Sumario

Hacer teatro hoy

La escena
iberoamericana

Investigar el teatro

VENEZUELA. Crearse creando

Por Juan Carlos De Petre

 

Todo trabajo creador compromete al operador.
Esas maniobras dejarán huellas internas que en su tiempo se harán conscientes, pudiendo producir -si tan intensas fueron- cambios notables tanto en el mismo proceso de vida, como en el de su arte.
De allí el excesivo cuidado en la administración del procedimiento a emplear. Su severidad viene de la naturaleza esencial que lo convierte en algo tan preciso como determinado ejercicio matemático: un insignificante paso decide el camino entero.
Y siendo que del teatro se trata: directores, actores y actrices, máximos responsables directos; más encargados subsidiarios (y a veces no tanto) como escenógrafos, iluminadores, vestuaristas, musicalizadores, todos participarán vinculantemente en la empresa humana que representa la gestación de una obra.
Si crear es el sentido (para quienes no sea así, quedan exonerados) la primera medida razonable, ineludible, será poner en práctica las prevenciones necesarias que permitan a cada participante del grupo involucrado en la aventura teatral concreta, desarrollar su capacidad creadora, evitando el ilusorio, malsano hábito de la jerarquía de poderes que concluye descalificando, excluyendo, separando, a cualquiera de los componentes que pretenda ejercer su diferencia de visión o pensamiento.
Impidiendo al otro, se incapacita a uno mismo, para no caer en este descuido habrá que recordar siempre el punto de partida: la convocatoria inicial a las personas que componen el colectivo de trabajo, donde se presumió que los llamados eran parte necesaria en la sociedad creadora proyectada.
Este sencillo principio garantiza un comienzo correcto: cada cual tendrá espacio y voz; nadie sobra, nadie falta. En una composición química (en estos casos casi alquímica) que culminará con el preparado, los elementos son los necesarios, ni más ni menos: si se nota el vacío de alguien, habrá que buscarlo, si se percibe la superfluidad de alguno habrá que quitarlo.
De todos modos, transitando un trabajo creador correcto, la indispensable decantación humana se producirá "naturalmente". Esta advertencia cumple el objetivo de evitar perder el tiempo y arrancar con quienes corresponden.
El teatro por su esencial característica de "cuerpo presente", opera con sentimientos, reacciones, energías, emociones, pensamientos; con emotividades sepultas y revelaciones superiores, con oscuridades y visiones que comprometen el alma. De allí el extremo cuidado en el tratamiento que debe hacerse de todos estos mecanismos que concluyen siendo manifestaciones expresivas.
En su tránsito por ellos, nadie sale indemne: podemos disminuirnos, atrofiarnos, y ganar patologías... o expandirnos, restaurarnos y transmutar la naturaleza plomiza en oro luminoso.
Crear es cambiar propiedades, desmontar organizaciones, suprimir estructuras, recomponer ordenamientos, alterar sentidos, decodificar lenguajes, leer lo invisible. Menos es resignación.
La acción teatral debe cumplir un sentido noble y bondadoso: haciendo me hago, menos no "vale la pena".

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