De Eduardo Rovner. Dirección: Gaby Fiorito. 7 de marzo al 28 de agosto
De Eduardo Rovner
Con
Mauricio Chazarreta Kurt
Javier Guerrero Hijo, Whilheim
Romina Pinto Zulema
Iván Steinhardt Friedrich
Guillermo Tassara Johann
Fotos: Evann Violeta, Gastón Badell
Edición y supervisión musical: Sebastián De Marco
Diseño de objetos: Guillermo Tassara
Escenografía y vestuario: Altro Ké Compañía teatral
Asistencia: Romina Pinto
Dirección: Gaby Fiorito
Duración: 70 minutos
“Cuarteto”, de Eduardo Rovner, es ante todo, una metáfora maestra acerca de la insensibilidad, la indiferencia y la intolerancia. Cuatro pseudo músicos, fanáticos de Beethoven, conforman un cuarteto de cuerdas muy particular. La acción transcurre en la casa de Anselmo, quien se hace llamar Johann, durante un ensayo muy intenso, el día antes de una anheladísima presentación en televisión. En el cuarto de al lado, la esposa de Johann está agonizando. Los quejidos e interrupciones de la mujer, generan una tensión cada vez más profunda y menos soportable para nuestros músicos, llevando la situación a un desenlace extremadamente poético. La puesta propone una estética cargada de teatralidad, con una fuerte composición de personajes, en la que el humor negro se adueña del lenguaje, y donde seguramente, florecerá la reflexión.
CELCIT. Temporada 2015 - 40º Aniversario
La sala de estar de Johan (Guillermo Tassara) es enorme. Sentado en su silla de ruedas, ensaya con un cello imaginario una pieza de Beethoven. Su hijo (Javier Guerrero) le reclama la atención debida a su madre Zulema (Romina Pinto), agonizante. Johan no entiende razones, su misión, argumenta él, es enormemente más trascendente: la de transmitir el mensaje de Ludwig Van a todo el mundo, interpretando en televisión una de sus obras para cuarteto más famosas. El diálogo entre padre e hijo es tenso, pero lo absurdo se cuela entre las líneas. Esta es la propuesta de recorrido que nos hace el texto de Eduardo Rovner, bajo la dirección de Gaby Fiorito, titulada Cuarteto.
El hijo de Johan sale pronto de escena no sin antes increpar a su vetusto y delirante padre. En su congoja, suena el timbre: son Kurt (Mauricio Chazarreta) y Friederich (Iván Steinhardt). Segundo violín y violista respectivamente, uno es un es un esquizoide escondido en una sonrisa y el otro un grandilocuente de modos groseramente afectados. Este delicioso combo de personajes grotescos se completa con Whilheim (otra magistral actuación de Javier Guerrero), director y primer violinista tirano y psicópata de este cuarteto. Es él quien trae la noticia: deben prepararse para el antes y después de su carrera, una presentación televisiva de su música en horario central. Nada ni nadie (salvo ellos y con resultados hilarantes) puede interrumpir su ensayo, ni un teléfono, ni un hijo dolido, ni siquiera una esposa convaleciente. El planteo pone al centro la música, tanto como protagonista como acompañamiento, al compás de piezas del compositor alemán, a veces editadas con mucho tino por Sebastián de Marco, supervisor musical de la obra, para acentuar la teatralidad de ciertos instantes. Estos personajes patéticos (sin connotación negativa alguna) se mueven por este espacio escénico de doble grada (en la sala del CELCIT) y juegan a través de una escenografía y vestuario (a cargo de Altro Ké Compañía) que decoran y amplifican estas personalidades tan caricaturescas y oscuras que constituyen esta producción.
Cuarteto exhibe durante setenta minutos una tragicomedia eminentemente oscura, donde tanto el cuerpo como el texto proponen narrativas audiovisuales que siguen su propio camino pero a la vez se entrelazan en forma prácticamente cronométrica, más bien al son de un grotesco Beethoven. La reflexión, cuidadosamente posicionada en los rincones del texto, se hace patente en ésta desopilante muestra de talento que desafía la propia noción del artista y la sensibilidad en un contexto turbulento y a la vez cotidiano. Ni el propio compositor alemán podría haberse imaginado la diversidad de mensajes tan ricos y complejos que aún puede inspirar su potente obra.
La obra dirigida por Gaby Fiorito mezcla el humor negro, entre la risa y el espanto. Una metáfora maestra acerca de la insensibilidad, la indiferencia y la intolerancia.
“Cuarteto”, de Eduardo Rovner, es ante todo, una metáfora maestra acerca de la insensibilidad, la indiferencia y la intolerancia. Estrenada por primera vez en 1991, con el antecedente de “Concierto de aniversario”, -obra breve- ícono del Ciclo Teatro Abierto y sólida plataforma sobre la que se basa “Cuarteto”. "Si bien la obra contiene una fuerte mirada ideológica acerca de la nefasta dictadura militar, la historia se mantiene vigente a través de los años", dice Gaby Fiorito, director de la obra.
El humor negro y la ironía son la trama de esta obra donde cuatro pseudo-músicos grotescos, apasionados por Beethoven son representantes de la vida pequeña y mediocre por lo que tienen que recurrir a la ficción para sentirse cercanos a la genialidad. Intentan expresar amor y alegría a través de su música. Un despiadado antagonismo acerca del mensaje que pretenden transmitir y la obstinación e intolerancia que este singular cuarteto de cuerdas pone en escena. La acción transcurre en la casa de Anselmo, el día anterior a la presentación en televisión. En el cuarto contiguo está su mujer, la agonía y el dolor de la esposa provoca inquietud a los músicos, pero no por compasión, sino porque está interrumpiéndolos en sus ensayos, esto crea un ambiente cada vez más tenso y un crudo desenlace poético en clave de humor negro.
Este cosmos escénico sugiere una mezcla entre el plano real y el falso; una fuerte composición de personajes que nos plantea la facilidad con que se puede pasar de lo real al juego y de lo normal hasta el horror, una puesta estética cargada de teatralidad. Un final para reflexionar.
La compañía Altro Ké ya había abordado la dramaturgia del autor argentino con la presentación de "3 x Rovner, Fotografías de un concierto de ilusiones", ganadora del premio Espectáculo "Cumbre de las Américas 2014" en el 10º Festival Iberoamericano de Teatro Cumbre de las Américas, llevándose además el premio a mejor actuación y dirección. Además fue presentada en la 9ª Edición del FITCI en Lima, Perú.
"Cuarteto" está dirigida por Gaby Fiorito, con las actuaciones de Romina Pinto, Mauricio Chazarreta, Iván Steinhardt, Javier Guerrero y Guillermo Tassara. Las funciones son los viernes a las 20:30 en el CELCIT, ubicado en Moreno 431, Capital Federal.
Cuarenta años de teatro de vanguardia del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación (CELCIT) con un espectáculo para festejar: “Cuarteto” de Eduardo Rovner, una obra iconoclasta, divertida y de excelente entrega actoral.
Un cuarteto de cuerdas muy enamorado de las obras de Beethoven se encuentra entre nervios y recriminaciones en la casa de uno de ellos para efectuar el último ensayo.
Pero, claro, siempre sucede inconvenientes en este mundo y sucede que la esposa dueña de casa, una mujer pálida, lánguida, de ojos extraviados, agoniza con la fantasía de su muerte. ¡Cómo puede ser! La idea del cuarteto es transmitir un mensaje de paz, amor y alegría mediante las conmovedoras piezas del compositor alemán. De ahí surge un humor más que negro, que además insinúa situaciones sociales, como las desapariciones bajo la dictadura: antes del ensayo de los músicos, la esposa reclama patéticamente a su hijo desaparecido. "¿Dónde está mi hijo?”
Con la maravillosa música apareciendo cuando el grupo intenta ensayar, el espectáculo es una muestra fuerte de la insensibilidad humana, la indiferencia, la intolerancia—pecados de ayer, hoy y siempre del ser humano.
Los personajes son terriblemente grotescos, apenas saben tocar sus instrumentos y parecen sufrir de desorden polar.
En realidad la pieza fue estrenada en 1991 en el Teatro San Martín bajo la notable dirección de Sergio Renán. Desde entonces la obra de Rovner ha corrido muchos ámbitos teatrales en Argentina y en el exterior. Ahora, bajo la dirección de Gaby Fiorito y bajo los auspicios del grupo Altro Ké, el espectáculo participa en el festejo por los 40 años del CELCIT.
Los quejidos de la mujer, la sangre del asesinato de la esposa, los cuerpos tensionados como las cuerdas, una puesta en la cual la imagen habla tan fuerte como la palabra, personajes densamente compuestos, un humor negro—que en realidad obliga al espectador a reflexionar muy seriamente sobre la condición humana, una puesta muy apta para el CELCIT, dedicado a la comunicación entre teatristas de vanguardia de América Latina, España y Portugal.
Después de 3xRovner, el espectáculo que reunió tres obras cortas del autor argentino Eduardo Rovner (¿Una foto…?, Viejas ilusiones y Concierto de aniversario) llega Cuarteto al CELCIT.
Esta propuesta pinta un universo oscuro donde conviven el cinismo y la violencia. La acción se desarrolla en la casa de Anselmo, quien se hace llamar Johann (Guillermo Tassara), durante un ensayo junto a pseudo-músicos fanáticos de Beethoven y previo a una presentación que brindarán en televisión. El cuarteto de cuerdas está integrado además por Kurt (Mauricio Chazarreta), Whilheim (Javier Guerrero) y Friedrich (Iván Steinhardt) .
Pero cada intento de concentración y ejecución de sus instrumentos es interrumpido: primero desaparece el hijo de Anselmo y luego las constantes entradas de Zulema (Romina Pinto), la esposa moribunda de eterno quejido, complican la situación y deja en claro que no siempre la música calma a las fieras.
De este modo se tensan las cuerdas y los nervios de los cuatro personajes que practican mientras la verdadera música proviene de un viejo tocadiscos. Cerca de una historia propia del género de terror, donde hasta un simple instrumento puede funcionar como arma letal, la obra dirigida por Gaby Fiorito coordina los "sonidos" que provienen de cada uno de los personajes y los funde en una enloquecida metáfora sobre la incomunicación, el egoísmo y la intolerancia.
Estas criaturas deben llevar su ensayo a buen puerto pase lo que pase y no hay nada ni nadie que importe más. Las situaciones están salpicadas por un estilo caricaturesco e ingenuo plasmado al comienzo y que va dejando espacio a una atmósfera en la que ellos dejan lucir su lado más salvaje.
En medio de un Johann que se pasea en silla de ruedas, la transformación de Kurt, Wilheim que dirige el cuarteto y un atildado Friedrich –no por eso menos peligroso-, el caos no tarda en explotar en la cara del espectador, entre las cenizas de un difunto que son desparramadas por el escenario.
La música seleccionada y la solvencia de los actores crean un espectáculo donde el desamor, la locura y el encierro también tienen su propia y tenebrosa música.
“Cuarteto”, la puesta de humor negro e ironía de Eduardo Rovner, se presenta cada sábado desde las 21 hs. en el Teatro CELCIT
Dirigida por Gaby Fiorito, la obra está protagonizada por Mauricio Chazarreta, Javier Guerrero, Romina Pinto, Iván Steinhardt y Guillermo Tassara, en tanto la escenografìa y vestuario pertenecen a la Compañía Teatral Altro Ké y Gaby Lipiansky.
En un ambiente donde se respira el humor negro y una alta dosis de ironías, donde se fusionan las risas y el espanto, se puede sonreír o reír ante la perversidad de cuatro pseudo-músicos, fanáticos de Beethoven, que conformando un cuarteto de cuerdas muy particular. Ellos pretenden transmitir un mensaje de paz, amor y alegría a través de la maravillosa música del inmortal Ludwig.
La acción transcurre en la casa de Anselmo, quien se hace llamar Johann, durante un ensayo muy intenso, el día antes de una anhelada presentación del cuarteto de cuerdas en televisión. En contrapunto a esta gran farsa, se encuentran el hijo de Johann y su esposa, quien en el cuarto de al lado, está agonizando. Los quejidos e interrupciones de la mujer, generan una tensión cada vez más profunda, llevando la situación a un desenlace crudamente poético. La puesta propone una estética cargada de teatralidad, con una fuerte composición de personajes, en la que se yuxtaponen los planos de lo real y el artificio, desnudando así los dogmatismos y fanatismos, y dejando a la luz la facilidad con la que se puede pasar del juego al más despiadado horror.
“Cuarteto”, es ante todo, una metáfora maestra acerca de la insensibilidad, la indiferencia y la intolerancia. Estrenada por primera vez en 1991, con el antecedente de “Concierto de aniversario”, esta obra breve es ícono del Ciclo Teatro Abierto. Si bien la obra contiene una fuerte mirada ideológica acerca de la nefasta dictadura militar, la historia se mantiene vigente a través de los años.
Alto Ké Compañía Teatral, creada en el 2007, aborda temáticas universales de autores clásicos y contemporáneos a través de un teatro comprometido con el ser humano y su contexto. Con una forma de identidad propia para hacer y entender el teatro, Altro Ké cuenta historias para generar debate y reflexión.
Las funciones de “Cuarteto” tienen una duración de 70 minutos y se realizan en el teatro Celcit de Moreno 431, de la ciudad de Buenos Aires con entradas a un valor de $ 120.- (Agencia CyEs)
Un gran texto de Eduardo Rovner en función de una inteligente puesta para un desquiciado cuarteto inimaginable.
La compañía teatral ALTRO Ké, es dirigida por Gaby Fiorito desde el año 2007. En esta oportunidad coloca su impronta a un texto de Eduardo Rovner y describe en forma metafórica la insensibilidad, la indiferencia, la intolerancia, el mirar el propio ombligo sin tener el menor registro de los demás.
Habla de los grupos que intentan imponer su verdad a la realidad colectiva y habla también del doble discurso al que nos tienen acostumbrados muchos núcleos de poder. Lo patético cobra una fuerza superior, la simulación es elegida como código en este espectáculo de humor negro.
Mauricio Chazarreta, Javier Guerrero, Romina Pinto, Iván Steinhardt y Guillermo Tassara son quienes ponen sus instrumentos para este cuarteto de pseudo músicos. Dueños de infinidad de técnicas, se transforman en arcilla en manos de Fiorito, que construye una puesta en escena casi acrobática, con posiciones fuera de eje y absurdas coreografías para darle forma al relato imaginado.
En la trayectoria de este director, sus puestas han sido seleccionadas para numerosos festivales del orden nacional, como así también nos ha representado en escenarios de Perú, Colombia y Venezuela.
Algunos de sus títulos son: “Colón agarra viaje a toda costa”, “Oiga chamigo aguará”, “Abran cancha que aquí viene don Quijote de la Mancha”, “En estas hojas detallo cómo llegó el 25 de mayo”, (de la gran Adela Basch), “La espuma”, (de Luciano Suardi).
A modo de referencia, Cuarteto fue ganadora del Primer Premio Nacional de Dramaturgia en 1983. Se estrenó en 1991, en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, con dirección de Sergio Renán. Ese mismo año, recibió el Premio Argentores 1991, al mejor drama teatral.
En esta oportunidad, vuelve a ser un éxito.
Cuarteto del gran dramaturgo argentino, Eduardo Rovner, fue escrita durante el gobierno de facto de 1976. Pero “si bien la obra contiene una fuerte mirada ideológica acerca de la nefasta dictadura militar, la historia se mantiene vigente a través de los años”, explica Gaby Fiorito, director de esta puesta en escena. Esto se debe, lamentablemente, a que la temática es la del egoísmo, la de la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Así como una especie de negación ante lo que es feo: como la enfermedad, como la tortura, o llevado a hoy, como podría ser la pobreza sólo porque no nos ocurre a nosotros. Los protagonistas son personajes oscuros capaces de eliminar a todo el que pretenda sacarlos de su mundo excitado y artificial, porque no tienen la valentía suficiente para ver la realidad.
La sinopsis narra el fanatismo y obsesión de los músicos de un cuarteto de cuerdas que prepara un concierto en homenaje a Beethoven, compositor del que son fervorosos adeptos. El concierto será televisado al día siguiente y se encuentran ensayando en la casa de Anselmo, cuya esposa se encuentra muy enferma en la habitación contigua. Por esta razón, utilizando una campana desde su cama debe interrumpir a los músicos y es ignorada. Entonces se acerca pidiendo remedios para el dolor y su marido le dice que vaya a comprarlos ella, ya que está muy ocupado. Más tarde llama por teléfono su médico explicando la gravedad de la situación pero tampoco es escuchado y cortan el cable de la línea. Y cuando la mujer grita pidiendo socorro, suben el volumen de la música. Los integrantes del cuarteto ensayan exaltados autoconvenciéndose de que hacen algo mucho más importante que la enfermedad de un simple mortal pero apenas manejan sus instrumentos. De este modo los personajes se muestran ridículos y patéticos en su pasión por Beethoven, en tanto pseudo – músicos, viviendo una realidad distorsionada. El final es el paroxismo al que llevaría todo fanatismo, por el que muchos grupos en la humanidad son capaces de crímenes terribles embanderando la búsqueda de la belleza para la sociedad.
La escenografía está compuesta de una mesita con un teléfono, tres sillas, la silla de ruedas de uno de los personajes y los instrumentos. Esta puesta en escena algo austera enmarca a la perfección a los personajes, como mostrando la verdadera cara de una supuesta pompa que no tiene asentamiento en la realidad. Se acentúa de manera inteligente la carencia de verdadero brillo de los personajes y la pobreza espiritual que los caracteriza. Desde los muebles elegidos hasta la coloratura, casi totalmente en blanco y negro, son un gran acierto para simbolizar la falta de vida y normalidad reinante en la historia.
Los vestuarios continúan esa tónica a través de los smokins de los músicos (ya vestidos para actuar en un teatro aunque se encuentren ensayando en una casa) y del camisón blanco lánguido de la mujer de Anselmo, suplicante, simbolizando la única bondad presente. Es asímismo destacable el maquillaje pesado y expresionista que remarca la oscuridad y la locura de los personajes.
Las actuaciones son excelsas, con un trabajo tanto corporal como de la máscara, llamativo y talentoso, que sostiene con importante fuerza un texto tan hilarante. El género de la obra es el del absurdo y el grotesco, cuyos códigos actorales son difíciles de maniobrar manteniendo la verosimilitud. Sin embargo la historia es en todo momento creíble a pesar del surrealismo que la caracteriza.
Finalmente en la dirección es destacable el manejo del espacio en movimientos casi coreográficos, incluso contando con un personaje en silla de ruedas, elemento que contrariamente a entorpecer, proporciona efectos de velocidad y ritmo en el desplazamiento del grupo actoral. Más allá de la indudable sagacidad del texto de Rovner y las muy buenas actuaciones, es la dirección la que se lleva el premio mayor, siempre responsable de tomar las decisiones de cada área y amalgamarlas magistralmente para que resulten un todo en el que el espectador pueda perderse mirando por la mirilla las historias de las que siempre es capaz el ser humano, cuando no lo miramos.
Cuarteto, dirigida por Gabi Fiorito, es una obra brillante que explica de manera muy holgada como se puede hacer una comedia con la que nadie podrá parar de reír de principio a fin, pero con un texto de altísima calidad y un importante mensaje social. Para ver y tomar nota.
Pocas veces ocurre que tanta intensidad manifiesta convoque al público a una atención sostenida.
"Cuarteto" logra mucho más que eso. Decir que es una obra maestra parece aludir a un lugar común; sin embargo, resulta serlo en todas sus formas: es una pieza minuciosamente acabada, como lo son las partituras de Beethoven que guían esta historia, de fanatismo patológico con tintes absurdos.
Un derroche de talento escénico le da sentido a un guión exuberante y exquisito, que invita al espectador a pensar hasta qué punto un fin determinado justifica todos los medios. Excusas y apasionamiento confluyen en un obsceno y descarado cúmulo de argumentaciones insostenibles y reacciones extremas, literalmente extremas, plagadas de sarcasmo y acidez, pero conducidas por un humor cínico y tenaz que sobrevuela toda la obra.
La música es protagonista y cumple un rol esencial en cada palabra, cada movimiento y cada silencio.
Con una puesta que apuesta al dinamismo, bajo la dirección de Gaby Fiorito, Eduardo Rovner revela la ceguera del ser humano ante obsesiones que, muchas veces, nos alejan por completo de la realidad para sumirnos en el autoengaño como vía de escape.
El egoísmo y la crueldad afloran en ‘Cuarteto’ como la contracara de la capacidad que poseen los músicos para visualizar, transformar y transmitir la sutileza de cada nota.
Y, a pesar de la coraza que construye y defiende cada uno de los personajes que integran esta orquesta, queda claro, en definitiva, que sensibilidad no es sinónimo de debilidad.
Qué bueno es volver al Celcit, lugar donde supo deambular el maestro de teatro Juan Carlos Gené, volver a esa pequeña sala tan particular es reencontrarse con lo mejor del teatro latinoamericano y Cuarteto de Eduardo Rovner, no es la excepción.
Esta obra magistralmente dirigida por Gaby Fiorito llega realmente a la médula emocional y pasional del espectador, es realismo en estado puro, con actuaciones tan magistrales que asustan, nos llevan a un lugar de inhertes observadores, cómplices de lo que sucede en el escenario.
Por momentos la obra tiene partes de excepcional clown y los protagonistas logran contagiar una alegría total. La puesta en escena colabora y potencia para que estos momentos sean brillantes.
A partir del desdoblamiento en un segundo personaje Javier Guerrero encarna de manera sorprendente un pérfido personaje, que comienza a oscurecer la obra hasta transformarla en un sórdido espectáculo de sombras y fantasmas que contagia a todo el público presente y se mete en la médula del observador.
No he leído el texto original, pero la puesta en escena es realmente muy cruda, y es en esto donde reside lo magistral de esta pieza.
El teatro debe ser una patada en los huevos u ovarios, y vaya que Cuarteto de Eduardo Rovner lo es, pero, sin perder la sutileza, el estilo y la gracia que a estos escabrosos temas de la realidad sabe transmitirle el buen teatro.
No quiero terminar mi crítica sin antes destacar a Guillermo Tassara; este desde una silla de ruedas maneja su cuerpo con una sutileza y precisión, pocas veces vista, la manipulación de los objetos por su parte y el despliegue de utilería es excelente.
Por otra parte hago mención a Ivan Steinhardt a quien no conocía y es realmente un clown grandioso, su fisic du rol y postura corporal me hacen acordar a los payasos blancos de los grandes circos canadienses, acompañada en él esta técnica de Clown con gestos de actor muy asentado y con un profundo trabajo en la construcción del personaje. igualmente Romina Pinto, con un breve pero presente personaje, siempre con una excelente colocación de la voz y la respiración, áspera y desde garganta, emite sonidos guturales; asi se lo pide su personaje, una anciana al borde del umbral de la muerte, casi un fantasma.
Completa el elenco Mauricio Chazarreta, quien compone un perfecto estúpido, con una obsesión tal y un nivel de acatamiento tan absurdo que da lastima y genera rencor con la misma fuerza; sin embargo, todas las perversidades del personaje de Chazarreta, no decantan en él si no en el personaje de Whileim (Javier Guerrero), en un gesto de su cara, constante, omnisciente, que nos dice todo, y tal vez hasta dice demasiado.
La obra dirigida por Gaby Fiorito mezcla el humor negro, entre la risa y el espanto. Una metáfora maestra acerca de la insensibilidad, la indiferencia y la intolerancia.
“Cuarteto”, de Eduardo Rovner, es ante todo, una metáfora maestra acerca de la insensibilidad, la indiferencia y la intolerancia. Estrenada por primera vez en 1991, con el antecedente de “Concierto de aniversario”, -obra breve- ícono del Ciclo Teatro Abierto y sólida plataforma sobre la que se basa “Cuarteto”. "Si bien la obra contiene una fuerte mirada ideológica acerca de la nefasta dictadura militar, la historia se mantiene vigente a través de los años", dice Gaby Fiorito, director de la obra.
El humor negro y la ironía son la trama de esta obra donde cuatro pseudo-músicos grotescos, apasionados por Beethoven son representantes de la vida pequeña y mediocre por lo que tienen que recurrir a la ficción para sentirse cercanos a la genialidad. Intentan expresar amor y alegría a través de su música. Un despiadado antagonismo acerca del mensaje que pretenden transmitir y la obstinación e intolerancia que este singular cuarteto de cuerdas pone en escena. La acción transcurre en la casa de Anselmo, el día anterior a la presentación en televisión. En el cuarto contiguo está su mujer, la agonía y el dolor de la esposa provoca inquietud a los músicos, pero no por compasión, sino porque está interrumpiéndolos en sus ensayos, esto crea un ambiente cada vez más tenso y un crudo desenlace poético en clave de humor negro.
Este cosmos escénico sugiere una mezcla entre el plano real y el falso; una fuerte composición de personajes que nos plantea la facilidad con que se puede pasar de lo real al juego y de lo normal hasta el horror, una puesta estética cargada de teatralidad. Un final para reflexionar.
La compañía Altro Ké ya había abordado la dramaturgia del autor argentino con la presentación de "3 x Rovner, Fotografías de un concierto de ilusiones", ganadora del premio Espectáculo "Cumbre de las Américas 2014" en el 10º Festival Iberoamericano de Teatro Cumbre de las Américas, llevándose además el premio a mejor actuación y dirección. Además fue presentada en la 9ª Edición del FITCI en Lima, Perú.
"Cuarteto" está dirigida por Gaby Fiorito, con las actuaciones de Romina Pinto, Mauricio Chazarreta, Iván Steinhardt, Javier Guerrero y Guillermo Tassara. Las funciones son los sábados a las 21 en la sala Juan Carlos Gené del CELCIT, ubicada en Moreno 431, Capital Federal.
En el marco de los festejos por el 40º aniversario del Teatro Celcit, Gaby Fiorito estrenó "Cuarteto", de Eduardo Rovner. Escrita durante la dictadura militar, la obra es una versión extensa de "Concierto Aniversario", también de Rovner y que formó parte de "3xRovner" antología de obras del mismo autor, también dirigidas por Fiorito y el mismo elenco de "Cuarteto".
La obra muestra el último ensayo de un cuarteto de cuerdas fanático de Beethoven, antes de su participación en un programa de televisión.
El cuarteto en cuestión está integrado por llamativos y patéticos personajes que llevan su fanatismo por el compositor y su obsesión para conseguir el ensayo perfecto hasta extremos ridículos.
Entre el grotesco y el absurdo, típicos del autor, "Cuarteto" es una comedia oscura y surrealista. El clima mortuario inunda el escenario. Se respira hedor, muerte, podredumbre. Las sonrisas y el entusiasmo son tan falsos como las pelucas de los protagonistas. La obra simboliza la indiferencia de la sociedad argentina ante las torturas de la dictadura.
La esposa de uno de los protagonistas se encuentra enferma y sufriendo, y los partícipes prefieren subir el volumen de la música, cortar la línea telefónica y aislarse del mundo. Es preferible no ver antes que solidarizarse por el otro.
El maquillaje, el sonido, los vestuarios e incluso los objetos escenográficos denotan la sensación moribunda que los textos de Rovner reflejan. En la puesta de Fiorito se destaca el uso del espacio escénico y las coreografías de los personajes -con silla de ruedas incluida- expresan una danza de la muerte.
Los indiferentes se convierten en verdugos, metáfora del fascismo que reinaba en la política argentina de la década del 70.
Las interpretaciones del quinteto protagónico tienen el mismo tono grotesco que el resto de la puesta, por lo que se pasa del absurdo al histrionismo en pocos segundos. Aún así, se pueden apreciar sutiles movimientos y miradas de los actores, que tiene mejor efecto sobre el público que muchas de las líneas textuales.
"Cuarteto" tiene un humor incómodo, ácido y político. Si bien las actuaciones y escenas llevan a la risa fácil, no es tan fácil reírse cuando se reflexiona sobre lo que se está observando.
Imprevisible e ingeniosa, visualmente atractiva, coreograficamente adictiva, "Cuarteto" es una obra inteligente y fresca, para analizar y recomendar.
Una nueva producción ligada a la dramaturgia de Eduardo Rovner se está dando a conocer los sábados en el Celcit. Se trata de Cuarteto, una pieza estrenada en 1991 en el Teatro San Martín, con dirección de Sergio Renán, que desde entonces ha tenido diferentes puestas en el país y en el exterior. Ahora presentado por el grupo Altro Ké conformado por Romina Pinto, Javier Guerrero, Mauricio Chazarreta, Iván Steinhardt y Guillermo Tassara, tiene dirección de Gaby Fiorito. Altro Ké abordó materiales del mismo autor el año pasado, en la sala Del Borde, donde presentaron 3 x Rovner. Fotografias de un concierto de ilusiones, materiales que mostraban a personajes frustrados, resentidos.
En esa sintonía está Cuarteto, aunque aquí la trama deriva en una situación horrorosa. Cuatro músicos preparan un concierto en homenaje a Beethoven, pero apenas saben tocar sus instrumentos. Son seres grotescos que no soportan la realidad y hasta son capaces de matar a quien intenta separarlos de sus mundos mentirosos.
El teatro de Rovner vuelve a imponerse en la cartelera teatral de la ciudad. El autor de Se fue una noche que acaba de estrenar El hombre lobo en el Auditorio Losada, sigue convocando a múltiples creadores en torno a sus obras. Eso también sucede fuera de la Argentina, desde hace algo más de una década.
con Leila Barenboim y Ana Groch
16 de mayo al 29 de agosto
Jueves de 15 a 17
con Leila Barenboim y Ana Groch
21 de marzo
16 h (hora Argentina)
con Carlos Fos
1º de julio al 30 de septiembre
Martes de 19 a 21
con Laura Brauer
Miércoles 6 de marzo
19 h (hora Argentina)
con Claudia Quiroga
1º de abril al 31 de julio
Jueves de 19 a 21