De Gustavo Ott. Dirección Corina Fiorillo. Escenografía y vestuario Solange Krasinsky
De Gustavo Ott
Victoria
María Marta Forni
Daniel
Juan Sebastián Vila
Diseño cartel
Agustín Calviño
Fotografías
Soledad Ianni
Diseño de iluminación
Carlos Ianni
Escenografía y vestuario
Solange Krasinsky
Asistencia
Marcelo Albarracín
Dirección
Corina Fiorillo
Música interpretada por Combustible Edison
Este espectáculo fue gestado en el taller Creatividad actoral, conducido por \\">Carlos Ianni, y cuenta con el apoyo del INT
Sin intervalo
Duración: 75 minutos
CELCIT. Temporada 2006
El terror es el mensaje
Hace un tiempo, Francoise Thanas, la más importante traductora de nuestro teatro latinoamericano en Francia, me dijo que lo que más le había impactado de Tu ternura Molotov era que el terror era el mensaje.
Tenía razón la testaruda y adorable Thanas, pero no sólo sobre el mensaje, sino también sobre el efecto que nos produce esta “envidiable” pareja y sus textos habituales, que contienen también una extraordinaria fuerza fascista. Son textos que hemos repetido todos y no notamos el alto grado de violencia que guardan.
Venimos del fascismo y hacia el fascismo vamos, parecen decirnos, un deseo fascista que está en todo, desde el café con leche hasta el amor.
No sólo los prejuicios y el desprecio a los demás de esta pareja es combustible al terrorismo nuestro de cada día, sino que además, su percepción integrada del pasado, su fundamentalismo piola, su manera de endulzar la memoria y sus convenciones racistas se nos hacen tan familiares que también nos producen terror.
Hay en ellos un terror cotidiano, producto de nuestras convenciones, prejuicios y hasta de las ideas que más defendemos y queremos. Un terror generalizado, maduro, light, competitivo y de moda; promovido con tanta vehemencia que parece que con él y sólo con él, nos sentimos a salvo.
Eso. El mensaje es el terror, el significado de nuestra identidad y tal vez el terror que nos produce el aceptar que lo que nos define no son nuestros hechos sino tan solo las expectativas de los demás.
El mensaje es la pregunta. ¿Somos capaces de convivir en el no terror, de no necesitar del prejuicio, de reconciliarnos y aceptarnos a nosotros mismos?
Gustavo Ott
Sobre esta experiencia
Todos los años, en el taller que conduzco –Creatividad actoral- utilizamos, como objeto de estudio, textos de la dramaturgia iberoamericana contemporánea.
Algunas de las experiencias que encaramos alcanzan el nivel y la madurez necesaria para confrontarlas, compartirlas con el público.
Ha sido el caso, por ejemplo, en años anteriores, de Como si fuera esta noche, de Gracia Morales (2002), La secreta obscenidad de cada día, de Marco Antonio de la Parra (2003), o Tres historias del mar, de Mariana de Althaus (2005).
Y éste, el de Tu ternura Molotov, de Gustavo Ott.
Me da mucha satisfacción, como maestro y orientador que he sido de algunos de los integrantes de este equipo, el haber acompañado y supervisado esta aventura creativa, así como el estar dando a conocer al público de Buenos Aires una de las últimas obras de uno de los más significativos hombres de teatro de Venezuela.
Carlos Ianni
El venezolano es el autor de "Tu ternura Molotov", que trata sobre la intolerancia y el fascismo.
De paso por Buenos Aires, el dramaturgo y director venezolano Gustavo Ott (1963) dispone de la ampulosidad necesaria para la puesta en escena de la entrevista. Conoce el oficio periodístico, lo transitó por décadas y todavía es un elemento vertebral de la mayoría de sus obras. "Mi verdadero teatro viene del periodismo. A partir de su técnica—agrega— comprendí el modo de tomar distancia como creador. Pocas veces escribo sobre mí porque siempre lo hice sobre los demás. Esa falsa humildad me dio la posibilidad de hacer muchas obras sin que tengan demasiadas cosas en común entre sí."
Sin embargo, Tu ternura Molotov, estrenada en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Experimentación Teatral), con dirección de Corina Fiorillo, cierra una trilogía que comenzó con Dos amores y un bicho y siguió con Comegato. Todas estas piezas, disparadas según el autor a partir de sucesos de la actualidad venezolana, rodean la intolerancia y la forma en que el fascismo impregna áreas de las relaciones cotidianas.
Lo interesante de la pieza es la insistencia sobre el sentido de esa filtración y cómo se instala en el uso del lenguaje dentro, por ejemplo, de una pareja que decide tener un niño. La pareja que protagoniza la obra es violentada por ese intercambio de diálogo. "Rastreo esas actitudes que asumimos como progresistas—explica— pero que no son más que una proyección que con la edad se convierte en conductas fascistas. Tal vez por eso la mayoría de las parejas jóvenes abiertas a cualquier estímulo, resultan con los años las familias más conservadoras".
Ott está encargado del Teatro San Martín de Caracas, donde se representan obras de autores contemporáneos. Cuando le designaron el espacio, dejó su trabajo de periodista y se dedicó de lleno a la actividad teatral. Previamente, su formación se completó en Inglaterra. A su vuelta a Caracas, escribió más de treinta obras, surgidas la mayoría tras los datos brindados por reportajes, investigaciones periodísticas. Tu ternura..., obtuvo el premio Ricardo López Aranda, en Santander, y luego se estrenó en España. Aún no fue representada en Caracas, aunque su autor aclara que "toda la trilogía la escribí bajo la influencia de una Venezuela partida en dos".
¿Cómo surgió la obra que presenta en Buenos Aires?
En 2003 en Caracas entrevisté a dos chicas que trabajaban en un restaurante vasco. En esa charla, me delinearon una posible vinculación con ETA. La organización las mandaba a Latinoamérica a manejar restaurantes legales y, de ese modo, se financiaba el movimiento. Gran parte del personaje principal viene de ellas. La obra comienza con cómo tener un hijo, pero termina planteando cierto terrorismo que se instala en sus vínculos.
¿Qué se pierde del teatro al trabajar a partir de lo coyuntural?
Tal vez mucho. Por mi formación me he dejado contaminar por la figura del "dramaturgista" que durante un año analiza la sociedad y propone el tipo de obras que la compañía debería trabajar. Cada vez que armo la programación del teatro San Martín de Caracas pienso en la actualidad. Este año, fue el "caos y el engaño." Quizá trabajar así sea un error, pero pienso que una sociedad también puede generar su propio teatro.
Juan José Santillán. Clarín. 05/05/2006
ENTREVISTA AL DIRECTOR VENEZOLANO GUSTAVO OTT
En su obra Tu ternura Molotov, la pareja protagónica vive un mundo de secretos que, según Ott, reflejan a más de una sociedad.
Al dramaturgo venezolano Gustavo Ott lo divierte tanto recordar anécdotas de la etapa en que fue alumno de Manuel Puig –cuando el autor de Boquitas pintadas vivió en Venezuela– como dar cuenta de un hecho común en las plazas de Caracas. “Tú puedes, –dice– y por muy poco dinero, comprarte allí un título de médico, el certificado de una institución prestigiosa que acredite que eres músico, licenciado en sistemas... Lo que quieras, y muy bien hecho, ¿sabes?” Esa digresión sirve, porque agrega datos sobre comunidades que amparan a personajes del tipo de Tu ternura Molotov, obra de Ott que se ofrece los domingos a las 21 en el Teatro CELCIT, de Bolívar 825. El autor se encuentra en Buenos Aires acompañando el estreno de esta pieza que retrata a una pareja cómoda en su “fundamentalismo piola”, actitud que tiñe de ambigüedad las crueldades del propio pasado y encubre con ligereza las mentiras del presente. Respecto de Venezuela, país en foco por el petróleo y las declaraciones de su presidente Hugo Chávez, opina que si bien “el petróleo es un capital valioso, los venezolanos no están seguros de que beneficiará a todos”. De esa duda nació Pony, su próximo estreno en Caracas. “Una pieza sobre el engaño –define–, y oportuna en este año electoral en que se producen engaños masivos: afirman que vamos bien, que nuestra economía es la más sana del mundo... ¿Es verdad? ¡Creo que tenemos vocación de engañados!”
Con formación teatral en Inglaterra y experiencia escénica en Estados Unidos y España, Ott ha escrito más de treinta piezas, donde la apariencia, la culpa y la intolerancia, el prejuicio y el miedo son temas que reitera. Algunas obras rozan el reportaje –quizá porque su otro métier es el periodismo– y requieren de dos o tres intérpretes, como Dos amores y un bicho, Passport y Tu ternura..., esta última interpretada, en la puesta de Corina Fiorillo en el CELCIT, por María Marta Forni y Juan Sebastián Vila. De este montaje participan Solange Krasinsky (escenografía y vestuario) y Marcelo Albarracín, en asistencia de dirección.
–¿Por qué prevé con tanta seguridad el engaño?
–Los yacimientos de petróleo se nacionalizaron en 1976. Pasó tiempo y no progresamos. Al contrario, el nivel de delincuencia es muy alto. El gran fracaso de mi país ha sido no reducir la pobreza. Padecemos la pasión por el totalitarismo; una vocación por la arbitrariedad que nos sentencia. Hemos perdido el siglo XX, y con gran energía vamos perdiendo el XXI.
–¿Estas cuestiones lo alejaron de su país?
–No lo dejé. Permanecí algunos meses en Estados Unidos por razones familiares y por mis clases en las universidades. Viví dos años en España y cinco en Inglaterra, en Londres, pero no lo abandoné. Sé que lo mío es masoquismo, pero mi lugar sigue siendo Venezuela.
–¿Qué le aportaron esas escapadas?
–En Londres estudiaba teatro. Era la época de auge de la puesta en escena: en los ‘80 mandaban los directores. En Londres aprendí el idioma y descubrí el teatro contemporáneo. Fue un privilegio, porque allí seguían interesados por la palabra. Libre de las posiciones que auguraban la muerte del texto teatral, pude experimentar con el lenguaje. Cuando regresé a Venezuela, mis maletas estaban llenas de obras inspiradas en las de Harold Pinter y Tom Stoppard. Era la época de David Mamet y Sam Shepard, estadounidenses que se hicieron en el teatro inglés. Vivir en Londres era como haber experimentado el Renacimiento en Florencia.
–¿El teatro es literatura en América latina?
–Durante muchísimo tiempo negamos esa correspondencia, aunque reconocemos que Shakespeare es literatura; que en los últimos años se premió a dramaturgos con el Nobel de Literatura y que uno de los ejemplos más poderosos de la literatura latinoamericana es su teatro.
–¿A qué se debe esa negación?
–A la influencia del teatro centroeuropeo, donde dominan los directores a pesar de una tradición de autores sólidos como Botho Strauss, Thomas Bernhard, Peter Weiss y Peter Handke, por nombrar sólo escritores en lengua alemana. Citando al premio Nobel J. M. Coetzee, que propone aplicar libremente la narrativa, empecé a utilizar el reportaje, que es también un recurso del cine.
–¿Los secretos de Tu ternura Molotov son parte de esa elección?
–Hay mucho truco en esta obra. Esos secretos se destapan a través de temas subyacentes y necesarios, porque más allá de las imbecilidades que inculcan algunos medios, se nota en la gente el deseo de reflexionar. Los latinoamericanos estamos atravesando una crisis existencial de altísimo calibre, y ya no creemos ni en los grandes caudillos. Son muchos los convencidos de que los pobres seguirán siendo pobres.
–¿Por qué la pareja de esta obra, tan enredada en sus propias mentiras, aparece muy preocupada por tener hijos?
–La intención no es otra que reproducirse. No les importa mentir ni haber cometido crímenes, directa o indirectamente. Ellos definen a sociedades como las nuestras. Uno habla de los crímenes en Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela... y tiene la impresión de que existe una vocación contable por la muerte, como los estadounidenses la tienen por la Bolsa y los indicadores económicos. Caracas es hoy una de las ciudades más peligrosas del mundo: setenta mil muertos en siete años. Y no nos preguntamos cómo llegamos a esa situación ni por qué estamos de acuerdo con un sistema de representación política que nos secuestra la vida.
–¿Qué propone?
–Darles seis meses a nuestros representantes, y si no sirven ¡afuera!, porque los que están en el poder lo pasan estupendo.
–¿Y si mienten, como los personajes de Tu ternura...?
–Empezar dudando, y hacer lo imposible para sacarlos de su refugio. La mentira y la arbitrariedad han sido muy exitosas en América latina, pero el creador no tiene que echarse atrás, aunque piense que está luchando en una guerra que hace tiempo ha perdido.
Hilda Cabrera. Página 12. 03/05/2006
El humor suele camuflar o apaciguar, cual bálsamo, lo que molesta, lo que inquieta, lo que da miedo, lo que duele. Esta obra del venezolano Gustavo Ott, "Tu ternura Molotov", que este domingo a las 21 se despide –sólo de manera transitoria- de la cartelera porteña, demuestra al espectador que puede reírse de todas esas cosas, sin perder de vista que el terror está ahí, agazapado.
En el escenario del CELCIT, el centro que comandan los prestigiosos maestros Juan Carlos Gené y Carlos Ianni, se presenta un matrimonio –los actores María Marta Forni y Juan Sebastián Vila-, que desnuda, entre otras cosas, la superficialidad de cierta clase media con aspiraciones, y los profundos y oscuros prejuicios sociales que suelen manifestarse casi sin querer, porque no se tiene conciencia de ello, en una charla íntima o en una reunión no necesariamente de amigos.
La actualidad, aquí el premiado Ott hecha mano a un interesante recurso, el terrorismo, el fundamentalismo, aparece como un pasado incómodo, intrigante (¿terrorífico?), que irrumpe mientras, a poco de iniciada la función, Victoria –la periodista- y Daniel –su marido, de profesión abogado-, se preparan para tener relaciones sexuales y buscar un hijo varón, como si se tratara de una torta Exquisita, de esas que vienen en polvo y se preparan en pocos minutos, sin demasiado esfuerzo salvo cuidar los ingredientes y la cocción.
La llegada del correo, del cartero, nos demuestra que no sólo pueden aparecer “intrusos no deseados” (virus) vía Internet. Otro acierto de Ott, que se apoya en la muy buena dirección de Corina Fiorillo, y en las actuaciones impecables de Forni y Vila, quien suma puntos beneficiado por un personaje que le deja soltar histrionismo y humor ácido.
El escenario y la disposición de la sala teatral en sí misma refuerzan el compromiso del espectador frente a una obra que no puede resultar indiferente. La iluminación (del mismo Carlos Ianni) se convierte en un aporte imprescindible. Por momentos, da la sensación de que cobija a un fantasma tenebroso, un tercero en discordia que los protagonistas procuran ahuyentar todo el tiempo.
Desde la aparición de la encomienda –esa misteriosa caja de Pandora para 2- hasta el final abierto, la obra no decae y matiza, con dosis exactas de ironías y crueldades solapadas, su atrapante devenir. Hay que verla, especialmente, en pareja. Para divertirse, inquietarse, pensar y discutirla. No es poca cosa.
Marcelo Mendieta. El Informatorio (Radio Palermo).
Pertenecer tiene sus privilegios para Victoria (María Marta Forni) y Daniel (Juan Sebastián Vila), dueños de una muy clara conciencia de clase. Saben que cuando a un matrimonio le toca el turno de elegir el nombre de su futuro bebé, se deben tener en cuenta para descartar inadecuadas nominaciones, pautas tales como que aquél, no sea ni "muy hispano", ni "muy negro", o nombre "de puta", o de "judía". Y también, pasando de una hiriente discriminación racista a otra económica, que no debe sonar a "minoría" ya que "minoría es alguien que no tiene dinero". Hablamos de la misma clase en la que cuando alguien, al descubrir que su pareja se ha olvidado de confesarle un "pequeño detalle" de su vida pasada (tal como haber estado casado anteriormente), en vez de estallar en ira como cualquier hijo de vecino y decir simplemente: ¡"Me engañaste"!, debe exclamar: "¿Te das cuenta del perjuicio que ésto puede causarle a mi negocio?". Precisamente esta última frase, le dirá el próspero abogado Daniel a su esposa Victoria, luego de recibir un extraño paquete enviado por el FBI a su casa, perdido desde la época en que ella vivía en Nueva York. El descubre, entre varios de los objetos personales de la joven, uno con una dedicatoria: "a mi esposa Victoria". Y para peor ¡ésta viene firmada por un hombre de ascendencia árabe!. Entre estos dos ejes, el racismo y la desesperada lucha por no violar ninguno de los "sagrados preceptos" a cumplir para seguir perteneciendo al tope de la escala social, se debate la "historia de amor" de este matrimonio que busca un heredero y se entiende a la perfección. A punto tal que uno podría terminar de decir las frases que comienza a pronunciar el otro, aún antes de que él o ella terminen de hablar, casi como si se leyeran el pensamiento mutuamente. Pero que lo que menos tienen es justamente eso: amor. Un intenso dramatismo que no decae durante los 75 minutos de la obra, nos brinda esta historia del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, dirigida por Corina Fiorillo. María Marta Forni y Juan Sebastián Vila componen sus personajes con seguridad y soltura, aportando logrados toques de ácido humor y demostrándonos, en los momentos en que cada uno de ellos queda sólo en escena, que a pesar de sus cerradas y erróneas convicciones, Daniel y Victoria también pueden tener un aspecto más sensible y conmovedor en sus personalidades, aunque sea bañado de una "ternura Molotov". La conservación del patrimonio es primero, y la prioridad de su clase es la siguiente: "¡Vamos a reproducirnos!" y sigamos teniendo el poder.
Marta Opacak. leedor.com.
Por detrás de un mundo que todo lo acepta se esconde el más terrible racismo.
Victoria y Daniel viven una vida apacible, ella es periodista y le urge tener un hijo, él es un ejecutivo cuya meta en su vida es escalar en su condición social. En el momento que están por mantener una relación sexual, porque la temperatura de la mujer asegura el embarazo, llega una misteriosa caja enviada desde los Estados Unidos. El que la envía es el FBI y su contenido revelará un pasado que Victoria le mantuvo oculto a Daniel. A medida que van apareciendo objetos la pareja irá desnudando miedos, temores, prejuicios y racismos que mantenían oculto bajo una patina de gente “abierta y superada”.
El dramaturgo Gustavo Ott va armando con mucha paciencia un rompecabezas en el cual las piezas, que en un momento parecen dispersas, van conformando un cuadro donde el humor es el único medio por el cual se puede soportar tan esmerilado espejo.
La directora Corina Fiorillo realiza un gran trabajo, ya que muestra por detrás de una “inocente” comedia costumbrista un mundo sórdido en donde las apariencias son todo.
Los actores María Marta Forni y Juan Sebastián Vila realizan un buen trabajo, destacándose la soltura en los cambios de humores de Forni. A Vila se lo nota mucho mas suelto en sus monólogos interiores que en sus estallidos de ira.
La escenografía y el vestuario de Solange Krasinsky son muy buenos ya que acompaña la propuesta de mostrar un mundo formal e ideal.
“Tu ternura, Molotov” es una obra en donde se desnudan hipocresías y hace reflexionar sobre donde nos ubicamos en este alocado mundo.
Gabriel Peralta. .
con Gustavo Schraier
10 de marzo al 30 de junio
Lunes de 9 a 10:30
con María Svartzman
7 de abril al 24 de noviembre
Lunes de 18:30 a 21
con Ana Melo (Venezuela)
20 de febrero al 10 de abril
Jueves de 15 a 17