De Patricia Zangaro. Dirección: Gustavo Insaurralde. Hasta el 24 de septiembre. Domingos 16 hs.
Reunidos en un sótano, y bien provistos de vino tinto, tres actores buscan y rebuscan la manera de evocar los tiempos revolucionarios.
El hallazgo de un viejo manuscrito anónimo sobre un émulo inglés del Marqués de Sade que pretende emancipar a los criollos del yugo español a través del libertinaje viene a distraer al trío de actores de su impotencia y abulia.
Por todo esto, tanto el sexo como el vino funcionan en ellos como consuelo, para reprimir aquellas heridas causadas por la imposibilidad de lo irremediable. Sin embargo, ensayan.
Además del espectáculo, el grupo propone abrir una instancia de diálogo sobre la experiencia generacional que supone la larga noche de la dictadura del ‘76 junto a moderadores jóvenes que nos acompañen en este, entendemos será, un interesante intercambio.
De Patricia Zangaro
Con (por orden de aparición): Mónica Felippa, José Manuel Espeche, Daniel Dibiase
Música original : Fernando Diéguez
Asistente de vestuario: Éstel Gómez
Diseño escenográfico y vestuario: Agustín Justo Yoshimoto
Diseño de iluminación : Luis Rivera López, Gustavo Insaurralde
Prensa: Kasspress
Producción ejecutiva: Julieta Rivera López
Asistente: Airton Santos
Dirección: Gustavo Insaurralde
Duración: 60 minutos
CELCIT. Temporada 2023
"Libertins", o la revolución a través del sexo
8 de septiembre de 2023 - 00:01
. Imagen: Jorge Larrosa
Un inglés, émulo del Marqués de Sade, pretende hacer la revolución a través del sexo en las colonias del Río de la Plata. Lo acompañan su servidor y una mujer que mantiene vínculos con los movimientos emancipatorios, ambos criollos. Inspirándose en el lenguaje literario del autor de La filosofía en el tocador, la dramaturga Patricia Zangaro tenía escritas unas escenas protagonizadas por estos personajes con la idea de abordar situaciones de sexo explícito, algo poco común en la dramaturgia local. Más tarde, con el objeto de realizar un vínculo con el presente, la autora concibió otros tres personajes que toman aquellas escenas para presentarse a una convocatoria teatral. Libertins, tal el nombre de la obra de Zangaro, acaba de reestrenarse en el Celcit (Moreno 431) bajo la dirección de Gustavo Insaurralde y la interpretación de Daniel Dibiase, Jose Manuel Espeche y Mónica Felippa. La música original es de Fernando Dieguez, el vestuario y la escenografía, de Agustín Justo Yoshimoto y el diseño de iluminación, de Luis Rivera López.
Con la estructura de teatro dentro del teatro, la obra oscila entre los días de la colonia y el tiempo propio de estos actores que se proponen darle forma final a un manuscrito encontrado providencialmente. Pero hay demasiadas frustraciones y temas pendientes entre ellos y demasiado vino a disposición como para concentrarse en la tarea y no terminar evocando otros ímpetus revolucionarios, los de los ’70, además de sus propios infortunios.
Fue la misma Zangaro quien reunió al elenco y convocó al joven director para realizar el montaje. “En su puesta de mi obra Por un reino, descubrí su gran sentido de la teatralidad y su audacia, además de una sensibilidad especial para potenciar el universo que una obra propone”, elogia la autora al director, en la entrevista con Página/12. Por su parte, Insaurralde afirma que esta obra es “un drama generacional”. Lo dice no solamente porque fueron derrotados los sueños revolucionarios, sino porque tanto a los actores y sus personajes como a la misma autora les quedó pendiente el no haber podido atravesar plenamente la experiencia de la militancia. Zangaro resume: “Tenía necesidad de hablar sobre el fracaso y la derrota, desde lo más íntimo hasta lo social. Y también hablar del teatro como trinchera de resistencia, porque esta obra es dura e incómoda pero también tiene mucho de luminoso y esperanzador.”
-El teatro está muy presente en varias piezas tuyas…
-Sí, el teatro dentro del teatro es algo que se repite en mi obra. El teatro es el lugar donde me siento amparada, donde la vida cobra sentido y donde puedo crear los lazos más fuertes porque es donde comprendo mejor a la condición humana. Con el avance de las derechas, con el colapso ambiental, estamos viviendo un mundo casi distópico. Frente a ese afuera tan confuso y aterrador, el teatro es un lugar donde conectarse. Esto es lo que les pasa a los personajes de Libertins.
-¿Te gusta involucrarte en los procesos de ensayo?
-Sí, incluso para que mis obras se estrenen yo misma pienso a quiénes llamar para realizar la puesta. Disfruto mucho de los ensayos, de la metamorfosis de la obra escrita en otro lenguaje, cuando el registro linguístico se enriquece con el cuerpo y la emoción de los actores.
-¿Cómo son los personajes que participan de la obra que están armando?
-Esos tres personajes funcionan como alter egos míos. Porque como ellos, soy de una generación demasiado joven como para haber protagonizado los ideales de la militancia de los ’70. Cuando terminé el secundario, como ya teníamos las botas sobre nuestras cabezas, crecí con las marcas que a todos nos dejó el golpe militar.
-Se puede decir que ésta es una obra de ideas…
-Creo que hoy hay una degradación muy grande de las ideas. La noción de libertad está despojada de los ideales emancipatorios y sólo se habla de la libertad de mercado, de la posibilidad de comprar y venderlo todo, un órgano o un niño. Las nuevas derechas se autodenominan libertarios. Y en ciertos casos, vemos que la libertad va asociada a la penetración del narco.
-Hay una cita de Sade en tu obra que dice: “en un mundo totalmente corrompido yo no te aconsejaría más que el vicio”…
-Sí, es una cita de Justine. Pienso en lo que ocurre en Rosario, que es aterrador. La penetración de la figura del narco disuelve todo vínculo, todo contrato social porque es una penetración que se da en toda la sociedad. Hasta los niños son tentados a entrar en ese mercado porque viven en un mundo sin alternativas de educación, de proyección laboral. Luego de haberse ampliados los derechos civiles estamos volviendo a los idearios más rancios y retrógrados.
*Libertins se puede ver en el Celcit (Moreno 431), los domingos a las 16 hs.
“No es extraño que Pitt, jefe del partido Tory, quien desde 1783 hasta su muerte en 1806, rigiera los destinos de Inglaterra, aleccionado por la pérdida de los Estados Unidos, tuviera siempre presente la conveniencia, no de conquistar las colonias españolas sino independizarlas.” (Carlos Roberts, Las invasiones Inglesas) (1)
Los personajes de “Libertins” pertenecen a una generación, que bucea con exasperación en un pasado, el reciente, mientras el lejano, aquél que dio origen a este presente, es una fuente de respuestas en ese deseo trunco que fue la libertad de los pueblos, su autonomía, la construcción de una identidad propia, necesariamente de uno, en busca del placer de la vida cotidiana, o no tanto, y de la expresión de una cultura que les pertenezca. Son seres que los une el espanto, y la memoria idealizada que los lleva a una reunión teatral, ensayar una obra, ganar un concurso que les permita recuperar y recuperarse, de tanta ausencia y de tanto dolor. Es una obra sobre el exilio, no sólo de las geografías conocidas sino también del paisaje propio, que buscan en vano en el estar con el otro. Exilio, agachadas para sobrevivir, sueños rotos en pedazos, seres desangelados, los personajes que juegan a ser otros personajes, y de a poco nos van diciendo quienes son; si ellos con sus carga de cicatrices, o aquellos que construye el argumento de la obra imposible de escribir por Ella, o la de darle un final a la encontrada entre los escombros de un teatro, ¿por qué cuál sería ese punto de cierre, si todavía la historia se está gestando, si es un proceso inacabado?
Admitir que nunca tuvimos una verdadera revolución, pero que a la vez es “un sueño eterno” como diría Andrés Rivera, es el centro de una herida que al volver sobre ella, sólo nos devuelve el sabor amargo de la derrota. Gustavo Insaurralde desde la dirección construye con la dramaturgia de Patricia Zangaro una puesta interesante, fuerte y cruel, sobre un texto complejo que está tejido en numerosas capas, donde el cuerpo es protagonista, el cuerpo del placer y el del dolor, el que se pone en el terreno de la revolución, aunque esta nunca se concrete, aunque la herida de su ausencia nos duela todavía; y ese tejido se produce cuando el teatro pone en abismo su propia teatralidad, punto de encuentro entre el pasado y el presente, para los personajes y para el espectador. Luego de verla, seguir hablando sobre las huellas que deja es inevitable. Tres personajes, que como en espejos cóncavos se multiplican hacia atrás y hacia adelante, en una sala de ensayo despojada y poblada a la vez de una memoria que transita la violencia. Cuerpos de mujeres, humilladas en su sexualidad, tierras a conquistar en los relatos, los que nos recuerdan al famoso Marqués, y en la ignominia del tratar de sobrevivir, se convierten en la geografía de un territorio de fertilidad para un poder que habita sin mostrarse: de afuera hacia adentro, pero del centro del miedo hacia afuera, hacia las acciones que nos recuerdan nuestra propia cobardía. La que ahuyentamos con una copa de buen vino. “Fue una idiotez volver a encontrarnos…”
Tiempos de un progresividad que nos habita, sueños interrumpidos por la muerte y la descomposición de las ideas, la actriz, Mónica Felippa, Doña Elvira; El / Daniel Dibiase, Le Frocard; El / José Manuel Espeche, Huasca, y el espectador que asiste en concentrado silencio al desarrollo del vértigo de las palabras, somos protagonistas de un relato que dentro y fuera de la escena nos arrolla con una tormenta de dudas: ¿Quiénes somos, quiénes fueron nuestros libertadores, cuándo seremos libres realmente, qué responsabilidad nos cabe hoy en este fracaso prolongado? Fracaso endulzado por un mito, que necesariamente nos une, el de creer que nuestro destino fue nuestro deseo, pero que como en Sade, es sólo una furia desatada entre las paredes del encierro. Excelentes trabajos de los tres, y de la dirección que encontró el tono a pesar de un texto descarnado, y que deja en lo no dicho, las vías de escape a la comprensión del hoy, salpicado con el barro y la sangre de la violencia de la conquista, y la violencia de la liberación.
Ficha técnica: “Libertins” de Patricia Zangaro. Actúan: Mónica Felippa, José Manuel Espeche, Daniel Dibiase. Música original: Fernando Diéguez. Asistente de vestuario: Éstel Gómez. Diseño escenográfico y vestuario: Agustín Justo Yoshimoto. Diseño de iluminación: Luis Rivera López, Gustavo Insaurralde. Producción ejecutiva: Julieta Rivera López. Asistente: Airton Santos. Dirección: Gustavo Insaurralde. Prensa: Kasspress (Laura Mathieu)Duración: 60 minutos. Celcit.
Tres actores maduros intentan ensayar, con más desesperanza que convicción, una obra que parece hablar de cambios sociales por la que los personajes lucharon y, por supuesto, no fueron. Hay autocríticas y reproches, experiencias comunes y algo de alcohol para desatar las lenguas. Aparece un viejo texto de un estrafalario inglés, admirador o precursor del Marqués de Sade quien en tiempos de la colonia pretendía emancipar, y previsiblemente llevar para su lado británico, a la criollada, que uno imagina pueblerinamente pacata, apelando al libertinaje con o sin consenso de los involucrados. Espíritu libre o apología del crimen según se mire. El texto dispara recuerdos de experiencias sexuales en los protagonistas que con la ayuda del vino, le ponen algo de fervor en su poco entusiasmante proyecto actoral. Metáfora del fracaso, los protagonistas dejan entrever, inconscientemente, la posibilidad de que la derrota no haya sido tal y por eso siguen ensayando.
Un muy buen texto de Patricia Zangaro, que prescinde de la perífrasis o el eufemismo, incursionando otra vez en una época histórica en que la autora de Auto de fe... parece sentirse a gusto. Buena dirección de Gustavo Insaurralde con una puesta convenientemente austera para el lucimiento de Dibiase, Espeche y especialmente Mónica Felippa, que hacen gala, impecablemente, de su sobrado oficio.
La obra de Patricia Zangaro se presentará, desde el 20 de agosto, los domingos a las 16 horas en el CELCIT ¿Qué queda de los ideales emancipatorios en una época en la que la concepción de libertad se reduce a la “libertad de mercado”?
Con Mónica Felippa, Daniel Di Biase y José Manuel Espeche.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (ANDigital) Liberté, égalité, fraternité ¿Qué queda de los ideales emancipatorios en una época en la que la concepción de libertad se reduce a la “libertad de mercado”?
El 20 de agosto estrena Libertins, una obra de Patricia Zangaro con dirección de Gustavo Insaurralde. Estará en escena los domingos a las 16 horas, hasta el 8 de octubre, en el CELCIT, calle Moreno 431 de la Ciudad de Buenos Aires.
Reunidos en un sótano, y bien provistos de vino tinto, tres actores buscan y rebuscan la manera de evocar los tiempos revolucionarios.
El hallazgo de un viejo manuscrito anónimo sobre un émulo inglés del Marqués de Sade que pretende emancipar a los criollos del yugo español a través del libertinaje viene a distraer al trío de actores de su impotencia y abulia.
Por todo esto, tanto el sexo como el vino funcionan en ellos como consuelo, para reprimir aquellas heridas causadas por la imposibilidad de lo irremediable. Sin embargo, ensayan.
Tres teatristas sesentones se empeñan, a pesar de todo, en hacer una obra sobre una revolución de la que nunca participaron, pero que aún los desvela.
Tal vez descubran, después de tanta obstinación y desánimo, que es justamente el teatro su trinchera de resistencia contra la adversidad de estos tiempos.
Libertins cuenta con actuaciones de Mónica Felippa, José Manuel Espeche y Daniel Dibiase. (Entrada general $ 2500 | jubilados y estudiantes $ 1500). (ANDigital)
Hace tiempo no veía una obra en dos frentes. Una puesta desde ya muy ambiciosa y particular, donde se reúnen tres amigos, tres actores que buscan de una forma particular evocar los momentos en los que fueron revolucionarios. Tres actores que hacen teatro dentro del teatro; donde ensayan una obra que van representando poco a poco, intercambiando la realidad con la ficción que teatralmente va recreando una historia de libertad, de emancipación de la corona española, donde el vino, el sexo y el libertinaje, sirven de placebo ante esta imposibilidad de volver a esos tiempos de revolución de los que empiezan hablando.
Una obra donde el tiempo se hace efímero, donde el ir y volver a la realidad se hace necesario y donde cada cosa se entrelaza con la realidad y la ficción.
Vayan a verla, está en el CELCIT, vuelven con una segunda temporada desde el 20 de agosto, todos los domingos a las 16hs.
FICHA TÉCNICA
Autoría: Patricia Zangaro / Actúan: Daniel Dibiase, Jose Manuel Espeche, Mónica Felippa / Diseño de vestuario: Agustin Justo Yoshimoto / Diseño de escenografía: Agustin Justo Yoshimoto / Música original: Fernando Dieguez / Diseño De Iluminación: Gustavo Insaurralde, Luis Alberto Rivera López / Asistencia: Airton Santos / Asistencia de vestuario: Éstel Gómez / Producción ejecutiva: Julieta Rivera López / Dirección: Gustavo Insaurralde.
El pasado domingo 20 de agosto se estrenó en el Teatro CELCIT (Moreno 431, C.A.B.A.) la obra Libertins de Patricia Zangaro. La obra tiene una duración de 60 minutos y se puede disfrutar todos los domingos a las 16:00hs. hasta el 8 de octubre inclusive.
Reunidos en un sótano, y bien provistos de vino tinto, tres actores buscan y rebuscan la manera de evocar los tiempos revolucionarios. El hallazgo de un viejo manuscrito anónimo sobre un émulo inglés del Marqués de Sade que pretende emancipar a los criollos del yugo español a través del libertinaje viene a distraer al trío de actores de su impotencia y abulia.
Por todo esto, tanto el sexo como el vino funcionan en ellos como consuelo, para reprimir aquellas heridas causadas por la imposibilidad de lo irremediable. Sin embargo, ensayan. Liberté, égalité, fraternité. ¿Qué queda de los ideales emancipatorios en una época en la que la concepción de libertad se reduce a la “libertad de mercado”? Tres teatristas sesentones se empeñan, a pesar de todo, en hacer una obra sobre una revolución de la que nunca participaron, pero que aún los desvela. Tal vez descubran, después de tanta obstinación y desánimo, que es justamente el teatro su trinchera de resistencia contra la adversidad de estos tiempos.
Ficha técnico-artística
Dramaturgia: Patricia Zangaro
Intérpretes (en orden de aparición): Mónica Felippa, Jose Manuel Espeche, Daniel Dibiase
Producción Ejecutiva: Julieta Rivera López
Música original : Fernando Dieguez
Asistente de Vestuario: Éstel Gómez
Diseño de Vestuario : Agustín Justo Yoshimoto
Diseño Escenográfico: Agustín Justo Yoshimoto
Diseño de iluminación : Luis Rivera López
Asistente de Dirección : Airton Santos
Prensa : Kasspress
Dirección : Gustavo Insaurralde
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