A diecisiete años de su estreno y tras múltiples reposiciones, elencos y espacios, “Matambre” vuelve a escena siempre con éxito. ¿A qué creés que se debe ese fenómeno?
Cada nueva temporada la afronto con entusiasmo y curiosidad. Porque no se trata solo de sumar años para ostentar longevidad en la cartelera. No sería un estímulo suficiente para poner en marcha toda la maquinaria que implica el teatro independiente. Creo que lo que justifica la tarea es el encuentro renovado entre los cuerpos y los textos. Me da mucha ilusión encontrarme con que siguen habiendo cuerpos deseantes. Deseantes de actuar. De ensayar. De aparearse con el texto. Seres que están con esa pulsión narrativa en sus cuerpos. En esta época donde se hacen tantas cosas para llegar a tal o cual lugar, para exhibir más que para sentir, donde el mambo le puede ganar la pulseada al acto, entonces encender ese acto mágico de la creatividad abrazados por la fuerza colectiva de un proyecto que nos identifica es algo que produce un contagio muy vital.
La sinopsis de la obra menciona "desilusiones afectivas" y "el erotismo desde la melancolía". ¿Por qué elegís abordar estos temas tan densos a través de un humor ácido?
No lo sé. En esta temporada que comienza ahora en NUN van a convivir textos que abarcan desde 2008 hasta 2025. Mi mirada sobre las cosas fue cambiando con los años y las experiencias. Pero se ve que hay algo de “la poética matámbrica” que sigue respirando al unísono, algo que amalgama la diversidad estética de esta obra, y no estoy seguro de que sea solamente la escritura ese hilván. Es una energía. Creo que es algo que también tiene que ver con cierta irreverencia con la cual nos tomamos este espectáculo. En el mejor de los sentidos. Creo que la profesionalización, el crecimiento artístico tiene un riesgo y es que uno empieza a perder la frescura. Volver a hacer Matambre es recordar lo esencial del teatro, lo que soñaba cuando empecé esta obra, hacer algo divertido y poético con amigos, con personas con las cuales nos hermana una intensidad, un grito ahogado que por cortesía no hacemos retumbar en el oído de los transeúntes y nos guardamos para sublimarlo en esos bailes alocados, en esos textos atravesados por interpretaciones imperfectamente encantadoras como las que ejecutan mis compañeras, mis compañeros, que dejan salir al inconsciente, que preguntan poco por qué hace eso el personaje y se zambullen en el no pensamiento que en general pulsa en lugares verdaderos de la actuación, esos lugares que si uno se vé después en un video dice con pudor y sonrisas ¿Qué estaba haciendo? Pero sabemos que detrás del asombro están esos instantes sagrados donde nos sentimos cerca de la libertad.
En tu carrera te desempeñás como autor y director. ¿Vivís esos procesos desde lugares muy distintos? ¿Resignificás lo que habías escrito o sos un director muy respetuoso del material original?
Como en general trabajo primero como escritor y le dedico un buen tiempo a la musicalidad de las palabras, a la construcción de la sonoridad, confío bastante en que el material va a funcionar bien en la boca del intérprete. Me refiero, obviamente, a aquellos textos que considero que están para mostrar. He descartado muchísimo material. Pero en los monólogos que confío, siento que van a fluir en el encuentro con la actriz o el actor. Esto no implica que cuando los dirijo me ponga intransigente. Para nada. Pero cuando el ensayo no está circulando con fluidez puede no tener que ver con el texto o ni siquiera con el intérprete. El teatro es energía en movimiento. Hay veces que los elementos de la escena son sólidos pero el encuentro no acontece. Es un misterio. Pero si hay trabajo, entrega y permiso para disfrutar lo más probable es que aparezcan cosas y aún perdidos en el proceso podamos disfrutar porque sabemos que estamos perdidos pero vamos todos juntos. Repito, es fundamental el equipo, la gente con la cual uno elige o puede trabajar, porque las personas entusiastas que están presentes te potencian, en cambio cuando el foco está puesto en las especulaciones, en el afuera, en los miedos paralizantes es muy probable que el barco se hunda con todos a bordo. Somos humanos, por ahora.
La dramaturgia argentina tiene tradiciones muy fuertes. ¿Dónde sentís que se ubica tu propia escritura? ¿Te interesa dialogar con esas tradiciones, quizás actualizándolas, o sentís que tu búsqueda va más por una ruptura generacional?
Sinceramente no pienso en esos términos. Admiro a muchos escritores argentinos, siento la influencia de la música, de los poetas del rock, la poesía de Olga Orozco, la cercanía de Soriano o Fontanarrosa. Leí de chico, tal vez de manera precoz e imprudente a Osvaldo Lamborghini (me lo recomendó mi madre) y fue una experiencia fuerte. También crecí tratando de entender a Borges, mi padre me pasaba cuentos de Roberto Arlt, después en la facultad de Comunicación con la especialización en Letras, en el conservatorio de Dramaturgia con el enorme Maestro Kartun estudié y experimenté en simultáneo. Extraño algo de ese orden que me daba la facultad o el conservatorio, organizaba. Ahora, más autodidacta sigo mirando videos de youtube con las clases de Ricardo Piglia,creo que soy la mezcla de esas lecturas, de esas canciones, de las experiencias que viví y de un silencio que por momentos no puedo habitar porque me abismo - a veces es agotador vivir en bajo un vendaval de palabras- y ahí me desparramo tramas, imaginaciones que tienen como destino, en el mejor de los casos, el papel o el escenario.
El teatro independiente porteño es un fenómeno cultural único en el mundo. Como alguien que es parte fundamental de ese circuito, ¿cuáles creés que son los mayores desafíos estéticos que enfrenta hoy esta escena para seguir siendo innovadora y no caer en fórmulas ya probadas? ¿Cuál sentís que es el rol o la responsabilidad del teatro?
Creo que el circuito no para nunca, yo trato de ver todo, de estar atento a las nuevas camadas de creadoras; sucede que no quiero perder tiempo de estar con mi hijo y a veces no tengo tiempo de ir a ver todo lo que quisiera. Me invita gente y me da vergüenza no ir porque realmente me interesa estar y ser parte no sólo como hacedor, también apoyar a los colegas. Cada vez que puedo, voy. No se si la innovación es el fenómeno más atractivo de lo teatral hoy ya que esa característica se la arroga con creces la tecnología. Nosotros tenemos que tratar de volver a sentir, de escuchar, aunque suene un poco cursi, lo que nuestra alma necesita contar. Ya sea con palabras, con el propio cuerpo o componiendo desde la dirección pero con pasión, porque es mucho el trabajo y las condiciones son complejas, entonces la obra necesita de esa fuerza interior. Conozco mucha gente de diferentes sectores sociales para la cual ir al teatro, sea comercial, oficial o independiente, sigue siendo un planazo. Entonces en la medida que las obras sean generosas consigo mismas y con el espectador el teatro va a seguir siendo un lugar de vibración muy magnético. El teatro, más aún cuando lo hacemos con amor, es algo que nos hace felices. Hay que dimensionar lo que eso significa, agradecer y seguir haciendo sin pensar mucho más allá. Apreciar que tenemos la posibilidad de crear con gente que queremos para después compartir con los espectadores. Hacer aparecer algo donde no había nada junto a otras personas, es una posibilidad hermosa que nos ofrece la vida.
Para Agendar: "Ya no pienso en matambre ni le temo al vacío"
Funciones: Del 07/11/2025 al 28/11/2025 y el 05/12/2025.
Día y Hora: Viernes a las 20:45 hs.
Lugar: NÜN TEATRO BAR.
Dirección: Juan Ramírez de Velasco 419, Capital Federal.
Duración: 60 minutos.
Entradas: Por Alternativa Teatral

















