lemaitre "Panamá y su separación de Colombia" y otros textos y documentos relacionados con este hecho histórico. La separación de Panamá ocurrió hace 100 años, en noviembre de 1903, durante el gobierno del presidente norteamericano Teodoro Roosevelt y la presidencia en Colombia del poeta y gramático José Manuel Marroquín, a quien se le atribuye la frase, después de ocurrida la separación: "¿De qué se quejan? Me dieron un país, y yo les devuelvo dos." El título de la obra, "I took Panamá" es tomado de una frase desafiante de Teddy Roosevelt, al respecto de este episodio, en tiempos de la ley del garrote: "Si. Yo me tomé a Panamá".

Luis Alberto García también colaboró con la dramaturgia de otras obras presentadas por el TPB, como fueron: "La primera independencia" y "Toma tu lanza, Sintana", esta última sobre la lucha de los indígenas en tiempos de la conquista.

La última etapa de este grupo tuvo lugar con la fusión del Teatro "El Alacrán", dirigido por Carlos José Reyes, con el TPB, en el año de 1982. El primer montaje realizado en este periodo fue "Romance de lobos", de don Ramón del Valle Inclán, luego vinieron "Caballito del diablo", de Fermín Cabal y "Rosa de dos aromas", del mexicano Emilio Carballido, así como "Romeo y Julieta", de William Shakespeare, presentada con motivo de la inauguración del nuevo Centro de Artes Dramáticas y Audiovisuales del TPB. Los últimos montajes dirigidos por Jorge Alí Triana en esta etapa fueron "El verdadero oeste", de Sam Sheppard, y una coproducción con el Teatro Nacional de "La cándida Eréndira" de García Márquez.

Otro grupo con una larga historia y permanente continuidad en su trabajo ha sido el Teatro Libre de Bogotá, creado a partir de la experiencia del teatro universitario, realizada por el grupo de la Universidad de los Andes, dirigido por Ricardo Camacho. El paso de ser un conjunto estudiantil hasta convertirse en un grupo estable y profesional, se produjo alrededor de la consecución de su sede propia, y construyendo una nueva sala en una casona del barrio La Candelaria. Antes de estrenar la sala, el Teatro Libre trabajó en un área de la casa, donde originalmente quedaban la sala y el comedor, y allí montó obras como "El sol subterráneo" de Jairo Aníbal Niño o "La agonía del difunto", de Esteban Navajas, dirigidas por Ricardo Camacho. Otras obras colombianas presentadas por el grupo fueron "Los inquilinos de la ira", y "Los andariegos", de Jairo Aníbal Niño, "La huelga" y "Tiempo vidrio" de Sebastián Ospina, la creación colectiva: "La verdadera historia de Milciades García" dirigida por Jorge Plata y la obra original de Plata "Un muro en el jardín", presentada en 1985. También hay que incluir en esta lista la pieza "Sobre las arenas tristes", escrita por Eduardo Camacho Guizado, sobre la trágica vida y muerte del poeta José Asunción Silva.

La nueva sede del Teatro Libre, ubicada en la calle 61 con carrera 9ª, en pleno centro de Chapinero, fue estrenada con la obra "Lope de Aguirre", de Carlos Arturo Torres, escrita a finales del Siglo XIX, en adaptación de Jorge Plata y dirigida por Germán Moure.

Con Ricardo Camacho, directores como Jorge Plata y Germán Moure, se encargaron de mantener un repertorio variado, llevando a escena obras de autores clásicos y contemporáneos, en una política semejante a la planteada por el TPB en su primera época. Entre los clásicos se cuentan "El Rey Lear" , "Noche de Epifanía" y Julio César, de William Shakespeare, dirigidas por Ricardo Camacho, "La madre", de Bertolt Brecht, basada en la novela homónima de Máximo Gorky, "Las brujas de Salem", de Arthur Miller, dirigida por Germán Moure y Ricardo Camacho, "Almas muertas", de Nicolai Gogol, dirigida por Ricardo Camacho y "Seis personajes en busca de autor", de Luigi Pirandello, "Un tranvía llamado deseo", de Tennessee Williams "Un fénix demasiado frecuente", de Christopher Fry y "Macbeth", de Shakespeare, dirigidas por Germán Moure.

Uno de los espectáculos más ambiciosos realizados por el Teatro Libre en los últimos tiempos, fue el montaje de "La Orestíada", la gran trilogía de Esquilo, dirigida por Ricardo Camacho. Otra versión de las tragedias de Esquilo había sido realizada por el Teatro La Candelaria en 1970.

El último grupo de gran importancia, por el impulso en la formación del público, la apertura de salas y la organización de grandes eventos, es el Teatro Nacional, dirigido por Fanny Mikey, con la cooperación de un conjunto directivo del cual han hecho parte reconocidas figuras de la cultura colombiana como Gustavo Vasco Muñoz, Tito de Zubiría o Jaime Castro, entre otros.

El Teatro Nacional inició sus tareas en el año de 1981, con la presentación de la obra "El Rehén", del autor irlandés Bernard Behan y la dirección de David Stivel. A lo largo de su trayectoria ha presentado tanto producciones propias, como coproducciones con otros grupos, o ha recibido elencos invitados, en algunas de las salas que ha abierto a lo largo de un poco más de 20 años. La primera de estas salas, ubicada entre las carreras 9ª y 11, en la calle 71ª, fue antiguamente sede de los teatros Diana y luego Chile, dedicados por completo a la proyección cinematográfica. Al adquirir el inmueble, fue necesario llevar a cabo una completa remodelación, así como la dotación técnica tanto para la escena como para una cómoda y adecuada ubicación del público. Más tarde vino el Teatro La Castellana, también dedicado al cine con anterioridad, situado en el barrio del mismo nombre, como la sede principal del Teatro Nacional. Hoy es una de las mejores y más concurridas salas de teatro con que cuenta Bogotá.

Entre las obras más destacadas presentadas por el Teatro Nacional podemos mencionar "¿Quién le teme a Virginia Wolff?" de Edward Albee, dirigida por César Campodónico, hombre de teatro uruguayo, miembro del grupo El Galpón, de Montevideo, "A puerta cerrada", de Jean-Paul Sartre, realizada en coproducción con el Teatro Libre, bajo la dirección de Germán Moure, "Panorama desde el puente" de Arthur Miller, dirigida por Ricardo Camacho, "Hay que deshacer la casa", de Sebastián Yunyent, "Doña Flor y sus dos maridos" de Jorge Amado y "La mujer del domingo", de Ted Willis, dirigidas por Manuel José Alvarez, "Baño de damas" de Rodolfo Santana y "María Callas", de Terrence McNally, dirigidas por Ramiro Osorio, así como varios de los montajes dirigidos por el uruguayo Mario Morgan, entre los que se destacan: "Extraña pareja" de Neil Simon y "Yo amo a Shirley" de Willy Russell, una de las más notables actuaciones de Fanny Mikey.

También los montajes llevados a cabo por la propia Fanny, como "Cartas de amor", de A.R. Gurney, o "La muerte y la doncella", de Ariel Dorfman.

En los últimos años, y tras la disolución del TPB, Jorge Alí Triana se ha integrado al Teatro Nacional donde ha llevado a escena, aparte de La Cándida Eréndira,

"La crónica de una muerte anunciada", de García Márquez, presentadas también con notable éxito en el Teatro Repertorio de Nueva York, así como en forma reciente en el Festival Internacional de Australia. Triana también montó una versión de "A la diestra de Dios Padre", de Tomás Carrasquilla y Enrique Buenaventura, con el título de "Se armó la mojiganga", entre otras.

Aquí no están relacionadas todas las obras de los grupos estables que hemos mencionado, pero sí tal vez las más representativas. Aparte de ellos, otros muchos grupos, la mayoría sin sede, se han formado en Colombia en las últimas dos o tres décadas. Entre estos se cuentan, por ejemplo, el grupo "Acto Latino", dirigido en sus comienzos por Sergio González y Juan Monsalve, que más tarde cada uno realizó por su lado sus búsquedas dramáticas. Monsalve es autor de trabajos de corte antropológico, como "Ondina y Lunario", "El manantial de los ayes" o "El huso de la naciencia".

Sergio González, por su parte, dirigió una versión de Blacamán, de García Márquez, así como del "Doctor Fausto", partiendo de textos de Marlowe, Goethe y otros autores.

Entre los autores y directores más jóvenes surgidos en la capital, no podemos cerrar este ciclo sin nombrar a Fabio Rubiano Orjuela, uno de los dramaturgos más destacados de los últimos años. Con su "Pequeño teatro Petra" aunque sin sede propia, ha realizado numerosas presentaciones en teatros como La Mama, el TPB y la Casa del Teatro Nacional, una tercera sala abierta por Fanny Mikey en el barrio de La Soledad, con la intención de dar un espacio a muchos grupos sin sede, así como a talleres, cursos y diversos eventos especiales.

Entre las obras escritas por Rubiano, desde su primer trabajo titulado El Negro Perfecto, estrenado en 1987, se cuentan obras como "Desencuentros", "María es-tres" y "Amores simultáneos", presentadas en la sala del TPB, y luego "Opio en las nubes", versión teatral de la novela de Rafael Chaparro Madiedo, muerto en forma prematura, y que obtuvo el Premio Nacional de Cultura. En la Casa del Teatro ha estrenado: "Hienas, chacales y otros animales carnívoros", "Cada vez que ladran los perros" y "Mosca", basada en "Tito Andrónico", de Shakespeare.

Otro autor y promotor teatral destacado es Rodrigo Rodríguez, director del grupo Ditirambo, que cuenta con una pequeña sede y realiza montajes en forma permanente así como actividades de promoción cultural en los barrios populares. Rodrigo Rodríguez obtuvo el Premio nacional de Colcultura con su obra "Montallantas", presentada en La Casa del Teatro.

Otros directores y promotores de importancia han sido Carolina Vivas e Ignacio Rodríguez, antiguos miembros del teatro La Candelaria, quienes decidieron seguir su propio camino y han desarrollado una intensa actividad en la formación de grupos con actores adolescentes. Carolina Vivas es autora de la obra "Segundos", presentada en diversas muestras regionales y ha realizado varios montajes ricos en imágenes, envueltos en una atmósfera poética sugerente, plena de metáforas.

También cabe mencionar los grupos que han efectuado trabajos de danza teatro, como es el caso de Alvaro Restrepo, desde su montaje de "Rebis" hasta los proyectos de formación que lleva a cabo en la actualidad en Cartagena, así como el grupo L´Explosse, dirigido por Tino Fernández, quien ha desarrollado novedosas propuestas que logran concentrar elementos de danza contemporánea con una alta intensidad dramática, al explorar las relaciones humanas en un medio violento como el que vivimos en esta última época.

Entre los montajes más destacados de L´Explosse se encuentran "La huella del camaleón", "Sé que volverás", en la cual se estudian las relaciones de pareja intercalando temas musicales del bolero y el tango, "Por quién lloran mis amores", un audaz y peligroso sólo de danza, donde una bailarina se desplaza en una arriesgada expresión corporal sobre un panorama lleno de vasos de cristal, evadiendo el peligro inminente de herirse, ante el menor descuido, como una metáfora de los riesgos a los que se ve abocada una persona en su parábola existencial. "La mirada del avestruz" se destaca por su fuerza y contundencia; en un panorama de oscura tierra la violencia adquiere la forma de una metáfora poética, que concluye con la imagen alucinante de un panorama de zapatos viejos, que nos remiten a la ausencia de los cuerpos que antes vivieron en ellos. Esta obra obtuvo un gran éxito de crítica en el Festival Internacional de Danza que tuvo lugar el año pasado en Lyon.

El último trabajo de "L´Explosse", escrito y dirigido por Juliana Reyes, con coreografía de Tino Fernández, "Al salir de la crisálida", parte de la historia de Catalina de Erauzo, la llamada "Monja Alférez", un personaje del Siglo XVII que escapó de un convento para convertirse en Alférez de las tropas del Rey y viajar a América, donde tras ser herido en una contienda se descubrió su verdadera identidad. Un trabajo de humor y sorpresa, elaborado con la calidad que ha demostrado "L´Explosse" en sus distintas presentaciones.

Y finalmente queremos mencionar otro elenco de alta calidad artística en el panorama escénico bogotano: el grupo "Mapa Teatro" creado y dirigido por los hermanos Rolf y Heidi Abderhalden, colombianos de familia de origen suizo, quienes después de realizar estudios de arte escénico en Europa regresaron a Colombia para dedicarse de lleno a la actividad escénica.

Creado en 1984, al año siguiente "Mapa Teatro" presentó su primera obra: "Casa tomada", basada en el relato homónimo de Julio Cortázar, un trabajo escénico que está muy lejos de ser una simple ilustración del cuento. Su fuerza y poesía radica en trabajar los contenidos latentes, los elementos sensibles de unos personajes que se sienten amenazados por fuerzas extrañas que invaden su territorio hasta desterrarlos de allí. Una metáfora, si se quiere, del involuntario exilio humano como consecuencia del miedo.

Más adelante, Rolf y Heidi Abderhalden han elaborado serias propuestas visuales y dramatúrgicas sobre obras de teatro contemporáneo, como "Medea Material", y "Horacio" de Heiner Müller. "De mórtibus", un Réquiem para Samuel Beckett, creada a partir de varios textos becketianos. El título surgió del hecho de que poco antes de estrenar la obra falleció el gran autor irlandés, uno de los autores más importantes del teatro del Siglo XX.

"Orestea ex Machina" , inspirada en "La Orestíada" de Esquilo, fue montada por Rolf Abderhalden en los sótanos de la Biblioteca Nacional, antes de la remodelación, en los espacios en los que durante 40 años tuvo sus instalaciones la Televisora Nacional. En aquel lugar un tanto en ruinas, en medio de grandes espacios que semejaban extrañas catacumbas, en un ambiente húmedo y frío, tenía lugar el drama, representado más por las acciones e imágenes que por las palabras. Para ubicar a los espectadores se utilizó una escalera rodante, de las que se usan en los aeropuertos para bajar de los aviones. Mapa Teatro creó imágenes muy fuertes del nervio oculto de la antigua tragedia, desplazando a los espectadores y abriendo el espacio, con un efecto semejante al de un travelling cinematográfico, dejando ver la desolación y muerte producida por la mítica guerra que desde el poema épico de Homero en adelante, se convirtió en la madre de todas las guerras.

Entre los últimos trabajos del grupo se cuenta "El león y la domadora", de Antonio Orlando Rodríguez, narrador y promotor de lectura cubano, quien muestra el conflicto de los balseros de la isla por medio de una aguda metáfora. El montaje de Rolf Abderhalden, usando un pequeño escenario giratorio para dar idea del viaje por mar, logra desarrollar una poderosa imagen de esta obra inspirada en un hecho real, pero que no se limita a una simple ilustración del acontecimiento, sino que lo transforma en paradigma, en la forma de un poema dramático, sugerente y doloroso.

La obra "Muelle Oeste", de Bernard-Marie Koltés, también dirigida por Rolf Abderhalden, fue estrenada por Mapa Teatro en el Festival Iberoamericano del año pasado. Un mundo sórdido y agresivo de un muelle de Nueva York fue el tema de esta pieza, tras el viaje de Koltés a los Estados Unidos, que de algún modo recuerda el viaje anterior de García Lorca, a partir del cual escribió sus poemas más surrealistas, contenidos en un libro titulado: Poeta en Nueva York.

Por su parte, Heidi Abderhalden realizó una versión de los principales conflictos de la tragedia "Ricardo III", de William Shakespeare, creando una poderosa imagen al colocar en escena decenas de calaveras, como testimonio de la violencia del poder.

Además de los grupos mencionados, otros conjuntos han desarrollado un trabajo, con o sin sede, como es el caso de la Corporación Estudio Teatro, que bajo la orientación del director polaco Pawel Nowicki ha efectuado una importante labor creativa, tanto con piezas de autores clásicos, como de teatro moderno, y algunos trabajos a partir de textos o temas colombianos.

Entre estos trabajos se encuentran "Drácula", desarrollada a partir de la novela de Bram Stocker, "Quarteto" del dramaturgo polaco Boguslaw Shaeffer, "Don Juan", de Moliere, la primera parte de "Hamlet", de Shakespeare, en una curiosa versión presentada en la sala de casas particulares. También se incluyó la comedia de comienzos del Siglo XIX: "Las convulsiones", de Luis Vargas Tejada, y la versión escénica de la novela "La hojarasca", de Gabriel García Márquez y "El último rostro", de Alvaro Mutis, y un espectáculo de humor caricaturesco, titulado: "Por qué el teatro en Bogotá es imposible". Todos estos trabajos fueron dirigidos por Pawel Nowicki, quien ha aportado al teatro colombiano una nueva mirada y amplios recursos desde el punto de vista creativo de la dirección escénica.

Otro montaje sugerente y original fue el realizado por Enrique Vargas y su "Taller de la imagen dramática", con un trabajo titulado "El hilo de Ariadna". En su elaboración se creó un complejo y misterioso espacio, semejante a los túneles del terror, que se utilizan en los parques de diversiones, para mostrar el recorrido de Teseo por el laberinto de Creta, con el fin de vencer al Minotauro. Este mito clásico se transforma en una metáfora de la parábola vital de cada espectador, que vive la experiencia en forma solitaria, convirtiéndose en el protagonista de la aventura. Las imágenes, olores y fantasmas que el viajero se encuentra en su recorrido recuerdan la infancia, la presencia materna, el amor y aún la muerte, antes de mirar en un espejo mágico el rostro del Minotauro y descubrir que más allá, aparece la imagen del propio rostro, lo cual significa que en el fondo cada ser vive una travesía en busca de sí mismo.

Además de los distintos grupos e instituciones mencionadas hasta el momento, en Bogotá han surgido otros grupos con su sede, como es el caso del teatro "La Baranda", creado por Antonio Corrales, del cual se recuerda su interesante montaje de "Orquesta de señoritas", de Jean Anouilh, así como otras obras de teatro de cámara, como "Okey", del autor venezolano Isaac Chocrón, "Todos los años a la misma hora" de Bernard Slade o "Entreteniendo a Mr. Sloane", de Joe Orton, todas ellas dirigidas por Corrales.

También cabe destacar el trabajo del "Teatro Estudio Calarcá, TECAL", dirigido por Críspulo Torres, especialmente por su obra "Domitilo rey de la rumba". El Tecal ha combinado el teatro de sala con el teatro callejero, realizando funciones en plazas, parques y otros lugares públicos.

Al respecto, el grupo más destacado del Teatro de Calle en Colombia, y quien motivó a otros conjuntos a emprender esta línea de trabajo, ha sido el Teatro Taller de Colombia, dirigido por Jorge Vargas y Mario Matallana y que lleva alrededor de 30 años de trabajo continuo. El primer montaje desarrollado por estos antiguos actores del Teatro "La Mama" fue la obra llamada "Génesis", de la cual se hicieron innumerables presentaciones. Se trataba de un espectáculo minimalista, en el cual se desarrollaba una fábula sobre la historia de la humanidad a partir de la explotación y servidumbre que el personaje dominante hacía de su dominado.

En los trabajos posteriores del Taller de Colombia, concebidos para espacios abiertos, se han incluido la música de una papayera y el uso de los zancos, en obras como "La cabeza de Gukup", "Popón el brujo", con dramaturgia de Fernando González Cajiao y otros muchos espectáculos.

El Taller de Colombia tiene su sede en el Barrio Egipto, al sur de Bogotá, pero no se ha quedado en ella, sino que ha desarrollado un valioso trabajo itinerante en su condición de teatro callejero. Así mismo, ha organizado las presentaciones de otros grupos del mismo género, tanto en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, como en otras muestras e intercambios efectuados con grupos tanto de carácter nacional como internacional.

Otra institución con sede propia que ha llevado a escena las obras de sus fundadores y directivos, es el Centro Cultural García Márquez, del cual han hecho parte desde sus inicios Hugo Afanador, autor de obras como "La boda rosa de Rosa Rosas" o José Assad, autor de "Biófilo Panclasta", "Cenizas sobre el mar", "Europlástic", entre otras. Actualmente Assad es el director de la Escuela de Teatro de la Escuela de Artes de Bogotá, ASAB.

Misael Torres, actor y director de amplia experiencia, ha realizado estudios sobre las formas populares de expresión, con su grupo Ensamblaje, entre cuyos trabajos más destacados se cuentan: "Las tres preguntas del diablo enamorado", "Memoria y olvido de Úrsula Iguarán", creada en compañía de Juan Carlos Moyano, a partir de personajes y situaciones de "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez, y "Ñaque, historias de piojos y actores", del dramaturgo español José Sanchiz Sinisterra, inspirada en la comedia "El viaje entretenido", escrita por el actor y comediógrafo del Siglo de Oro español Agustín de Rojas.

Juan Carlos Moyano, por su cuenta, ha desarrollado una muy personal actividad escénica, como director y dramaturgo, adaptando para el teatro historias tomadas de la narrativa, como es el caso de "El enano", de Pär Lagerkvist, "Sexus", de Henry Miller y "Demonios", de Fiodor Dostovyeski.

También han logrado sostener una meritoria labor en sectores populares del sur de Bogotá, el Teatrino "Don Eloy", organizado por Angel Alberto Moreno y Sofía de Moreno, autora de varias obras de teatro para niños, así como la Fundación Cultural Chiminigagua, que cuenta con su propia sede en Bosa, bajo la dirección de Venus Albeiro Silva, y la Fundación Querigma, también con sede en Bosa.

EL TEATRO EN CALI Y MEDELLIN

Aparte de Bogotá y algunas producciones realizadas en ciudades como Manizales, Barranquilla, Cartagena y otras capitales de departamento, cuya sola enumeración escapa a las posibilidades de este trabajo, las ciudades donde ha existido un mayor desarrollo de la actividad teatral en Colombia, a lo largo de las últimas décadas, son Cali y Medellín.

En Cali, aparte del trabajo del TEC ya mencionado, existen grupos estables como "La Máscara", compuesto por un grupo de actrices para llevar a escena problemas relacionados con la mujer. "La Máscara" ha logrado consolidar su trabajo, al adquirir su propia sede, tanto para los ensayos, talleres y demás actividades, así como la realización de temporadas con sus propias obras.

Algo semejante ocurre con el grupo "Esquina Latina", dirigido por Orlando Cajamarca, autor de "El enmaletado" y otras obras.

La Universidad del Valle, que cuenta con su Escuela de Teatro, también a promocionado los montajes con los alumnos de cursos avanzados, con el propósito de incrementar la actividad teatral caleña. De allí surgió la "Corporación Teatro del Valle", dirigida por Alejandro González Puche, quien realizó estudios teatrales en Rusia y es profesor de artes escénicas en la universidad.

En el caso de Medellín, casi podríamos decir que merece un capítulo aparte, pues desde hace varias décadas su movimiento teatral ha mantenido una coherencia y un crecimiento continuos.

Hace alrededor de medio siglo fue demolido el Teatro Bolívar, un teatro "A la italiana" semejante al Municipal de Bogotá, pero algunos años más tarde surgieron nuevos edificios, como el Teatro Pablo Tobón Uribe, el "Metropo-litano", y otros que dependen de las universidades, que han dotado a la ciudad de una importante infraestructura para las artes escénicas. En la misma forma, se han conformado varios grupos que han logrado abrir sus propias salas, gracias a una actividad tesonera a lo largo de muchos años.

Entre los promotores de esta actividad cabe destacar la labor realizada por Gilberto Martínez Arango, médico cardiólogo, gran deportista, en cuya calidad obtuvo destacados premios en natación, dramaturgo, actor, director, promotor de diversas salas e instituciones teatrales, la última de las cuales es "La Casa del Teatro" de Medellín, profesor, ensayista, y director de la Revista "Teatro", casi la única en su género que Colombia a lo largo de muchos años.

Entre sus obras se cuentan títulos como "Los Mofetudos", una sátira cruel y caricaturesca a los sectores dominantes de la sociedad, "El grito de los ahorcados", una pieza sobre la Revolución Comunera de 1781, "El Interrogatorio", "Proceso al Señor Gobernador", "La Guandoca", basada en el relato de su experiencia en la cárcel, hecho por la directora de cine y teatro Gabriela Samper, "El parlamento del Caratejo Longas que llegó de la guerra" (Título análogo al de la farsa medieval de Angelo Beolco, inspirado en el cuento de Tomás Carrasquilla: "A la plata") y muchas otras.

Martínez también ha escrito diversos ensayos sobre el arte escénico, como "Hacia un teatro dialéctico", "Teatro: teoría y práctica" y otros.

El grupo teatral "Ex Fanfarria", nombre que se le dio después de separarse de la antigua "Fanfarria", que incluía títeres y teatro, fue fundado por uno de los dramaturgos más importantes del teatro colombiano, José Manuel Freydel, quien murió asesinado en Medellín una oscura noche de agosto de 1990, a la edad de 39 años.

El teatro de Freydel logra conciliar un mundo sórdido de violencia y muerte con el lirismo y la atmósfera poética en sus obras, en una conjunción que en cierta forma recuerda al teatro de Jean Genet en Francia. Su teatro surge en momentos en que una parte del teatro colombiano, en especial el teatro universitario y muchas propuestas de creación colectiva, se habían dedicado a realizar panfletos políticos sin mayor calidad artística. Freydel muestra en su teatro que es posible hablar de temas sociales de gran actualidad, sin perder la calidad estética y la inspiración poética.

Muchas de sus obras quedaron en forma de boceto, que sin duda, de haber vivido más tiempo, Freydel hubiera trabajado hasta darles una estructura y un acabado más completo. Sin embargo, con las principales obras que logró terminar y llevar a escena, deja una honda huella y ocupa un destacado lugar en la historia de la dramaturgia nacional. Entre estas obras podemos destacar: "Los infortunios de la bella Otero y otras desdichas", "El romance del bacán y la maleva", "Hamlet en este país de ratas retóricas", "Amantina o la historia de un desamor", "Las burguesas de la calle menor", presentada en la Casa del Teatro de Bogotá bajo la dirección de Adela Donadío, antigua colaboradora de la Ex Fanfarria, en un excelente montaje, "Avatares", "Monólogo para una actriz triste" escrito para actriz de su grupo Nora Quintero, "El padre Casafuz", adaptación del cuento de Tomás Carrasquilla "Luterito" y muchas otras. El grupo la ExFanfarria ha continuado su labor, llevando a escena varias obras de Freydel, como un homenaje a su creador y director.

El "Teatro Matacandelas" dirigido por Cristóbal Peláez, también cuenta con su propia sede, obtenida a lo largo de 23 años de actividad continua, en la cual ha llevado a escena trabajos de alta calidad poética y muy depurados en sus imágenes y atmósferas. Entre ellos se destacan "O´Marinheiro", del gran poeta portugués Fernando Pessoa, "Los ciegos" de Mauricio Maeterlinck, basada en la parábola de los ciegos, del pintor Peter Brueghel El Viejo, basada a su vez en los Evangelios, en uno de cuyos versículos dice: "Si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el pozo".

Matacandelas también ha montado obras cortas de Eugenio Ionesco, Jean Tardieu y otros autores de vanguardia, así como una versión escénica del relato de Andrés Caicedo "Angelitos empantanados, bajo la dirección de Cristóbal Peláez.

El "Pequeño Teatro" de Medellín es otro grupo estable, con una hermosa sede construida con una avanzada técnica para variar los espacios de la escena y el público. El grupo, dirigido por Rodrigo Saldarriaga, lleva alrededor de 25 años de actividad continua, durante los cuales ha montado obras de autores de diversas partes del mundo, como "Los intereses creados", de Jacinto Benavente, "Bolívar", de Jules Supervieille, "Aceite", de Eugenio O´Neill, "Signos de la ciudad" del autor alemán Frank Xaver Kroetz, y las obras del autor colombiano Henry Díaz Vargas: "De cómo se sublevó el común" y "El cumpleaños de Alicia", obra premiada en el Concurso Nacional de Dramaturgia, organizado por la Universidad de Medellín. Henry Díaz también ha montado obras en su propio grupo, como "Más allá de la ejecución" una pieza de corte surrealista sobre la pugna histórica entre los conquistadores Jorge Robledo y Sebastián de Belalcazar, a mediados del Siglo XVI, así como "La sangre más transparente", que obtuvo el Premio Nacional de Colcultura en 1992.

También realizado una valiosa tarea el "Taller de las Artes", creado y dirigido por el dramaturgo, pintor y músico Samuel Vázquez, quien ha buscado su propio camino en las artes escénicas con propuestas novedosas como "El bar de la calle luna", en el cual los espectadores resultan involucrados en el drama como supuestos contertulios del bar, y los conflictos se desarrollan al lado del sitio donde departen con sus amigos, como ocurre con frecuencia en la agitada vida de nuestros días. El "Taller de las Artes" también presentó "El arquitecto y el emperador de Asiria", de Fernando Arrabal, dirigida por Samuel Vázquez, quien obtuvo el Premio Nacional de Colcultura en el género del Teatro para niños, por su obra: "El sol negro".

Otro grupo con sede propia en Medellín y con una producción que ha logrado un notable éxito de público, por su humor directo y localista, es "El águila descalza", dirigido por Carlos Mario Aguirre, quien logró una numerosa audiencia, sobre todo por su obra "País paisa".

La información que hemos presentado, desde luego, no agota el tema, pues 6 décadas de antigüedad son un buen segmento de la historia de la cultura nacional. Lo que evidencia el panorama presentado es el hecho de que a lo largo de este proceso, se ha configurado todo un movimiento teatral de carácter permanente, con grupos, salas, escuelas, dramaturgos y actores dedicados de lleno a esta labor, lo cual ha permitido ir formando un público estable y crear una gran variedad de propuestas con estilos y técnicas muy diferentes.

En esta enumeración hemos dejado aparte, por ejemplo, el teatro de títeres y el teatro infantil, así como a muchos autores que no se encuentran vinculados a un grupo en particular. Tampoco hemos mencionado a otras figuras más recientes, tanto en la dirección como en otras áreas del teatro, que sin duda van a jugar un papel en el teatro de los próximos años. Tan sólo con la idea de dejar abierto el espacio para nuevos estudios sobre estos aspectos, cabe mencionar la obra, en el teatro de títeres y marionetas desarrollada por algunos veteranos, como Jaime Manzur y Ernesto Aronna, o los grupos consolidados y con sede propia, para el teatro de muñecos y la actividad escénica en general, como son "La Libélula Dorada", dirigido por los hermanos César e Iván Darío Alvarez, "Hilos Mágicos", dirigido por Ciro Gómez o "Teatrova", dirigido por Carlos Parada. También cabe destacar la labor realizada en Medellín por los grupos de teatro de títeres "La Fanfarria" y "Manicomio de muñecos".

Y entre los directores y dramaturgos más recientes no podemos dejar de mencionar a Víctor Viviescas, quien ha obtenido varios premios por sus obras "Crisanta Sola", "Prométeme que no gritaré" y "Ruleta rusa". La colección de Teatro de la Universidad de Antioquia ha publicado un volumen con obras de este autor antioqueño.

También citamos a Nicolás Buenaventura Vidal, creador de relatos orales convertidos en un vivo espectáculo con música y otros elementos teatrales. A Ana María Vallejo, dramaturga y directora, quien durante un tiempo dirigió la Escuela Nacional de Arte Dramático. A Alvaro Campos, dramaturgo, quien también obtuvo el premio nacional de Colcultura por su obra "Mujeres bajo sospecha". A Tania Cárdenas, entre las más jóvenes, autora de "La mujer que ya no fuma" y otras piezas concebidas con un estilo muy actual, y otros jóvenes talentos que han surgido de las Escuelas o grupos que se han ido formando en los últimos años. Ante un panorama tan complejo y variado, cabe esperar análisis críticos y estudios más profundos, que permitan examinar la diversidad de tendencias y valorar los principales logros, así como señalar las deficiencias o carencias que los trabajos estudiados puedan presentar. Quizá, lo último que aparece en un panorama de intensa actividad sea la crítica y la historiografía, pero pensamos que el panorama de este movimiento ya lo exige, y ciclos de estudio y análisis como el que se ha adelantado en esta oportunidad son una oportunidad muy valiosa para consolidar esta tarea.